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¿Es el español redundante? (y por qué no es tan malo como parece)

Quizás las expresiones "bajar abajo" y "subir arriba" sean los ejemplos más comunes de este fenómeno en el español.

Por si quedaban dudas....

Por si quedaban dudas....

Durante un lapso de tiempo, el hombre abusó excesivamente del chocolate“.

Esta es una frase llena de redundancias, de palabras de las que podríamos prescindir porque repiten ideas ya expresadas por otras.

Para ser, pues, más económicos en el uso del lenguaje y en aras de la corrección, la oración debería ser: “Durante un tiempo el hombre abusó del chocolate”.

La de evitar las redundancias es una lección que se nos enseña en la escuela, pero ¿son todas erróneas?

“Bajar abajo” y “subir arriba”

Quizás las expresiones “bajar abajo” y “subir arriba” sean los ejemplos más comunes de este fenómeno en el español.

Hombres bajan y suben flechas.
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“Bajar abajo” y “subir arriba”, esa es la cuestión.

Y son, probablemente, identificadas como redundantes por la mayoría de nosotros.

“Pero en cambio no nos dijeron nada sobre bajar al sótano, aunque a menudo también lo sea (redundante), pues no hay muchos sótanos a los que se pueda subir”, analiza Javier Bezos, miembro de la Fundación del Español Urgente (Fundéu), en el blog de la organización.

“Nos enseñan que las redundancias son malas porque hay un grupo (de estas) que proviene del desconocimiento del significado de las palabras y demuestra incultura”, le dice a BBC Mundo Susana Guerrero Salazar, catedrática en Lengua española y profesora en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Málaga, España.

Esta frase puede ser un ejemplo de ello: Ha muerto de una hemorragia de sangre”. Y es que todas las hemorragias lo son: se trata del flujo de sangre que se da por la rotura de vasos sanguíneos.

También esta otra: Le ha practicado la autopsia a un cadáver”. La autopsia siempre se practica a un cadáver, “sino sería un asesinato”, aclara la profesora.


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¡Desafío!

Encuentra las siete redundancias en este párrafo. Al final de este artículo encontrarás las respuestas. Puedes usar el diccionario (no muerde ☺).

“Habíamos quedado para almorzar a mediodía, pero, por una casualidad imprevista, nos ocurrió un accidente fortuito. Nuestro coche chocó contra un camión y quedó sumergido bajo el agua. Juan y yo, encerrados en el vehículo, no podíamos salir al exterior. Nunca antes habíamos pasado tanto miedo”.

Fuente: el texto es un fragmento del trabajo “Las redundancias en español: un medio para pulir la lengua en los niveles de perfeccionamiento” de Susana Guerrero Salazar.


¿A qué se deben las redundancias?

El uso de las redundancias puede deberse al desconocimiento del significado exacto de las palabras.

Como ejemplo, Bezos menciona en su blog de la Fundéu la repetida expresión “accidente fortuito” —si es un accidente es porque fue fortuito o casual— y “multa económica”. Si es una multa, implica que hay que pagar.

Gato con papel higiénico.
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“¡Fue un accidente fortuito, te lo juro!”.

Pero también puede ser intencional: para que el discurso parezca más extenso —aunque en realidad con muchas palabras se termine diciendo poco—, o para impresionar o cautivar a la audiencia.

Esto es común en el ámbito de la publicidad.

“Es absolutamente gratis”, “esto es totalmente gratis”. Si costara un céntimo, dejaría de ser gratis ¿no?

“La estrategia de la publicidad es intentar venderte algo y convencerte que no hay trampa, que no te van a cobrar por ninguna otra parte. Son redundancias que vienen a subrayar”, aclara Guerrero Salazar.

Es un recurso del que también se suele echar mano en el ámbito deportivo. Es común escuchar al relator de un partido de fútbol decir que el jugador metió “un zurdazo fuertísimo”. El sufijo -azo es aumentativo, ya indica que fue fuerte.

Y si hay un medio en el que abundan las redundancias es el político, “porque el lenguaje político muchas veces es de hablar y no decir muchas cosas”, enfatiza la profesora.

“El acuerdo de extradición ha sido un esfuerzo común de todos“, dijo el entonces presidente de España José María Aznar en un debate televisivo en televisión pública en mayo de 1998.

La frase “esfuerzo común de todos” es una redundancia, aunque ha ido cobrando fuerza con el tiempo y suele aparecer cada vez más en el discurso público.

Una mujer política de espaldas en un discurso.
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“Por que el esfuerzo común de todos…”.

