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El ruido enferma a Guatemala: Los reveladores resultados de un monitoreo en la capital y su efecto en la salud de los ciudadanos

Despertar a causa del ruido de un escape de moto o por la vibración de un camión es parte del día a día de quienes residen cerca de vías principales.

Proyecto de medición de ruido en distintos puntos de la ciudad. El sonómetro mide el nivel de ruido en un lugar y momento determinados.  (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández)

Proyecto de medición de ruido en distintos puntos de la ciudad. El sonómetro mide el nivel de ruido en un lugar y momento determinados. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández)

Érick Álvarez es protesista ortesista. Esto significa que ayuda a las personas para que aprendan a utilizar prótesis en las extremidades. Durante más de 14 años vivió en la calle Martí, zona 6 capitalina, y cuenta que durante el día el ruido era tolerable, pero por las noches siempre lo despertaban los bocinazos, así como la vibración de los vidrios de la casa cada vez que pasaba un vehículo pesado.

Esta situación no es un hecho aislado, ya que el ruido siempre ha sido un problema ambiental importante, según la Organización Mundial de la Salud, OMS.
La otorrinolaringóloga Vivian Izaguirre explica que para dormir bien tendrían que haber a lo sumo de 30 a 40 decibeles (dB). “El ruido causa muchos problemas de salud. Si me despierta un ruido, volver a dormir es más difícil, y si ocurre todo el tiempo, son ruidos menores que estimulan el cerebro y no lo dejan descansar”.

El ruido ambiental se asocia a diferentes padecimientos físicos y emocionales.

La exposición a altos niveles de ruido ocupacional se ha vinculado al desarrollo de neurosis, pero los resultados de la relación entre ruido ambiental y efectos sobre la salud mental todavía no son concluyentes, señala la Organización Mundial de la Salud (OMS).

No obstante, los estudios sobre el uso de medicamentos, como tranquilizantes y pastillas para dormir, síntomas neurológicos y tasas de internamientos en hospitales psiquiátricos sugieren que el ruido urbano puede tener efectos sobre la salud.

Las vías de Guatemala

Ambiente, S. A., hizo un breve monitoreo del ruido para Prensa Libre. Se evaluaron vías principales como la carretera a El Salvador, la calle Martí, la calzada Roosevelt y las avenidas Petapa e Hincapié.

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El monitoreo duró pocos minutos, en distintos horarios, y se determinó parte de lo que sucede en estas calles.

El estudio revela que antes de despuntar el alba, cuando el tráfico es menos denso, el ruido es similar al monitoreado en las horas pico de la mañana y la tarde. El nivel alto de ruido durante la madrugada se debe a picos por circulación de camiones y motocicletas.

Es importante destacar una excepción en la calle Martí, pues en la madrugada el ruido ambiental es más elevado, debido a un mayor tránsito de vehículos pesados. Álvarez comenta: “No veo solución a esto, por ser una zona en la que circula transporte pesado y urbano. Solo si llegaran a entrar por otras vías podríamos descansar más”.

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Sin embargo, en todas las mediciones los niveles de ruido superan las recomendaciones establecidas por la OMS en 1999. Estos límites son de 70 dB para tiempo de exposición de 24 horas, como se muestra en la infografía. Sin embargo, no causan daños auditivos, por no superar el límite de 85 dB para el tiempo de exposición de ocho horas.

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Los resultados de las mediciones muestran que por la madrugada los niveles de ruido oscilan entre 72 y 83 dB, mientras que en la mañana y tarde, entre 81 y 84 dB.
Es preciso destacar que el ruido ambiental generado proviene del tráfico vehicular y de otros factores asociados, como el roce de las llantas con el pavimento, las condiciones de la vía, el uso de bocinas y los ruidos generados por las personas en las paradas de autobús, entre otros.

El estudio muestra que las calles con alta afluencia vehicular son fuente de generación de ruido continuo, por lo que las viviendas que colindan con vías transitadas podrían estar expuestas a ello.

“Si bien es cierto que existen atenuaciones, dependerá del tipo de material y robustez de la construcción de las casas, así como del nivel de aislamiento con que cuenten, dice Krista Bocanegra, gerente comercial e higienista ocupacional de la empresa.
Por su parte, Sofía Cap, coordinadora de Operaciones de la firma, hace ver que este monitoreo muestra el impacto del ruido vehicular y no tanto el de la industria o comercios cercanos, como se esperaba.

