Salud y Familia

Cuando las reuniones familiares no son un espacio seguro

La Navidad y el encuentro familiar significa un reto para muchas personas. Esto supone una reflexión sobre los límites, la honestidad y el amor propio que también pueden enseñar la época.

Cuando las reuniones familiares no son un espacio seguro

Escenarios de incertidumbre, ansiedad o estrés pueden surgir en la época final de año producto de la convivencia familiar. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Desde la herencia religiosa y la práctica comunitaria de la fe cristiana, la Navidad se ha entendido como un fecha para celebrar el nacimiento de Jesucristo y honrar la unión familiar.

Tomando en cuenta esta idea, vale preguntarnos nuevamente por la importancia de este núcleo de personas, que, más allá de un linaje de sangre o de la unidad estrictamente biológica, puede concebirse como un grupo atado por la confianza y el amor.

En palabras de la psicóloga Cristabel Ramírez, una familia podría entenderse como “el único espacio donde nos sentimos confiados, plenos, y el refugio donde nos aceptan y festejan por lo que somos”.

La vida espiritual y la familia encuentran un punto común que por tradición suele reforzarse en Navidad. Sobre esto, Cristabel Ramírez subraya que la vida espiritual empieza con llenar las mentes y corazones de amor para luego enseñarla y brindarla a los demás; algo que puede verse como parte del aprendizaje familiar.

A la vez, la transmisión de una vida espiritual será un “ejemplo amoroso y constante, viviendo los valores de la Navidad que son esperanza y amor”, añade Ramírez.

La importancia de la familiaridad o de lo que puede provocar un grupo con afinidades íntimas radica también en un sentido de pertenencia, según apunta la psicóloga Nissely Herrera.

“Mientras crecemos tenemos un radar muy atento y activo que siempre está tratando de descifrar de qué manera podemos pertenecer. Entonces, en la primera infancia el tema de pertenencia es fundamental porque se va trasladando a otras áreas de relación y convivencia“, comparte la especialista en salud mental.

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La época navideña es una oportunidad para celebrar la unidad con quienes nos hacen sentir a salvo. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

En ese sentido, las fechas que rondan el final de año, asociadas con reuniones o convivios, pueden ser un gran aporte. De acuerdo con Herrera este tipo de celebraciones fomenta en muchos de los miembros, el sentido de pertenencia. 

Asimismo, el encuentro -deseado- entre personas familiares -compartan un mismo lazo sanguíneo o no- da pauta a considerar la presencia, el interés y la constancia. “Estos tres ingredientes son claves para sostener y nutrir vínculos en cualquier momento, no importa si es Navidad o no“, comparte Herrera.

No todo lo que brilla es oro

Paradójicamente, y a pesar del sentido generalizado que implica una apertura a la unidad, la época final de año puede también ser motivo de disyuntiva emocional para muchas personas.

Si nuestros vínculos no son honestos, no importa si es Navidad o la fecha que sea, estos no se sentirán de forma genuina y más allá de nutrirnos, de recargarnos o de renovarnos, pueden llegar a drenar profundamente“, apunta Nissely Herrera.

La falta de honestidad a la que refiere la psicóloga puede vincularse de igual manera con el miedo o el rencor que se acumula frente a otra o varias personas del grupo familiar.

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Durante las épocas festivas es válido tomar distancia de espacios familiares que no hacen sentir cómodas a las personas. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

De acuerdo con las entrevistadas, para muchas personas, la relación con cierto(s) pariente(s) puede detonar inseguridades y experiencias incómodas a lo largo de la época navideña. Esto puede deberse a traumas generados en medio de la convivencia que abarcan desde el rechazo, hasta la violencia.

A propósito de esto, la psicóloga Silvia Cordón cuenta que durante las temporadas navideñas suelen aumentar casos psicológicos en los que se acude a terapia para enfrentar el estrés o lo tensión emocional.

“Los casos se dan porque muchas personas tienen que convivir con cierto miembro de la familia por temas que no se han tratado o sanado. También hay familias donde algún miembro de la familia fue abusado psicológica o sexualmente por algún miembro de la familia; es un secreto a voces pero que no se trabajó y aún así, hay que seguir conviviendo con esa persona“, ejemplifica Cordón.

