ESCENARIO
Alfredo MacKenney: El guatemalteco que fundió su vida en el Volcán Pacaya, la cultura prehispánica y la geografía del país
El investigador nacido en 1931, se destacó por una carrera apasionada frente a la historia guatemalteca y especialmente por su extensa labor de documentación en vídeo y fotografía.
Alfredo MacKenney en su casa, fotografiado en junio de 2024, un mes antes de su fallecimiento. (Foto Prensa Libre: Alejandro Ortiz López )
El 13 de julio de 2024 se dio a conocer la partida de Alfredo MacKenney, médico, cirujano, vulcanólogo e investigador de cultura prehispánica, quien por más de 60 años realizó una extensa investigación alrededor del volcán Pacaya y otros accidentes geográficos del país.
En 1961 decidió enfocarse con mayor atención en esta rama, aún ejerciendo como médico. Poco a poco se hizo de un importante lugar dentro de los estudios de vulcanología local, así como de investigación cultural.
Según recordaba MacKenney en junio de este año durante una entrevista con Prensa Libre, su amistad con el historiador Luis Luján Muñoz -experto en Arqueología y Etnología quien además fue director del Museo de Arqueología-, le permitió entrar con más fuerza dentro de estos campos.
Investigó de lleno danzas como el Rabinal Achí, construyó maquetas de importantes ciudades mayas como Tikal, Quiriguá, Ceibal, Zaculeu o Iximché (varias de las que se exhibieron en el museo arqueológico) y entre muchas otras cosas, también se encargó de documentar extensamente en vídeo y fotografía el Volcán Pacaya.
Este último dato fue distintivo en la carrera de Alfredo MacKenney. Según comentaba el investigador, solía visitar el Volcán Pacaya semanalmente desde la década de 1960 e incluso continuó haciéndolo hasta llegados sus 80 años.
Se trataba no solo de una relación obsesiva con la naturaleza geológica del coloso, sino también de una vinculación afectiva con él. En algún momento, MacKenney también confesó a Prensa Libre que el Pacaya "era otro de sus hijos". Cabe recordar que uno de los cráteres del sitio natural fue bautizado como el Pico MacKenney
La amplia documentación que hizo del volcán quedó registrada, literalmente, en miles de negativos fotográficos y de vídeo. Muchas de las imágenes que capturó del rocoso fueron utilizadas por él mismo para elaborar el libroVida y milagro del volcán Pacaya.
Uno de los proyectos más recientes que el doctor MacKenney estaba elaborando consistía en la inauguración de una sala de exhibición en la entrada del área protegida, donde planeaba exhibir fotografías, vídeos así como el libro que publicó sobre el volcán.
El trabajo sobre la cultura prehispánica en Guatemala fue crucial para el investigador y cirujano. En junio de este año contó a Prensa Libre que su gusto por el tema inició alrededor de 1940 cuando se empezaron los trabajos de reconstrucción de Zaculeu.
De esa cuenta empezó a elaborar sus propias réplicas de las más grandes ciudades mayas: "Con esos antecedentes quería empezar a hacer pinturas de cómo pudieron haber sido los sitios, pero más que solo ver una pintura plana, consideré que sería bonito poder caminar alrededor de ellas. Y entonces fue cuando dije: Bueno, no hay más que probar a hacer una maqueta", contó.
Tres de sus maquetas lograron ser parte de la exhibición del Museo Nacional de Arqueología y Etnología de Guatemala, y en la más reciente entrevista que este medio logró realizar al investigador, MacKenney denunció que un par de ellas habían sido devueltas en mal estado durante la última remodelación del museo.
De acuerdo con lo mencionado por el entrevistado, dos de esas maquetas iban a ser trasladadas al Museo Popol Vuh.
Ante la pregunta sobre cómo evaluaba la protección arqueológica en el país, MacKenney habría compartido: "Son pocas las personas que se involucran en el cuidado del patrimonio y de sitios arqueológicos, así como de reservas naturales. Para que haya protección primero se tiene que amar a Guatemala".
Alfredo MacKenney nació en 1931 y vivió sus primeros años en Quetzaltenango, donde
junto a su familia tuvo una constante vinculación a la naturaleza. Según relataba, luego de haber conocido Tikal, supo que quería profundizar más en la historia del país y la herencia indígena.
También ejerció como médico y cirujano, luego de haber estudiado la carrera en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Aún mientras realizaba sus oficio como doctor, encontraba tiempo para investigar sobre los demás temas culturales.
Su pasión lo llevó a ser acreedor de la Orden del Pop del Museo Popol Vuh y fue reconocido como Guatemalteco Notable por la Municipalidad de Guatemala. El Festival Ícaro también le reconoció como documentalista importante dentro de la historia audiovisual de Guatemala.
El pasado 22 de mayo la Academia de Geografía e Historia habría realizado un acto de homenaje al imparable investigador.