¿Otros ejemplo de redundancias de uso frecuente?

“Grandes cantidades económicas de dinero”. Es una expresión redundante porque lo económico se refiere al dinero.

O este otro: “Las relaciones bilaterales de los dos países”. Si son bilaterales son de dos partes.

¿Son todas las redundancias incorrectas?

Sin embargo, existen situaciones en las que el uso de las redundancias no es incorrecto. Es más: hay otras en las que es un error no utilizarlas.

Si decimos thriller de suspenso” —un thriller es una película o narración de intriga y suspense— “es porque (consideramos que) la persona con la que hablamos no va a entenderme si no sumo la palabra suspenso. Entonces, se convierte en una nota aclaratoria. En este contexto la redundancia no es negativa”, ejemplifica Guerrero Salazar.

Tampoco lo son las redundancias expresivas, aquellas que utilizamos porque queremos llamar la atención.

“Lo he visto con mis propios ojos” o “lo he tocado con mis propias manos” son dos ejemplos de ello. Nadie puede ver de otra manera que no sea con sus ojos o tocar con otras manos.

Incluso hay un momento en el que las redundancias son necesarias.

“Hay algunas redundancias morfológicas que están en el sistema lingüístico: (en la frase) ‘Le di a ella un regalo’, ‘le’ y ‘ella’ es redundante. Bastaría con decir ‘di a ella un regalo’, o ‘le di un regalo'”, explica la profesora que estudió ampliamente el uso de redundancias en el español.

Una niña sorprendida con un regalo.
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“Le di a ella un regalo…” y su cara lo dijo todo.

Mientras, en el caso del género gramatical se va concertando en cada palabra: “la niña guapa”. “Esa redundancia es propia de la lengua española”, describe.

Y luego está el pleonasmo, el uso consciente de la redundancia con un efecto expresivo, como el título de la canción de Fito Páez y Joaquín Sabina “Llueve sobre mojado”.

La redundancia y la economía lingüística

Las redundancias son, pues, contrarias a la economía lingüística, la tendencia del lenguaje a la simplificación y a minimizar el esfuerzo.

“La economía lingüística es el argumento que muchos utilizan contra el uso del lenguaje inclusivo, como cuando se dice ‘buenas tardes a todos y a todas'”, dice Guerrero Salazar.

“Sin embargo, cuando hacemos estudios de análisis del discurso nos damos cuenta de que no somos para nada económicos. Hay muchas expresiones que son extensas y que adoptamos por cortesía”, añade.

Ya no se habla de “viejos” sino de “personas mayores” o “personas de la tercera edad”.

Un perro con lentes.
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“Lo vi con mis propios ojos”.

Pero al hablar no nos solemos fijar tanto en la economía lingüística, sino que buscamos comunicar de forma efectiva, por lo que la redundancia aparece casi de forma natural.

Incluso nos acostumbramos a ella y no nos suena mal cuando la escuchamos en frases como “es una réplica exacta”. Todas las réplicas son exactas, por eso son réplicas.

O cuando oímos “los principios básicos…”, si son principios, son básicos.

“Hay redundancias que se convierten en clichés. Y de tanto escucharlas nos cuesta mucho eliminarlas”, concluye Guerrero Salazar.

Así que muchas veces no está mal decir: ¡Valga la redundancia!


¿Identificaste las redundancias? Aquí las respuestas correctas:

  1. Almorzar a mediodía. Almuerzo, en una de sus acepciones, significa “comida del mediodía o de primeras horas de la tarde”.
  2. Casualidad imprevista. La casualidad es la “combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar”. El participio de prever es previsto y su antónimo imprevisto.
  3. Accidente fortuito. Un accidente es, entre otras cosas, un “suceso eventual o acción de que involuntariamente resulta daño para las personas o las cosas”. Por tanto, todo accidente es fortuito.
  4. Chocar contra. La preposición está incluida en el verbo chocar. Todo lo que choca, obviamente choca contra algo, por lo tanto, para evitar la redundancia, lo correcto sería chocar con.
  5. Sumergir bajo. De nuevo un caso en el que el aporte significativo de la preposición está incluido en el verbo, pues sumergir significa “meter una cosa debajo del agua o de otro líquido”.
  6. Salir al exterior. Salir significa “pasar de dentro a fuera” y el adverbio fuera “a o en la parte exterior de cualquier espacio o término real o imaginario”.
  7. Nunca antes. El adverbio nunca significa “en ningún tiempo”, por tanto, incluye al adverbio antes (también incluye a después).

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