La otrora Capitanía General de Centroamérica hacía casi dos décadas se había independizado de España y era una incipiente república que hasta 1841 se conoció con el nombre de República Federal de Centroamérica, integrada por los estados de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Los Altos (Quetzaltenango, Sololá y Totonicapán).
En el siglo XIX el embajador visitó varios destinos: Egipto, Arabia, Tierra Santa, Grecia, Turquía, Rusia, Polonia y Mesoamérica. Stephens publicó las memorias de sus viajes y a su paso por nuestra región dejó unas crónicas ricas en detalles de la sociedad guatemalteca, el momento político que presenció y, especialmente, una valiosa documentación de sitios arqueológicos desde México hasta Honduras.
Recorrió la región de 1839 a 1841, era la época en que Rafael Carrera estaba por comenzar su período como presidente. “El país se encontraba trastornado por una sangrienta guerra civil que culminó durante mi estancia, en el completo abatimiento del gobierno federal”, indica en uno de sus libros.
“Esta obra abarca un viaje de cerca de 3 mil millas por el interior de la América Central, Chiapas y Yucatán, incluyendo visitas a ciudades en ruinas, con ilustraciones completas de los dibujos levantados en los mismos lugares por Frederick Catherwood”, detalla en el prólogo.
De 1837 a 1843 publicó sus aventuras en cuatro libros. De Incidentes de viaje en América Central, Chiapas y Yucatán, tomos I y II, tomamos los siguientes elementos.
Quiriguá
Los apuntes de Stephens podrían ser los primeros publicados sobre este sitio arqueológico. El capítulo XXIV de su tomo II, detalla su recorrido.
“El camino estaba extremadamente mojado, cubierto de hojas y el calor era excesivo. Seguimos a través del bosque hacia el noroeste. En tres cuartos de hora a pie llegamos a una estructura piramidal como las de Copán, parte de sus escalinatas estaban en perfecto estado. Las gradas llegaban a la cima, a unos 25 pies y descendían por el otro lado, a una colosal cabeza de dos yardas de diámetro, parcialmente enterrada y cubierta de musgo”.
El autor ya había estado en Honduras, por eso le resultó inevitable hacer comparaciones al contemplar las estelas. “Retrocedimos unas 300 o 400 yardas y divisamos una colección de monumentos con características similares a las de Copán, pero dos o tres veces más altas”, escribió al hablar de las estelas y comenzar a describir los glifos en varias de ellas.
“Una cosa es cierta, una gran ciudad existió alguna vez aquí. Su nombre se perdió y su historia es desconocida. Por siglos ha permanecido completamente enterrada por maleza y musgo, como le ocurrió a la ciudad a los pies del Vesubio”.
Río Dulce
El explorador llegó a las Honduras Británica (hoy Belice) y en barco arribó a Izabal. Así describió su encuentro con el Río Dulce.
“A cada lado, elevándose perpendicularmente de tres a 400 pies, había una muralla de perpetua verdura. Los árboles crecían a la orilla del agua, con densa y no interrumpida frondosidad hasta la cima; no se divisaba ningún lugar estéril. Este era, como su nombre lo indica, un Río Dulce. A medida que avanzamos el curso dio un rodeo, y a los pocos minutos perdimos de vista el mar, y quedamos rodeados completamente por una muralla de selva”.
Tortillas
Stephens también escribió acerca de sus meriendas. “La familia estaba ocupada haciendo tortillas. Este es el pan de toda la América Central y de toda la América Española, y la única especie que se encuentra, salvo en las ciudades principales. En un extremo de la cocina había una elevación, sobre la cual estaba un comal o tartera, descansando sobre tres piedras, con un fuego flameante por debajo. Cuando llegó el señor Catherwood las tortillas ya estaban humeando, y nos detuvimos para tomar el desayuno. Nos dieron el único manjar delicioso que tenían: café hecho de maíz tostado”.
Esquipulas
“Regresamos a desayunar y en seguida salimos para visitar el gran templo de la peregrinación, el Santo Lugar de Centro América. Cada año, para el 15 de enero, los peregrinos lo visitan, aun desde Perú y México; la última es una jornada no excedida en penalidades por la peregrinación a la Meca. Cuando no hay guerras que hagan los caminos inseguros, 80 mil almas se han reunido entre las montañas a rendir homenaje a Nuestro Señor de Esquipulas”.
Guatemala
“Yo estaba ansioso de ver la ciudad antes de que obscureciera, y me adelanté. Ya era avanzada la tarde cuando, al subir por una pequeña eminencia, dos inmensos volcanes se levantaron ante mí, aparentando desdeñar la tierra y elevarse hasta los cielos. Eran los grandes volcanes de Agua y de Fuego, maravillosamente espléndidos. A los pocos momentos tuve a la vista el gran valle de Guatemala, rodeado de montañas, y en el centro de este, la ciudad como un pequeño punto en la vasta extensión, con sus iglesias, conventos y numerosas torrecillas, cúpulas y campanarios, tranquila como si el espíritu de paz descansara sobre ella”.
Soldados
“La única cosa que me mortificaba era la vista de los soldados de Carrera, andrajosos y de insolente mirada; y mi primer pensamiento fue que en cualquier ciudad de Europa o de los Estados Unidos, los ciudadanos, en vez de someterse a la imposición de tales bárbaros, se habrían levantado en masa para arrojarlos fuera de sus puertas. Estos centinelas eran adictos a disparar sus mosquetes. La orden que tenían era preguntar ?¿Quién vive??, ?¿Qué gente??, ?¿Qué regimiento? ? y en seguida disparar. Uno de ellos ya había obedecido literalmente, y después de hacer las tres preguntas con precipitación, sin esperar las respuestas, disparó matando a una mujer. Las respuestas eran: ?Patria libre?, ?Paisano? y ?Paz?”.
Toritos
“El siguiente número se verificó en el piso de la plaza: era una diversión característica del pueblo llamada los toros, y se componía de una armazón forrada de cartón fuerte en forma de toro, y cubierta por encima con fuegos artificiales; dentro de esta figura un hombre metía la cabeza y los hombros y con solo las piernas visibles, se abalanzaba sobre lo más denso de la multitud arrojando a todas partes torrentes de fuego”.
Nacimientos
“En un extremo de la sala se había levantado una plataforma, con un piso verde y decorada con ramas de pino y ciprés, espejos, papel de lija y con figuras de hombres y animales, representando una escena rural, con una enramada y una muñeca de cera en una cuna; en resumen: la gruta de Belén y el Niño Salvador. Siempre, en esta época del año, cada casa en Guatemala tiene su nacimiento con la riqueza y gusto del propietario”.
- John Lloyd Stephens (1805–1852), también fue escritor y diplomático estadounidense. Sus viajes a Mesoamérica le permitieron documentar los vestigios de varias ciudades mayas.
- Frederick Catherwood (1799–1854), fue dibujante, arquitecto y fotógrafo inglés. Hizo los grabados que ilustraron las crónicas de Stephens.