Escenario

Día Internacional de la Mujer: 8 perfiles de artistas guatemaltecas

Le presentamos a un grupo de mujeres que moldean la historia y la creación de artes en el país desde varias disciplinas.

Las mujeres también aportan a la creación de las historias nacionales.

Las mujeres también han tomado el panorama artístico del país con distintas propuestas. (Ilustración: Diego Sac)

Este 8 de marzo conmemora el Día Internacional de la Mujer. La fecha fue proclamada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1977, y mediante la misma, la organización ha hecho referencia al valor de las mujeres también como “artífices de la historia”.

Su importancia además es por una lucha “plurisecular por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre”, dice la ONU. En Guatemala, las mujeres también se han destacado por su rol transformador en diversidad de áreas, incluyendo la práctica artística.

A propósito de esta fecha, destacamos el perfil de ocho mujeres guatemaltecas que han propiciado nuevos caminos para las artes con sus propuestas.

Cada artista cuenta con méritos que suponen hazañas dentro de sus trincheras personales, pero también para las distintas disciplinas a las que se dedican y que dejan huella en el país.

Mirada a las historias propias

Pamela Guinea ha estado detrás de películas exitosas y laureadas como Nuestras madres (premio Cámara de oro en el Festival de cine Cannes de 2019) o La jaula de oro (premio Ariel a la Mejor Opera Prima, 2014). Su participación ha sido como productora en esas y otras siete producciones durante los últimos 10 años.

El primer acercamiento artístico que tuvo fue con la literatura, ya que su familia ha desarrollado una editorial. No obstante, Guinea asegura haber encontrado su voz en la producción de cine, con lo que ha apoyado a distintos realizadores a contar sus historias.

Considera que uno de los retos más frecuentes en el séptimo arte es la escasez de relatos contados por mujeres. A propósito de esa inquietud, Pamela ha trabajado junto a organizaciones culturales por llevar a cabo espacios como la denominada Muestra de cine hecho por mujeres, en el que se presentan películas y cortometrajes elaborados por creadoras de todo el mundo.

Actualmente Pamela escribe el guion de una película, y a la vez trabaja en la postproducción de dos largometrajes.

“Cada obra es un reto y un desafío. El cine me ha dejado rigor y mucho trabajo colectivo”, manifiesta la productora, quien además se expresa comprometida con las mujeres creadoras y las invita a contar sus propias historias.

Música que da fortaleza y voz a otros

Ser una mujer cantante maya kaqchikel en Guatemala es una declaración política y un acto de resistencia. Estas características describen a Sara Curruchich, quien desde hace seis años utiliza la música como instrumento de introspección y de expresión de los pueblos indígenas.

“Decidí hacer mi propia música como respuesta a la introspección de mi ser como mujer indígena porque, aunque vivimos en un país multicultural y multilingüe, falta mucho trabajo por parte del Estado para la protección de los derechos de los pueblos originarios, de sus territorios, comunidades y ríos”, comenta.

Curruchich tiene claro que la música es la mejor forma de fortalecer su espíritu y así cantar el mensaje de que los pueblos indígenas no solo son parte de la cultura milenaria, sino que son grupos que defienden la vida. Además, es una forma de luchar contra el racismo y la desigualdad, por ello uno de sus anhelos es que sus canciones también sean fuerza y acompañamiento en la lucha de los demás.

“La música es mi fuente de fuerza y valentía, con ella sueño a que las mujeres podamos tener una vida digna, a que podamos caminar libres, seguras y sin miedo. Deseo crear una red más grande de mujeres cantautoras indígenas en Guatemala y a nivel internacional, porque así se genera una visión cosmogónica, histórica, de memoria y de defensa de las tierras”, puntualiza.

Pasión por la imagen documental

Andrea Aragón es una publicista que en 1999 empezó su caminar en el mundo de la fotografía documental y en el que destaca por ver las realidades de Guatemala.

Fue por una asignación laboral que terminó en un curso de fotografía junto a Wendy Walsh en Santa Fe, Nuevo México, EE. UU. y desde ahí comenzó su preparación en otros talleres y cursos en Estados Unidos y Francia.