Los expertos de Ambiente, S. A., apuntan que se sugiere llevar a cabo la medición en cada uno de los puntos monitoreados por un lapso de 24 horas, porque esto podría proporcionar una medición más exacta de los niveles de ruido en diferentes condiciones y momentos del día.

Acciones para mitigar

Ana Lucía Alfaro dirige el primer Laboratorio de Análisis y Calidad Atmosférica y Audial del Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (Marn), el cual estará a cargo de vigilar la calidad del aire y el ruido ambiental.

La unidad funciona desde el 2021, con base en el acuerdo 73-2021, por la necesidad de examinar el problema e implementar una red de monitoreo del ruido para detectar puntos con los decibeles más bajos y más altos, y elaborar un mapeo.

Esto dará pie para formular una futura regulación viable dirigida a mermar el impacto en la población. Ya se compró el primer equipo y en breve se determinará un punto de monitoreo. Se espera que en el 2024 se cuente con más insumos para medir otros lugares.

“Estos impactos son silenciosos, el oído se acostumbra al ruido, pero vienen daños a largo plazo. En el aire es igual, hay daños a la salud”, afirma Alfaro.
Hasta el momento no hay una regulación específica para el ruido, excepto la del sector laboral emitida por el Ministerio de Trabajo.

“Estos mapas futuros nos servirán, porque cuando hacemos mediciones por denuncias por ruido conoceremos el rango en que se mantienen los decibeles”, puntualiza Josué Gordillo, inspector ambiental de la cartera.

La Fiscalía de Delitos contra el Ambiente, del Ministerio Público (MP), recibe las denuncias y estas se envían al Marn para su monitoreo. Por lo general, son por el ruido en discotecas, centros religiosos y actividades industriales.

Gordillo explica que cuando la solicitud llega al Marn se coloca el sonómetro en la vivienda del denunciante y luego se envían los resultados al MP. En promedio, se reciben unas tres denuncias mensuales, casi 40 al año.

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En la Unidad de Medio Ambiente de la Municipalidad de Guatemala también se regula lo relacionado con el sonido causado por cualquier tipo de actividad que incomode a los vecinos.

En un artículo publicado en Prensa Libre en el 2022 se indicó que esa unidad recibe alrededor de 400 denuncias al año, relacionadas con la contaminación, de las cuales el 60 por ciento se refiere al ruido; en su mayoría el que proviene de sistemas de audio utilizados en actividades sociales y comerciales. El 90 por ciento de quejas hacen referencia a iglesias evangélicas.

Alfaro hace énfasis en que “Guatemala no cuenta con un plan de ordenamiento territorial, por lo que el sector industrial, comercial y habitacional se distribuye en forma aleatoria. No existe una separación entre zonas residenciales para descansar y convivir, y las industriales, que generan ruido de forma constante y hace que no merme en diferentes áreas”.

“Como guatemaltecos necesitamos ser conscientes del ruido que generamos, como el de las bocinas de los vehículos, cuando se utilizan de forma innecesaria, los escapes sin silenciador y la música a alto volumen”, manifiesta Alfaro, al añadir que “a veces generamos ruido, pero no sabemos que afectamos a otros”.

En todos los casos, el ruido se debe reducir al nivel más bajo posible en una situación dada. Si la salud pública está en riesgo, se deben tomar medidas de protección incluso si no hubiera evidencia científica completa, agregan las Guías de la OMS.

Álvarez comparte que no añora dormir en su casa en la calle Martí porque recuerda que allí cada día era una tortura, por el ruido constante, y pasaba el día cansado.
Por ello cambió de residencia hace dos años y ahora, en su nueva casa, en Sacatepéquez, duerme mejor, alejado de esa calle principal.

Sin embargo, el resto de su familia y su madre, María Esperanza José, de 86 años, siguen viviendo en la zona 6. Todos padecen de insomnio y la señora necesita tomar pastillas para dormir.

ESCRITO POR:

Ingrid Reyes

Periodista de Prensa Libre especializada en periodismo de bienestar y cultura, con 18 años de experiencia. Premio Periodista Cultural 2023 por el Seminario de Cultura Mexicana y premio ESET región centroamericana al Periodismo en Seguridad Informática 2021.