Escenario

Carlos de León: “La naturaleza es mi maestra”

Después de 61 años, aún está presente  en la memoria del artista guatemalteco Carlos de León Campos el recuerdo de cuando a los 12 años,  se escapaba en su bicicleta para adentrarse en el campo de Sumpango, Sacatepéquez, para dibujar la naturaleza, la cual no ha dejado de ser su inspiración, incluso ahora que  vive en Estados Unidos desde hace 10 años.

“Mi papá tenía una farmacia en Sumpango,  y yo  le ayudaba. En mis ratos libres me iba a dibujar las montañas y los volcanes. Mis padres no querían que fuera pintor”, narra De León. De esta irrefrenable atracción por la estética derivaría una fructífera trayectoria artística, la cual ha sido reconocida con varios galardones.

Además de los premios obtenidos en Guatemala, ha cosechado éxitos   en Estados Unidos. Entre estos  se puede  mencionar el primer lugar en el concurso  Poster de la Herencia Hispana de Tampa, en el 2007, el 2011 y el 2014; el  premio al mérito de la galería de arte Melvin, de la  Florida Southern College, en Lakeland, en el 2010, y segundo lugar en el concurso Paisaje al Aire Libre, en Baetow, Florida.

A sus 73 años, el artista aún sostiene que “nació con el deseo de pintar, pero no con la facultad para hacerlo”, algo que es refutable por el exuberante número de obras que ha creado  y que lo llevaron a convertirse en un popular maestro a finales de la década de 1970, así como durante los decenios de 1980 y 1990. En 1979 se transmitió  su programa televisivo Pintando con De León Campos, que registró gran audiencia, en canal 5.

Luego le pidieron que continuara con las clases. De 1993 a 1995, al menos tres mil alumnos aprendieron en la  galería De León  Campos —que se ubicaba en la zona 9—  a pintar al óleo en  un curso sintetizado de tan solo 30 horas con un tutor que se apasiona por su profesión.
El artista conversó con Prensa Libre desde Lakeland, Florida,  donde reside en la actualidad.

¿Cómo fue su niñez y juventud?

Nací en Patzicía —Chimaltenango—, pero años después  nos fuimos a vivir a Sumpango,  por la farmacia que tenía mi  papá. Pasé mis años de juventud en Sololá, y a los 12 años estudié como interno en el Instituto Antonio Larrazábal,  en Antigua Guatemala, Sacatepéquez. Al regresar a casa  me dediqué a ayudar a mi papá, pero en los ratos libres trataba de pintar a lápiz y acuarela en el campo.  En ese sentido, la naturaleza fue mi propia maestra.

Luego tuve la oportunidad de visitar museos y galerías de arte en otros países, y eso me ayudó a aumentar  mi conocimiento de la pintura. En Guatemala presenté 70 exposiciones  con obras a lápiz, tinta, acuarela y óleo.

¿Cómo surgió la idea de su programa televisivo?

Yo pintaba sin conocimiento teórico. Desconocía sobre el color, la composición artística o las perspectivas. Cuando me propusieron  dar una clase de pintura semanal de media hora por Canal 5, en 1979, me vi obligado a instruirme en la parte teórica. Compré unos 10 libros de arte y  los leí en una semana. Luego sinteticé lo leído, pero no me salió nada.

Entonces se me ocurrió una idea: sentarme frente al caballete, comenzar   a pintar e ir anotando cómo  tomaba la espátula, como mezclaba el color  del cielo o de las nubes, y llegué a llenar un cuaderno del cual salieron todos los programas de televisión.

¿Por qué se dejó de transmitir el programa?

Después de que se transmitió  la primera clase,   llegaron muchas cartas pidiendo que continuara el programa. Para poder enseñar una clase de media hora, trabajaba 25 horas en la casa, para hacerlo todo a la perfección y sin errores, porque era al aire.  Me pidieron que grabara cuatro programas una vez al mes, por lo cual me pagaban Q125. Quería llegar a tener 52 programas, que abarcaran un año completo, pero cuando llevábamos 38 lecciones cambiaron al director del canal, un coronel, que me dijo  que yo ganaba mucho dinero, algo que no era cierto, y me pidió una rebaja. Le dije que no hacía el programa para ganar dinero, y como me quitaba demasiado tiempo, solo grabé 40 programas. Luego me enteré de que las cintas de la serie las usaron para grabar programas de rock.

¿Cualquier persona puede pintar?

Así es, cualquier persona puede pintar. Yo tuve en mi galería incluso a una persona que era daltónica. Yo le identificaba los tubos de colores con números y le daba instrucciones como: “ahora mezcle el número uno con una cantidad  del tres o  agréguele un punto del seis”, y así  logró pintar su primer cuadro, aunque no distinguía los colores. Solo se necesita tener el deseo y ser dirigido por una persona que quiera enseñar. Hay quienes conocen la técnica,  pero no quieren enseñar. Aquí en Estados Unidos también he dado clases particulares.

