Al ver escenas o leer artículos sobre los bellos paisajes de nuestro país me propongo visitarlos. El hecho de estar fuera me ha abierto aún más los ojos de la singularidad de nuestra gente, de la maravilla de sus personas, de la esperanza de nuestros niños. Realmente me siento afortunado de haber nacido en Guatemala y estoy consciente de que mi vida en el extranjero me ha brindado la oportunidad y el deseo de aprender aún más del lugar de donde vengo, de mis raíces.
Existen algunas nostalgias, pero siempre sé que puedo regresar, sé que puede ser una buena idea, y muy probablemente lo haré. ¿Cuántos lugares no conozco de Guatemala? ¿Cuántos ríos debo visitar y sumergirme? ¿Cuántas lunas llenas podría apreciar mi corazón en sus calles y parques? ¡Cuánto deseo vivir otra vez una Semana Santa en Guatemala! Soy feliz, porque sé que pronto la viviré y mientras espero ese momento, veo al cielo y recuerdo que lo veía de la misma manera al ser niño, cuando era pequeño y nunca imagine vivir fuera de mi país.