EDITORIAL

Ante protesta debilitada es urgente la propuesta

Dos falencias cruciales atraviesan la protesta de quienes están en contra de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala y lo hecho hasta hoy por el Ministerio Público y es su visceral encono a la lucha contra la corrupción y la nula propuesta o crítica al combate de ese flagelo que está harto demostrado que no solo ha causado un enorme daño al país, sino que ha sido instigado por las más altas autoridades.

Por eso hicieron bien los alcaldes, ahora más divididos que nunca antes, en no sumarse a esa protesta en la que también fue evidente que cada vez están más solos quienes han radicalizado la supuesta indignación por la soberanía nacional y ha de ser porque fluyen los recursos para el pataleo, el cual también se sabe que cada vez fluye menos, porque también han incurrido en demasiada imprudencia y generalizado sus ataques.

En el mundo hay un descontento claro contra el abuso gubernamental en el uso de los recursos de los contribuyentes, pero también cada vez son más los funcionarios de alto rango que caen en manos de la justicia, porque hay un clamor generalizado por frenar esa rapiña, uno de los ingredientes críticos que le falta a quienes al final terminan ubicándose del lado de quienes tratan de beneficiar la impunidad.

Solo en Latinoamérica pueden llegar a la decena el número de expresidentes en la mira de la justicia y varios de ellos ya se encuentran tras las rejas por una inmoral forma de enriquecimiento, que de la noche a la mañana les hizo pasar a engrosar las filas de nuevos millonarios, mientras muchos de los históricos rezagos sociales continúan inalterables.

Por eso ha hecho muy mal el presidente Jimmy Morales en atacar a las más importantes instituciones del país, como es el Ministerio Público, la Contraloría General de Cuentas y la Procuraduría de Derechos Humanos, porque con ello también demerita el alto cargo que ostenta y no parece darse cuenta del mandato constitucional que lo obliga ha actuar con mayor prudencia. Sus rabietas públicas desentonan con quien está llamado a ser el representante de la unidad nacional.

El tiempo se le agota al mandatario y así como la manifestación del sábado es como para ver la creciente soledad que le embarga, también debe ser mucho más prudente en atender las sugerencias de quienes persisten en instrumentalizarlo, porque indudablemente continuarán con la perversa idea de las movilizaciones, lo cual solo irá en detrimento de la alta investidura de la presidencia.

Quienes con sus protestas y consigna en contra de la Cicig se ponen del lado del presidente también le hacen un enorme daño porque el país se encuentra en un peligroso estancamiento y todavía algunos mensajeros de los malos augurios se atreven a pedir acciones de mayor parálisis de la economía nacional, con lo cual se ubican del lado de los regímenes totalitarios que se aferran al poder, aún a costa de la vida de valiosos seres humanos, por el simple hecho de exigir un mínimo de ética en la conducción del Estado.

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