No deje de leer:
En el 2009 decidió viajar. Entre Los Ángeles y San Francisco vivió los primeros años, cuatro para ser exactos, para al final radicar en la ciudad angelina, que según menciona tiene una de las mejores plataformas musicales donde se puede hacer carrera.
Cáceres es un guitarrista apasionado por los géneros jazz y World Music. El primero porque le permitió ver este arte desde otra perspectiva y el segundo debido a la diversidad cultural que hay en Los Ángeles. “Desde que vine acá estuve expuesto a música de Irán, Afganistán, India, Egipto, Rusia, Turquía y de Latinoamérica, también música klezmer y sefardita”, menciona el guatemalteco.
Seis discos resguardan su talento: Incienso (1998), Baracá (2003), Mestizaje (2004), K’atun (2012), Enjoy (2013) e Hispánica (2015), además de colaboraciones con artistas internacionales. En esa lista están Enrique Bunbury, Strunz & Farah. Ardeshir Farah, Salar Nader (percusionista de Stanley Clark), Carlitos del Puerto (bajista de Chick Corea) y Carmine Rojas (bajista de David Bowie), entre otros.
Pasión en las venas
Desde niño, Alfredo Cáceres estuvo expuesto a la música, pues su padre tocaba la guitarra flamenca y clásica. Él heredó el talento y la pasión.
“Es uno de los instrumentos más completos y complejos que hay. Es imposible de dominar y cada vez te das cuenta que hay mucho más que aprender de ella”, dice sobre su compañera de seis cuerdas.
Sus melodías se escuchan en distintos espacios de Los Ángeles, bien puede ser un gran escenario o un jazzclub, como también una gira por EE. UU., Canadá, México y Europa.
“En los últimos años me he influenciado de la música del medio oriente y también de la guitarra latinoamericana”, refiere.
Entre sus planes está continuar colaborando con la banda Ziroq, dirigida por el bajista Carmine Rojas y el cantante y guitarrista Marcus Nand. También trabajará en su proyecto personal Hispánica, junto a Waldo Valenzuela.
“En un futuro próximo queremos hacer una reunión del ensamble guitarrístico guatemalteco Siroko”, refiere el músico nacional, quien disfruta de los momentos de soledad que le permiten dar rienda suelta a su creatividad musical, pero también de la compañía de los animales.
Aunque está lejos de Guatemala no pierde contacto con su gente, pues mantiene una estrecha relación con otros connacionales que residen en Los Ángeles como el pianista Donald López. el roquero Lui Donis, el productor Luis Eduardo Juárez, y otros.
“En Estados Unidos la vida es solitaria y muy rápida, pero es el sacrificio que hacemos. Extraño la naturaleza de Guatemala, a mis amigos de la música, la comida y las tradiciones”, indica, es por ello que cada dos años aborda un avión para regresar a su terruño. El año pasado estuvo de visita en el país.