El primer maestro de dibujo y pintura que Goya tuvo fue José Luzán Martínez, que enseñaba en su casa y en la Academia de Dibujo en 1754, poco antes de que Goya entrara como su alumno, a los 13 años.
En 1785 ingresó en la Academia de San Fernando y en 1789 fue nombrado pintor de corte por Carlos IV. En 1799 pintó para el soberano el famoso retrato La familia de Carlos IV, que se considera una de sus obras maestras.
La obra de Goya no pasó desapercibida para la aristocracia de ese entonces. Entre su trabajo para la clase alta de Madrid están algunas de sus obras más valoradas, como La condesa de Chinchón o La maja vestida y La maja desnuda. De estas últimas se dice que representan a la duquesa de Alba de Tormes, quien habría mantenido con el artista una relación escandalosa.
En 1799, concluyó una de sus grandes series de grabados, Los caprichos, 82 aguafuertes que constituyen una crítica de la sociedad civil y religiosa de la época. Estos grabados crearon a una serie de personajes extraños y macabros que protagonizaron sus obras posteriores.
En 1808, pese a la invasión de España por las tropas napoleónicas mantuvo su puesto como pintor de la corte, en ese entonces con José Bonaparte. Eso no le impidió plasmar los horrores de la guerra en obras como El 2 de mayo y Los fusilamientos del 3 de mayo, que reflejan los dramáticos acontecimientos de aquella época en Madrid.
En 1815, Goya, se retiró de la escena pública. En 1819 tuvo una recaída por la enfermedad que en 1792 lo había dejado sordo. Murió en 1828, en Francia.