EDITORIAL

Sin tiempo para el beneficio de la duda

Guatemala se debate en una de las más cruciales batallas por la recuperación de importantes instituciones, las cuales pasan por un mal momento debido al arribo de políticos y maleantes a cargos de relevancia que han sido utilizados en beneficio de oscuros intereses.

Buena parte de la lucha por ponerle freno a esas extralimitaciones la encabezaron el Ministerio Público y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala en los últimos años, sobre todo con la llegada del abogado colombiano Iván Velásquez, quien actuó con mucha independencia, lo cual permitió la inconcebible tarea de lograr la renuncia del binomio presidencial del gobierno patriotista.

Esas acciones determinantes, sin embargo, se pudieron ejecutar a costa de un enorme desgaste de varias instituciones y quienes habían actuado de manera ejemplar fueron vilipendiados, atacados y marginados incluso de las agendas oficiales, porque llegaron a estremecer los cimientos de un Estado consumido por las más oprobiosas prácticas en el poder.

Buena parte del trecho recorrido tampoco hubiera sido posible sin el desempeño independiente de quienes condujeron procesos de enorme impacto al frente del MP, como el caso de los últimos tres fiscales, Amílcar Velásquez Zárate, Claudia Paz y Paz y quien hoy entrega el cargo con mucha honra, Thelma Aldana, quienes no tuvieron reparos en actuar con firmeza.

En medio de esa compleja coyuntura, hoy se produce uno de los relevos más importantes de la administración pública, con el cambio de mando en el Ministerio Público, donde a partir de ahora la abogada María Consuelo Porras será la encargada de continuar o de bajarle revoluciones a la lucha contra la corrupción, esto último tendría consecuencias insospechadas.

Por eso se dice en cada inicio del mandato de un alto funcionario que se le concede el beneficio de la duda sobre los primeros días al frente de un cargo, pero en el caso de Porras, eso no procede, porque el panorama está suficientemente claro respecto de los casos que se deben combatir con prontitud, muchos de estos, incluso, ya muy avanzados.

Pero también porque desde que Porras quedó como una de las seis elegidas para optar al cargo y durante sus diferentes comparecencias en actos públicos o en medios de comunicación se presentó como conocedora del reto y como una persona que tiene muy clara la tarea, con base en los años de experiencia que posee en el sector justicia.

Las expectativas sobre su desempeño están igualmente divididas, entre quienes creen que Porras será fiel a sus principios y convicciones personales y quienes también opinan que llegará a frenar mucho de lo logrado hasta ahora, lo cual sería muy lamentable, porque a los ojos de la mayoría de los guatemaltecos no se debe bajar la guardia en la lucha contra la corrupción, por ser una de las más infames conductas en la administración pública, con nefastas repercusiones sobre grandes sectores sociales.

El combate de la corrupción es una tarea ineludible para todos, pero de manera especial constituye un enorme desafío para quien tiene como mandato combatir las diversas expresiones del crimen.

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