¿Es verdaderamente sostenible una prenda hecha de algodón ecológico que crece en un país, mayoritariamente en Asia, se manufactura en otro y finalmente viaja hasta los mercados de Estados Unidos y Europa en busca del consumidor final?
“Antes de llegar a las tiendas la ropa ha dado tres veces la vuelta al mundo y eso no es sostenible”, aduce esta experta en este ámbito, un sector en el que decidió especializarse después de trabajar como diseñadora en dos grandes marcas del mundo de la moda y darse cuenta de que “las cosas no se estaban haciendo bien”.
La moda sostenible, asegura la diseñadora, pasa por un decrecimiento del consumo, ya que por muy ecológicas que sean las prendas, para hacer una sola camiseta se emplean 2.700 litros de agua, indica esta experta, cuya institución organizó recientemente en el Museo del Traje de Madrid una jornada que reunió a expertos y promotores de iniciativas de moda sostenible.
“En Estados Unidos se tiran 12.4 millones de toneladas de ropa que se ha usado una media de 6 veces, mientras que un porcentaje muchísimo más pequeño se dona”, denuncia Gómez, quien no duda en sentenciar: “La prenda más ecológica es la que ya está hecha”.