Guatemala

Dos manifestaciones que cambiaron el rumbo del país

A lo largo de la historia guatemalteca, han ocurrido movimientos de protesta y descontento, que han llevado incluso a la renuncia o destitución de gobernantes, al menos en dos casos, según lo detalla la Historia General de Guatemala.

La historia de Guatemala está marcada por dos manifestaciones que cambiaron el rumbo del país. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca).

La historia de Guatemala está marcada por dos manifestaciones que cambiaron el rumbo del país. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca).

En uno de los casos se trató de las manifestaciones de repudio al gobierno de Manuel Estrada Cabrera, en 1920, cuyo régimen intentó confrontar a dicha expresión; en el segundo caso, fue también otro dictador, Jorge Ubico Castañeda, el que subestimó el clamor popular, aunque finalmente tuvo que dimitir.

Marcha marcó fin de dictadura en 1920

En 1920, Manuel Estrada Cabrera, quien gobernaba el país desde 1898, hacía oídos sordos a las expectativas de cambio de diversos sectores sociales. Aunque toleró el reconocimiento del naciente partido denominado Unionista, en la práctica continuaba con la persecución de opositores.

El 8 de marzo de 1920, miles de personas que simpatizaban con el movimiento del unionismo, marcharon desde el bulevar 30 de Junio, hoy avenida de La Reforma, para exigir la renuncia de Estrada. Pero esta manifestación fue reprimida. El Ejército disparó contra los manifestantes, lo que causó indignación generalizada pero unió aún más al pueblo guatemalteco y a la comunidad internacional en contra de Estrada Cabrera. El presidente se dio cuenta entonces de que el pueblo ya no era dócil y manejable. Esto incluso llevó a que se multiplicaran los llamados clubes unionistas en el país.

El 18 de marzo, todo el personal de la oficina de correos se declaró opositor al gobierno y a ellos les siguieron los telegrafistas. En el Ejército también había aliados, velados, de los críticos a Estrada. Según la Historia General “Estrada Cabrera todavía creía que los unionistas no eran más que un grupo de conservadores disfrazados que intentaban derrocarlo y creía además, que nadie podía desempeñar su trabajo mejor que él. Estrada Cabrera se recluyó en su residencia privada La Palma, donde se rodeó de soldados de Sija, Momostenango y Canales, en cuya lealtad confiaba. Sin embargo, muchos soldados empezaron a desertar y, José María Letona, su confidente y secretario privado, también lo abandonó.”

El 8 de abril de 1920, la Asamblea Nacional declaró a Estrada Cabrera incapacitado para ejercer el poder, por pérdida de sus facultades mentales. El decreto 1022 ordenó el reemplazo inmediato del gobernante hasta que se efectuaran elecciones libres.

La marcha contra el general Ubico

En junio de 1944 el magisterio organizó una manifestación de repudio al régimen represivo del general Jorge Ubico Castañeda. El Decano y el secretario de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional fueron destituidos y se nombró en su lugar a personas afines a la dictadura. Esto último provocó una reacción estudiantil de repudio, que añadió fuerza al movimiento. Se declaró la huelga general en la Facultad, hasta que fueran satisfechas las demandas enunciadas. En esa forma, como lo aseveró Manuel Galich, `habían comenzado las jornadas de junio'.

Los estudiantes plantearon tres demandas al gobierno de las cuales se aceptaron dos: el Ideario Universitario, que era una declaración de principios entre los que se incluía la autonomía de la Universidad, entre otros postulados cívicos y políticos; y, por otro lado, un decreto en el que se declaraba a los miembros del magisterio nacional como integrantes de la AEU.

Los abogados se solidarizaron públicamente con el movimiento, así como otros grupos de profesionales, intelectuales y del sector productivo, que también apoyaron abiertamente la huelga general y, específicamente, la terminación de la dictadura. La Historia General refiere: “El sábado 24 de junio, a las 11 de la mañana, con las manos juntas a la espalda, los estudiantes desfilaron por las principales calles de la ciudad, hasta la Legación de Estados Unidos de América (hoy 12 calle y 8ª. avenida zona 1). A las cuatro de la tarde, se presentó al Presidente de la República un memorial en el que se pedía el inmediato restablecimiento de las garantías constitucionales. El documento se conoció como Memorial de los 311, por el número de ciudadanos que lo suscribieron, con firmas legibles, y sus efectos fueron demoledores en la moral del dictador y la de sus cercanos colaboradores, no sólo por su contenido sino por la representatividad política y social de los signatarios”.

Por la tarde de ese día hubo otra manifestación de estudiantes, maestros, profesionales, comerciantes, obreros, amas de casa, e inclusive niños, refiere el texto. “Los establecimientos comerciales cerraron sus puertas, aunque no se produjeron enfrentamientos directos. Con el objeto de intimidar a la población, el gobierno destacó contingentes de policías y soldados armados, que agredieron a pacíficos ciudadanos en varias zonas de la ciudad, con cauda de numerosos presos, heridos y varios muertos”.

El 25 de junio, había nuevas marchas en el hoy Centro Histórico. Hubo detenidos y golpeados. Un nuevo intento de manifestación del pueblo -una procesión de mujeres de las principales familias, que salieron del Templo de San Francisco- había sido disuelta en una forma mucho más dura que la de la mañana… El saldo de ese día fue una mujer muerta, la profesora María Chinchilla, por arma de fuego, y otras personas heridas o quemadas de modo grave.

A pesar de la restricción de las garantías constitucionales, el lunes 26, y los subsiguientes hasta el 30 de junio, muchos profesionales, estudiantes, obreros y comerciantes, hombres y mujeres de las familias más conocidas de la ciudad suscribieron memoriales dirigidos a Ubico, en los que se denunciaban los acontecimientos y se planteaba como única y urgente solución la renuncia del gobernante.

La mañana del 1 de julio, Ubico renunció.

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