Investigadores dieron a conocer que en 2017 descubrieron un altar de casi mil 500 años de antigüedad en el sitio arqueológico La Corona y, según los expertos, confirma la relación que existió entre la Dinastía Kaanul y sitios cercanos a Tikal.
“Hoy estamos presentando el monumento Altar 5, de La Corona, que es el más antiguo que hemos encontrado hasta la fecha en ese sitio. Es muy común encontrar fechas escritas usando el calendario maya en los glifos y este tiene un registro que corresponde al 12 de mayo de 544 d.C. Ese es un día especial porque es un fin de periodo de la cuenta larga del calendario maya”, dijo David Stuart, consultor en el proyecto regional La Corona, quien se especializa en descifrar jeroglíficos y entender la iconografía y los símbolos del arte maya.
Según Stuart, el monumento tiene el retrato de un gobernante llamado Chak Took Ich’aak, a quien se le muestra sentado sobre un trono vistiendo un tocado y sosteniendo a una serpiente con dos cabezas, que es un símbolo de conjurar o manifestar ancestros.
“Ese fue un aspecto de su poder, manifestar a los espíritus de sus antepasados y sus deidades. Se ven dos cabezas que salen de las bocas de las serpientes y, por medio de glifos, se identificó que representan a deidades patronales de la dinastía local”, comenta el experto.
Stuart agrega que esta es la primera imagen que se tiene de ese personaje, aunque ya se conocía de su existencia.
Se sabe que 20 años más tarde de la fecha que aparece en el Altar 5, él gobernaba la ciudad de El Perú-Waka, luego de que la Dinastía Kaanul se apoderara de ella.
12 de mayo del año 544 d.C. es la fecha en la que fue dedicado el Altar número 5, según su inscripción jeroglífica.
Daniel Aquino, director del museo, señala que ya se conocían la relaciones y la dinámica política entre el Reino Kaanul y los distintos sitios arqueológicos que se ubicaron alrededor de Tikal con el objetivo de atacar a esa importante ciudad Maya.
“Se conocía que se organizó un ataque coordinado en contra de Tikal para lograr vencerlos en el año 562 d.C. Este monumento muestra una parte más de ese proceso de establecimiento de alianzas. Ya en 540 d.C. se había hecho un acuerdo matrimonial entre una princesa del Reino Kaanul y el mencionado gobernante de La Corona, quien conmemora el final del periodo calendario con la dedicación de ese altar”, explica Aquino.
Pequeño e importante
El sitio arqueológico La Corona, cuyo nombre original es Sak Nikte’, se encuentra en el noroccidente de Petén y fue pequeño en comparación con otras ciudades mayas, según Tomas Barrientos, director del proyecto La Corona y director del Centro de Investigaciones de la Universidad del Valle de Guatemala.
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“En los últimos 10 años, cuando empezó el proyecto, La Corona es el sitio que más textos jeroglíficos ha proporcionado en diferentes tipos de monumentos de piedra. El Altar 5 es una muestra de la gran cantidad de esculturas que se elaboraron en ese sitio debido a que en esa área la piedra caliza es de mejor calidad. Era una ciudad de escultores y estamos preparados para hallar muchas piezas más en ese lugar”, explica Barrientos.
2017 es el año en el que Altar número 5 fue descubierto en el sitio arqueológico La Corona, ubicado en San Andrés, Petén.
El Altar 5 se ha integrado a la exhibición permanente del museo y estará ubicado en la sala Clásico dos, que está dedicada al periodo clásico temprano y ahí compartirá espacio con otros objetos como incensarios o piezas relacionadas con la escritura jeroglífica.
Sobre su conservación
Durante el proceso de excavación se contó con la participación de conservadores del Proyecto Regional La Corona y del Munae. Luego se elaboró un plan para manipular y transportar el objeto hasta el museo sin dañarlo, informó Aquino.
“Al llegar al museo, los conservadores llevaron a cabo un proceso de limpieza para eliminar partículas de polvo y materiales que estuvieran adheridos a la piedra caliza. Para esto se emplearon brochas, espátulas y aspiradoras, entre otros. Afortunadamente el altar estaba bien conservado”, señala Aquino.
El director del Munae afirma que si se le llega a hacer una intervención al monumento será de manera que sea reversible y se documentará para poder retirarla en el futuro si esta pudiera ocasionar algún daño o si se encuentra, en el ámbito de conservación, una mejor solución.
Debido a que la piedra caliza es resistente, el ambiente que provee la sala donde se exhibe tiene las condiciones de temperatura y humedad adecuadas para su conservación.