Ha destacado en temas sociales, en especial de las minorías o de los que son invisibilizados. “Busco historias que me ayuden a explicarme a mí misma el mundo”, dice.

Destacan en su portafolio imágenes impresionantes de la vida de pacientes con VIH, migrantes y una de sus series más destacadas llamada Antipostales, en las que retrata una Guatemala que no todos quieren ver.

Cuenta que el ser mujer le ha ayudado a entrar a ciertos lugares y en la vida de las personas. Nunca se ha sentido amenazada y, por el contrario, esto le ha permitido que se abran más las puertas de su profesión. Invita a utilizar el lenguaje del arte como la escritura, la fotografía u otros…

“La historia y el mundo están contados desde la mirada de los hombres y cuando las mujeres asumimos el rol de contar, tenemos otra manera de ver y es más sutil porque tenemos más percepción y sensibilidad”, dice.

Aragón invita a que “tomemos nuestra mitad del mundo que nos corresponde a nivel de oportunidades, de campo y arte porque no existe diferencia entre lo que son capaces hombres y mujeres, juntos podemos crear un mundo mejor”.

El escenario como espacio de construcción

Patricia Orantes se enamoró de la actuación cuando vivió en Cuba hacia finales de la década de 1970.

En la isla ingresó a un taller de teatro en el que transformó su timidez en una fuerza que no la ha parado durante los últimos 30 años. En Guatemala, Orantes ingresó a estudiar en la Universidad Popular y posteriormente siguió formándose.

Además de dedicarse a la actuación, también lo ha hecho desde la dirección de más de doce puestas en escena. Actualmente es docente de actuación en la Escuela Superior de Arte de la Universidad de San Carlos y tallerista de manera independiente con otras mujeres de las artes escénicas.

Patricia asegura que en estos años se ha topado con algunos retos para las mujeres dentro del hacer teatral, como el hecho de que no se ha visibilizado tanto el trabajo de mujeres como directoras, sino que a estas suele vérseles más como actrices y no como orquestadoras de producciones.

“Aunque muchas veces hemos tenido un trabajo de años, no se nos ubica tanto por nuestra capacidad de dirección, aunque las generaciones han cambiado”, sostiene Orantes, quien agrega que su gran anhelo actualmente es ver una reapertura de los teatros; esos espacios de comunicación y construcción.

La actriz invita a que las mujeres se unan también con los hombres para trabajar en la formación de una mejor sociedad.

La literatura como reflexión

Desde hace 18 años Carmen Lucía Alvarado supo que quería dedicarse a la poesía para ver el mundo a través de sus poemas. Esto la ha llevado a escribir tres libros: Imagen y semejanza, que fue publicado en 2008,  año en el que considera dio inicio la búsqueda de sus opciones poéticas.

Con el segundo libro, Poetas Astronautas (2012), abrió una puerta que le permitió explorar sus inquietudes existenciales. En ambos aborda temas como el universo, Dios, la naturaleza y la muerte.

En el 2015 comenzó a escribir el que será su tercer libro y a la vez “su mayor obra”: Pangea muerte. Acá, Alvarado expresa sus pensamientos acerca de la muerte, la existencia y el territorio. En el proceso de escritura, con las interrogantes que surgían, publicó Edad geológica del miedo (2018).

Paralelo a la escritura, Alvarado es gestora cultural y editora de Catafixia, “una editorial que evidencia la literatura y memoria como formas de pensamiento, con el objetivo de que la sociedad conozca que somos un territorio lleno de escritores que usan sus libros como salvación, porque nuestra memoria está a salvo por medio del arte”, dice Alvarado.

Para la escritora, el mayor reto ha sido mostrar sus sentimientos y percepciones que le permite descubrir la poesía. “La historia del país ha sido mi mayor estímulo, por ello mi trabajo y mi palabra es una ofrenda. Espero que en algún momento abra interrogantes e inquiete a quien las lee o escucha”, comenta.

Aliadas en el cine

Antes de entrar a la universidad, Camila Urrutia no sabía a qué quería dedicarse específicamente. Solo tenía una certeza: “Lo que más me gustaba era el cine”, cuenta.