¿Cuál o cuáles obras representan mejor su estilo?

Me encanta el paisaje, aunque también me gusta mucho representar la figura humana, especialmente los trajes regionales. Pinté muchos trajes en los mercados de Guatemala. Aunque creo que me inclino    más por el paisaje. Los cinco primeros lugares que gané en EE. UU. eran obras con figuras humanas. Uno es un cuadro típico de Guatemala, que se llama Almorzando, en el que aparece una familia de indígenas comiendo aguacate con tortillas  a la orilla del Lago de Atitlán.

¿Cómo describe su etapa artística en Estados Unidos?

También pinto la naturaleza; por ejemplo, las profundidades del mar.

¿Usted bucea?

Me gusta el esnórquel. Con  mi esposa hemos hecho esnórquel y me encanta admirar la cantidad de colores de los peces y los corales. También me gusta pintar las garzas y los cisnes. En la ciudad donde vivo, Lakeland, hay un lago dedicado a los cisnes, donde hay 80  de estas aves, blancas y negras. Mi tema ha cambiado poco.

¿Qué es lo que más  extraña de Guatemala?

Extraño el paisaje y el clima. Guatemala es un país bello en el que abunda por todos lados el  paisaje.

¿Quién es su musa?

Mi esposa, Elsie, con quien llevamos 52 años de casados. Ella ha sido mi inspiración. Yo le enseñé a pintar, y pintamos juntos, solo que el tema de ella son  flores y jardines.

¿Considera regresar a Guatemala?

Aquí nos quedaremos. Empezar otra vez sería difícil. Ya estamos encarrilados aquí. Además, aquí viven nuestros dos hijos e hija, quienes se casaron con estadounidenses.

Pero no dejo de pintar, porque aquí hay muchos espacios de arte, es cuestión de aprovecharlos. Se organizan  concursos, eventos y ferias de arte  todos los meses.  Hay asociaciones de pintores, en donde es difícil ingresar, pero he  estado trabajando independientemente y me ha ido bien.

¿Cuáles son los  colores de Guatemala?  

El azul es un color importantísimo  y predominante, por el clima y la ubicación geográfica del país. En la lejanía solo existen dos tonalidades: los azules y los violetas. Las montañas y los volcanes se vuelven azules con la distancia. El otro color impresionante es el verde. Durante  un viaje que hice en 1990 a Israel, a donde fui invitado para pintar una obra para el Museo de Jerusalén, solo veía desiertos. Cuando regresé y mientras el avión aterrizaba,  me pareció que Guatemala era como una esmeralda. La abundancia de verdes era increíble y no me había puesto a pensar que yo reproducía esas tonalidades  en mis cuadros. En Guatemala uno vive entre una joya verde y  azul.

Anécdota

“Le debo la vida”

Carlos de León Campos relata una anécdota de la década de 1980, cuando era maestro de pintura en su galería, en la zona 9:

“Un día me llamó un señor que, por su voz, parecía que era  bastante grande de edad, quien me pidió una reunión conmigo. Yo le dije que en cualquier  momento podía llegar a la galería. ‘Es que quiero llevarle algo y contarle una experiencia que tuve’, me dijo.

Después de una hora  llegó un señor de avanzada edad, con un álbum de fotos, quien  dijo ser un coronel retirado. Antes de que viera el álbum, me contó que una noche de 1979, mientras estaba desesperado y a punto de suicidarse, tenía a todo volumen el televisor para que no se escuchara el disparo.

En el instante que sostenía la pistola, dispuesto a consumar el acto,  puso atención a lo que yo decía en el programa, de que  cualquier persona podía pintar. Dejó el arma a un lado y comenzó a  tomar nota de los colores que se iban a necesitar para la clase. Me contó que decidió continuar y concluir  el curso de 40 lecciones. ‘Aquí le traigo el fruto de mi trabajo’, me dijo, al tiempo que me mostró 40 fotografías de los cuadros que había plasmado. ‘Aunque son de un principiante, a usted le debo la vida porque ahora soy feliz pintando. Los cuadros los regalo a mis amigos, porque ahora tengo amigos’, me dijo”.

Perfil

Trayectoria que trasciende las  fronteras de Guatemala

Nació en  Patzicía, Chimaltenango, en 1941.

De niño  le atraía dibujar paisajes y volcanes.

En 1979 se transmitieron 40 series de su programa televisivo Pintemos con De León Campos, por  Canal 5, donde enseñaba a pintar al óleo.

De 1960  al 2004 ganó varios concursos.

Presentó más  de 70 exposiciones  en  técnicas como acuarela, tinta, lápiz y óleo.

Reside desde  el 2004 en Lakeland, Florida, EE. UU., donde su arte ha sido reconocido con varios galardones.

Cifra

3000 alumnos aprendieron  bajo su tutoría a pintar al óleo.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.