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El especialista añade que, además, la nutrición materna “puede condicionar el metabolismo fetal e influir en el riesgo posterior de enfermedades en la infancia o en la vida adulta”.
Comida de elaboración sencilla
Martínez Olmos recomienda a las mujeres embarazadas que “hagan cinco comidas moderadas a lo largo del día y que eviten tanto el picoteo como los periodos largos de ayuno”.
Asimismo, indica que es preferible optar por elaboraciones sencillas como la cocción, el horneado, la plancha, el vapor o el salteado. “El agua debe ser la bebida principal y, si se consume algún zumo o lácteo, estos deben estar pasteurizados”, advierte.
El facultativo subraya que una mujer embarazada tiene que tomar alimentos ricos en nutrientes y evitar los que aportan calorías vacías.
“Debe consumir frutas, verduras, cereales integrales, lácteos bajos en grasa y alimentos proteicos variados. Por el contrario, debe evitar los alimentos ricos en grasa o azúcares, como los refrescos azucarados, postres dulces, fritos, lácteos enteros y carnes grasas”, precisa.
Además de dejar a un lado la comida poco saludable, Martínez Olmos afirma que hay que prescindir de ciertos alimentos por su potencial efecto tóxico para el feto.
Este es el caso de determinados mariscos y de algunos pescados de gran tamaño como el atún rojo, el pez espada, el cazón, el lucio, etc.
“Pueden acumular metilmercurio y el mercurio podría causar daño en el desarrollo del sistema nervioso fetal”, aclara.
No obstante, el endocrino indica que es importante consumir otros pecados y mariscos unas tres veces a la semana, incluyendo pescado azul por su aporte de omega 3.
Asimismo, es fundamental dejar de tomar alcohol desde el momento en que la mujer sepa que está embarazada o incluso antes si se trata de un embarazo planeado.
“El alcohol le llega al feto directamente a través de su torrente sanguíneo. Esto puede provocar un aborto espontáneo, parto prematuro, retraso del crecimiento y desarrollo del cerebro, malformaciones y un incremento de la tasa de mortalidad neonatal”, detalla.
En este sentido, el especialista pide precaución con las bebidas “sin alcohol” ya que pueden contener algo de alcohol, como ocurre con algunos tipos de cerveza.
También desaconseja tomar suplementos herbales o hierbas medicinales durante el embarazo. “Este tipo de productos son difíciles de controlar. Muchas veces se desconoce su composición o su pureza y algunos de sus componentes pueden interferir con medicaciones de uso habitual o producir efectos adversos”, expresa.
Sin embargo, señala que el jengibre sí puede ser útil para controlar las náuseas del embarazo.
“Por otro lado, hay que limitar la ingesta de cafeína a 200 miligramos al día, es decir, un máximo de dos tazas de café”, agrega.
Del mismo modo, es necesario tener precaución con el hígado y sus derivados, como el paté. “Aunque no es una recomendación generalizada, en algunos países se recomienda evitar estos productos durante el embarazo por su elevado aporte de vitamina A, que en dosis altas puede asociarse a toxicidad fetal”, aclara.
Asimismo, el endocrino subraya que durante el embarazo es necesario evitar los alimentos que puedan transmitir enfermedades.
Este es el caso de aquellos que se consumen crudos o poco cocinados, por ejemplo, ciertas carnes como el jamón serrano o la cecina; los pescados crudos como el sushi o el salmón ahumado o los huevos, que se emplean crudos para preparar mayonesa casera y ciertos postres.
Tampoco se deben tomar durante el embarazo productos lácteos no pasteurizados ni frutas o verduras sin lavar.
“Todos estos alimentos pueden trasmitir algunas enfermedades como la toxoplasmosis, la listeriosis o la brucelosis que, además de afectar a la salud de la madre, suponen un riesgo para el feto pues pueden causar enfermedades congénitas, parto prematuro o aborto”, indica el galeno.
Puesto que las frutas y las verduras son fundamentales para que la dieta sea saludable, es necesario tener en cuenta ciertas recomendaciones en lo relativo a la higiene para minimizar este peligro.
Así, es aconsejable lavarlas con lejía apta para alimentos a razón de cuatro gotas de producto por cada litro de agua. “Se sumergen las frutas y verduras durante al menos 10 minutos y después se realiza un enjuagado abundante con agua potable”, explica el doctor Martínez Olmos.
“Si esto no es posible, al menos hay que lavar las frutas y las verduras bajo el agua corriente durante un mínimo de 30 segundos antes de comerlas”, indica.
El especialista manifiesta que también es imprescindible tener unos buenos hábitos de higiene personal, que incluyan lavarse las manos con frecuencia, tanto antes como después de manipular alimentos, y mantener siempre limpios y desinfectados los utensilios como platos o cuchillos, así como las superficies de la cocina.
Dieta y suplementos
Durante el embarazo, puede ser necesario complementar la dieta con determinados suplementos en forma de cápsulas o pastillas.
“En general, se recomienda la suplementación con ácido fólico en dosis de 400 microgramos al día, aumentada a cinco miligramos al día en embarazadas con riesgo nutricional, por ejemplo, las que tienen obesidad. Se debería comenzar la suplementación al menos un mes antes de la gestación y mantenerla durante las primeras 12 semanas de embarazo. Si la madre presenta riesgo nutricional, hay que prolongar la administración de ácido fólico”, detalla.
Asimismo, indica que la gestación se asocia con frecuencia a anemia ferropénica y, en estos casos, “se recomienda el uso de suplementos de hierro”.
Respecto al calcio, el especialista señala que, dado que durante la gestación aumenta un 40% la absorción de calcio, “no sería precisa su suplementación en madres con una ingesta adecuada, que equivaldría, por ejemplo, a unos tres lácteos al día”.
“Acerca del yodo existen diferentes posturas, pero se recomienda la suplementación con yoduro potásico en mujeres que no alcanzan las ingestas recomendadas con su dieta (tres raciones de lácteos más dos gramos de sal yodada al día). Además, las vitaminas A y D se podrían suplementar en caso de deficiencia”, apunta.
El Institute of Medicine (IOM) recomienda tomar suplementos con múltiples micronutrientes (los llamados polivitamínicos) a las mujeres embarazadas que no consuman una dieta adecuada o que tengan patologías que impliquen mala absorción de nutrientes, por ejemplo, enfermedades inflamatorias intestinales.
En este sentido, el doctor Martínez Olmos manifiesta que, por el momento, no existe evidencia científica suficiente para generalizar la recomendación de estos suplementos en todas las embarazadas. “Por lo tanto, las mujeres sanas y bien nutridas no precisarían estos polivitamínicos”, concluye.
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