Cuando las reuniones familiares no son un espacio seguro
Expresar con honestidad las emociones alrededor de las celebraciones familiares permite un acercamiento a la empatía. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Frente a este tipo de escenarios, la Navidad sacude memorias atravesadas por dolor. La psicóloga Cordón reconoce esto como un desafío grande ya que no todas las personas se abren a la reconciliación o al amor, “como lo venden en las películas”.

La psicóloga también cuenta que para que surja una conexión espiritual (como la que se propone desde la Navidad), más allá de una creencia religiosa, se necesita un trabajo interno que permita ver las heridas propias, reconocer los defectos y asumir los traumas, responsabilizándose por la propia sanación .

A esto se debe contraponer otra certeza: “La familia no va a cambiar y tampoco los eventos que sucedieron a nivel personal. Lo que sí puede cambiar es nuestra percepción de los eventos y nuestra actitud frente a nuestra vida familiar o ante determinado miembro. Eso sí sería un gran trabajo a nivel espiritual”.

Transformar el sentido propio

Nissely Herrera secunda lo expuesto por Cordón. “Definitivamente, no siempre la familia es un espacio seguro. Es duro, es triste, crudo, pero es real. Sin embargo, cuando podemos reconocer esto y empezamos tomar medidas para mantenernos a salvo, podemos vivir una realidad mucho más consciente”, añade la psicóloga Herrera.

Para la especialista, además de los casos de violencia psicológica o sexual, dentro de las familias también han sido comunes las experiencias donde los familiares hacen comentarios violentos respecto al cuerpo, sus relaciones interpersonales o sobre otras decisiones que toman los parientes.

“Reconocer que no es un espacio seguro me ayuda a tener una entereza de adulto para poder llevarme a espacios más confiables y también para aprender a estar conmigo mismo y saber que eso está bien y es una posibilidad”, añade Herrera.

Cuando las reuniones familiares no son un espacio seguro
Poner límites, reconocer qué nos hace sentir bien y abrirse a la compasión puede entenderse como un acto espiritual. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Para Silvia Cordón, llevarse al autocuidado en la época navideña  también requiere una postura de total honestidad: asumir los compromisos que verdaderamente se quieren asumir, tomarse el tiempo que se pueda para celebrar, reflexionar, meditar y salir del bullicio de los centros comerciales y lugares “que nos pretenden vender una Navidad”.

Abrirse a los demás también es parte del cuidado emocional.  Es importante reconocer la importancia de las personas a quienes tenemos confianza y a los integrantes de la red de apoyo que, según apunta Cordón, puede ir desde una amistad, el terapeuta, el vecino o quien sea en condiciones para sostener contacto.

Un cambio en la perspectiva de las reuniones familiares durante la época navideña (o en cualquier otro momento), puede alcanzarse mediante varias reflexiones personales. Entre ellas destacan:

  • Hacer un escaneo emocional: Es importante reconocer cómo nos sentimos frente a un evento familiar al que fuimos invitados. También lo es, saber cuán vulnerables o capaces nos sentimos y qué tan bueno es ir a uno de estos eventos.
  • Permitirse un límite: Se vale establecer cuánto tiempo consideramos es razonable para nosotros ser parte de las convivencias.
  • Compartir en red: Cuando se ubica al grupo de personas o a las personas que están dentro del evento, es importante saber si participará alguien de la propia red en quien se confíe plenamente.
  • Reconocerse en la familia: Más allá del cariño o la cercanía con el grupo familiar, también se vale no participar de dinámicas y actividades que contradigan la ética personal.
  • Otros cuidados: Los límites también implican saber cuánto es razonable consumir alimentos o bebidas. Esto ayudará a mantener un sentido de seguridad al saber qué tipo de convivencia se puede y quiere tener en medida que se desarrolla el evento.

ESCRITO POR:

Alejandro Ortiz

Periodista de Prensa Libre especializado en temas sobre cultura y bienestar, con 5 años de experiencia.

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