Motivada por ese sentimiento, incursionó en la carrera de Bellas Artes con especialización en producción fílmica, y también fue acreedora de una beca para cursar una maestría en estudios cinematográficos en La Sorbona (Francia).

Durante los últimos 18 años, Urrutia se ha dedicado a filmar cortometrajes y documentales en los que prevalece el rol de las mujeres en Guatemala. Asegura que por este oficio ha logrado conocer más del país, y la lucha de las mujeres en los pueblos indígenas.

Ese interés también fue plasmado con la realización de Pólvora en el corazón, su primera película que salió en 2019. La historia presenta la relación de dos amigas que se enfrentan a la violencia en ciudad de Guatemala.

Esto le valió a sus protagonistas un reconocimiento en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva (España) donde la película también ganó los premios a Mejor obra audiovisual con perspectiva de género y Radio Exterior de España.

Actualmente Camila y el equipo de filmación tienen el plan de llevar Pólvora en el corazón a más festivales latinoamericanos.

Camila se expresa entusiasmada con la idea de seguir afinando su propuesta artística y manifiesta que, a pesar de que muchas veces no hay tantas mujeres en el cine, lo cual provoca un camino “más solitario para las compañeras”, invita a más mujeres ávidas del séptimo arte a no sentirse solas, buscar aliadas y emprender juntas.

Soñar desde la pintura

La creación fue algo que se presentó desde temprana edad a Mariana Siebold, gracias a su mamá quien la motivó buscar su identidad desde el hacer artístico. Persiguió ese motivo hasta que logró obtener una beca en el Armand Hammer United World College, en Nuevo México, Estados Unidos, donde estudió Arte.

En la actualidad, Mariana suma más de tres décadas en las artes y se ha dedicado a varias disciplinas en las que ha implementado materiales como metal e incluso resina, pero fue la pintura lo que más la atrapó.

Desde esa área ha creado distintas obras donde plasma figuras geométricas que invitan a las personas a reflexionar, y que han sido concebidas por Siebold como “un idioma universal” donde aborda la conexión y la esencia de cada persona.

Las pinturas de Mariana se han visto en distintos espacios nacionales y de países extranjeros como España, Italia, Francia y Portugal. Además ha sido reconocida como embajadora del movimiento Cultura de Paz por el príncipe Damien Dematra de Singaraja, Indonesia, quien además es artista.

El viaje dentro del arte ha sido uno satisfactorio y de constante esfuerzo para Mariana, quien aconseja a las mujeres que se desean dedicarse a las artes plásticas a “perseverar y ser valientes”, ya que muchas veces, los retos para las creadoras empiezan desde casa. La artista invita tanto a mujeres como a hombres a perseguir todos los ideales que les mueven.

Un camino en la escultura

Su nombre es Luisa Aguilar de Ayau, es arquitecta y artista, a lo cual se ha dedicado por más de tres décadas. Ha incursionado en el muralismo, escultura en piedra y modelado en arcilla, dibujo y pintura.

En escultura le encanta descubrir lo fascinante de los mensajes en que se transforman la piedra o la arcilla, “pienso que todo en el universo esta cuántica y holísticamente comunicado”, dice.

En su arte busca crear una conexión simbólica con los distintos roles humanos. Busca responderse cuestionamientos sobre la existencia y la realidad, usando como recurso artístico la figura humana y la geometría. Detrás de cada obra generalmente hay un significado.

Su obra ha estado en exposiciones en diferentes países como República Dominicana, Italia y Austria. Uno de sus más recientes trabajos fue expuesto en el evento Mascarillas solidarias donde se presentaron objetos artísticos que fueron subastados para apoyar a afectados por el covid-19.

Luisa cuenta que, como mujer creadora, su mayor reto fue retomar la universidad cuando ya tenía cuatro hijos. “Yo aconsejaría a todas las mujeres tener confianza en sí mismas. Emprender actividades que verdaderamente las apasionen y hagan felices”, expresa.

Su mensaje es que las mujeres se sientan orgullosas de su género, y que aprovechen haber nacido en estos siglos donde hay libertad e igualdad.