EDITORIAL

Bajo el imperio de la estulticia

Desde los primeros días de funcionamiento del actual gobierno se tuvo la percepción de que sería una de las administraciones más precarias. En esencia porque era un grupo de personas, o por lo menos las caras visibles, muy alejadas del conocimiento de la política y de prácticamente cualquier participación en el servicio público. Se podía prever una rápida adopción de la politiquería y de estulticia, es decir, de la necedad y la tontería, lo cual se ha ratificado debido a los constantes yerros, inexperiencia y exabruptos de la primera línea de mando.

Eso se volvió a ratificar ayer cuando el presidente Jimmy Morales, durante la inauguración de la V Feria del Empleo, afirmó que la justicia debe dedicarse a “perseguir los delitos y no a las personas”. Ante semejante muestra de desconocimiento, los periodistas esperaron que el mandatario concluyera su participación para preguntarle por el significado de sus palabras, las cuales no solo repitió, sino que reclamó que antes de señalar a una persona de debe contar con las pruebas.

El deplorable discurso del mandatario refleja no solo la pobreza de criterio imperante en muchos órganos de poder, sino que esas afirmaciones estaban dirigidas a justificar un supuesto reclamo a la justicia en el caso del alcalde Álvaro Arzú, a quien habría tratado de defender, sin reparar en que su imprudencia constituye un nuevo e innecesario ataque al Ministerio Público y a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, a quienes estaría señalando de acusar a la ligera, sin contar con las pruebas suficientes.

Este tipo de comentarios son los que afianzan la percepción de que el mandatario no respalda los esfuerzos de persecución criminal ni el combate de la corrupción o a sus protagonistas de todo nivel, a quienes habría que dejar de perseguir, como si los delitos surgieran de la nada.

Lamentablemente, en esos exabruptos el gobernante no está solo. También lo ratificó el vicepresidente Jafeth Cabrera, quien en otro evento dijo que la Corte de Constitucionalidad se extralimitó en sus funciones al poner en su lugar a quienes a su vez han dejado por los suelos la diplomacia guatemalteca.

Por si no fuera suficiente, Cabrera agregó que Estados Unidos tendría que dejar sin visa a todos los guatemaltecos, porque aquí todos somos corruptos, en una nueva muestra de la enorme incapacidad de quienes hoy dirigen los destinos del país, pero además con el descaro de pretender ignorar a quienes han sido los principales protagonistas del saqueo de los recursos públicos. Llamar corruptos a todos los guatemaltecos es una ofensa intolerable.

Cuando no se tiene la suficiente capacidad para asumir cargos de tanta relevancia se corre el riesgo de entorpecer otros esfuerzos, como el fortalecimiento de la justicia o del servicio público, cuyos avances ahora quedan en entredicho y más bien permiten poner en duda cualquier posibilidad de progreso, porque simplemente no se cuenta con la materia prima, ni gris, para emprender tal faena.

El ejercicio del poder debe dejar de ser un espectáculo circense, en el que además predomina la irresponsabilidad y, peor aún, no debe ser utilizado para el debilitamiento de las instituciones, ni siquiera las que ellos representan.

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