En realidad, este es el segundo concierto de la agrupación, pero ellos lo consideran el inaugural, en el que tocaron sus instrumentos con la sala tan llena que algunos asistentes tuvieron que sentarse en las gradas por falta de espacio.
Palabras en latín
El nombre del grupo significa “reina del violonchelo”.
“Es un juego de palabras que se origina de la advocación mariana Regina Coeli, que en latín significa Reina del cielo”, explica Alvarado, músico y compositor que aporta destreza y experiencia.
“Se le ocurrió a Pamela Flores, una de las integrantes, y está muy adecuado para este grupo de mujeres violonchelistas, instrumento que regularmente ejecutan los hombres. Lo ideal sería que las integrantes fueran cuatro mujeres, pero en algo sirve un hombre feo en el grupo, da contraste y se aprecia mejor la belleza femenina”, dice Paulo con aire bromista.
El concierto
Aunque todo estaba listo en el auditorio del segundo piso para empezar el concierto a la hora programada, fue necesario esperar unos minutos pues en el auditorio del primer nivel terminaba un concierto juvenil que amplificaba música con ruido y estruendo.
El concierto comenzó con una obra de Paulo Alvarado titulada Confesión del alma, que compuso para una película. Después se oyó el cuarteto para chelos en re menor, del compositor croata Rudolf Matz, pieza que contagia su dramatismo.
Experimentación
Después, el grupo se concentró en el performance La galería, en el que usan instrumentos diseñados por el musicólogo guatemalteco Joaquín Orellana. Sonidos metálicos, agudos y prolongados salieron del cir-lum, círculo de tubos que parece una jaula; el tub-arc, tabla con tubos que se hace sonar con el arco del violonchelo para lograr un sonido prolongado; y el pinza-fer, de hierro negro, de forma acampanada que al rasparla produce un fuerte ruido.
Kevin Frank hizo sonar un membranófono de frotación, es decir, un ronrón de feria, esos conitos de cartón, papel brillante y plumas de colores que alguna vez hemos hecho zumbar en las fiestas cantonales. La diferencia es que este era enorme. Seguidamente, los músicos interpretaron Oblivion, en arreglo de Pamela Flores.
Cerró el concierto la pieza de rock metaloso Murciélago danzante, de Ranferí Aguilar y el grupo Alux Nahual, en arreglo para cuatro chelos de Paulo Alvarado.
Por admiración
El concierto incluyó una obra dedicada a Efraín Recinos, escultor y pintor, diseñador del Teatro Nacional, creada por Flores. Expresó que es un homenaje a un artista que siempre admiró pero con quien nunca pudo conversar. Compuesta originalmente para dos chelos, es una especie de acróstico en el que usa el cifrado americano de música para formar el nombre Efraín.
Flores usó para hacer sonar las cuerdas un arco inventado por ella —inspirada por el ejemplo de Orellana— denominado chibolófono, una serie de pelotas de ping-pong sujetadas a un pieza de madera que permiten crear textura musical y sonido envolvente.
Maestros de las cuatro cuerdas
Pamela Flores es compositora de música académica. Estudia en la Escuela Superior de Arte de la Usac. Ha presentado sus obras en escenarios de Guatemala y El Salvador.
Ana Galdámez se graduó recientemente como chelista profesional en el Conservatorio Nacional de Música. Integra la Sinfónica Nacional de Guatemala.
Mabe Fratti es vocalista y compositora del grupo Moz. Desde los 15 años desarrolla proyectos independientes de música electrónica.
Paulo Alvarado, reconocido como uno de los exponentes guatemaltecos con más créditos en música contemporánea, rock, experimental y rescate de música histórica de Guatemala.