Guatemala

Guatemalteca con grillete en el tobillo saca adelante el negocio familiar

La historia de la guatemalteca Matías <em>Maty</em> Muy y su familia refleja la situación de muchos migrantes en Estados Unidos que luchan contra las nuevas medidas migratorias del gobierno de Donald Trump.

Maty trabaja en el taller de llantas que montaron con su esposo en Júpiter, Florida. (Foto Prensa Libre: Univisión).

Maty trabaja en el taller de llantas que montaron con su esposo en Júpiter, Florida. (Foto Prensa Libre: Univisión).

La familia reside en Júpiter, Florida, y lo que debía ser una cita con migración para renovar su permiso de trabajo se convirtió en una pesadilla para ella y su esposo Víctor Chávez, también guatemalteco.


“Cuando fuimos a renovar mi permiso me dijeron que tenía que llevar a mi esposo y mi hijo”, cuenta Maty entre lágrimas a la cadena Univisión. “Ese día fue cuando a él lo detuvieron porque dijeron que querían ver una identificación y dio su permiso de trabajo. El oficial lo vio y se empezó a reír y le dijo: 'Esto no vale nada' y lo tiró y dijo que nosotros teníamos que irnos a nuestro país”, relata.

Para Maty no fue fácil salir de la oficina de migración con el grillete en el tobillo y sin el padre de su hijo a su lado. Jimmy, quien destaca en sus clases de ciencias en su escuela y toca el violín, la vio llorar desesperadamente afuera del edificio donde la esperaba. 

“Todo el camino cuando íbamos a registrarla por su grillete, mi mamá lloraba y lloraba”, recuerda el niño a Univisión. “Después fuimos a la casa y mis tíos se quedaron un rato tratando de calmarla, pero dentro de todo eso yo me recordaba que mi papá me decía: 'Portate bien. Cualquier cosa, hacele caso a tu mamá'”.

Desde el 8 de marzo pasado, su esposo permanece en el centro de detención de Broward, al norte de Miami, y ella porta un grillete electrónico en el tobillo que monitorea todos sus movimientos. Ambos visitan a Víctor todos los domingos.

Los oficiales de migración no tomaron en cuenta sus permisos de trabajo ni que su esposo llevara 24 años residiendo en Estados Unidos, luego de huir de la violencia del conflicto armado en Guatemala a inicios de los años 90.

Tampoco consideraron que ella tiene 15 años viviendo en el país y ambos tengan un hijo ciudadano americano, Jimmy, de 13 años.

“A mí me dijeron que parecíamos pescados, que nosotros solos nos íbamos a entregar, mordíamos el anzuelo como los pescados. Que ellos no tenían necesidad de ir a buscarnos porque nosotros teníamos que ir a ese lugar por fuerza y ley para conseguir la firma que necesitábamos y allí era donde ellos nos agarraban y que les habíamos ahorrado el trabajo”, afirmó Maty.

Maty muestra una foto familiar. (Foto Prensa Libre: Univisión).

Deportación

Esta pareja de guatemaltecos nunca pudo legalizar su situación migratoria y esto les tiene en esta situación. Maty tiene una orden de deportación emitida en ausencia en 2006, y Víctor Chávez suma dos: una orden de deportación final que fue emitida en ausencia por un juez de Ohio en 1996 y otra, de 2006, en la que, según ICE, usó “identificación falsa” bajo el nombre de Israel González.

Univisión Noticias consultó a la agencia y esto respondió: “Como aseguró el secretario (de seguridad nacional John) Kelly, ICE ya no va a hacer excepciones con las clases o categorías de extranjeros deportables en función a una potencial ejecución de la ley. Todos los que violen las normas de migración están sujetos a detención y, si se les encuentra una orden de deportación final, serán sacados de EEUU”.

Maty y Víctor obtuvieron el “stay of removal”, un amparo para detener las órdenes deportación, con el que consiguieron sus permisos de trabajo y pusieron su empresa familiar durante la administración de Barack Obama.

Pero esas excepciones para los migrantes han sido eliminadas por el gobierno te Trump y ha empezado a ejecutar las órdenes de deportación que ya existían. “Por eso, los permisos de trabajo que otorgaron a familias como los Chávez-Muy no están siendo renovados”, explicó el abogado Ezequiel Hernández. 

Cada domingo, Maty y Jimmy visitan a Víctor en el centro de detención de Broward, Miami. (Foto Prensa Libre: Univisión).

El negocio familiar

Luego de formar una familia, Víctor y Maty abrieron un taller de reparación y venta de llantas en el que trabajaban como un equipo hasta ese día en que su esposo ya no pudo regresar. 

El negocio se llama Ruedas usadas y nuevas Tikal.

Maty pasó aquella noche desconsolada y casi no pudo dormir, pero a la mañana siguiente se despertó decidida a tomar las riendas del negocio familiar y luchar para no ser devueltos a Guatemala.

“Yo me dije: 'Mi esposo no va a estar pero yo tengo que estar porque tengo que ir a abrir el taller, tengo que hacerme cuenta que él va a regresar. Yo tengo esa responsabilidad de sacar adelante a mi hijo primero y todo lo que se refiere al área económica. Y tengo que luchar”, recuerda Maty.

Desde entonces, esta migrante guatemalteca de 42 años, y que no supera los 1.5 metros, decidió remangarse y atender el negocio que montó con su esposo.

Le ayuda un trabajador, pero ella también hace todo lo que se tiene que hacer en un taller de llantas: Levantar carros con el tricket, subir, desmontar las llantas y reemplazarlas, negociar con los clientes, atender el teléfono, hacer la limpieza. Todo.

La ausencia de su esposo ha afectado la economía familiar, ya que él hacía trabajos adicionales en el taller que aseguraba beneficios al negocio. Eso ha hecho que, de los dos trabajadores contratados que tenían, Maty haya tenido que despedir a uno.

Maty no puede evitar el llanto cuando los clientes le preguntan por Víctor. (Foto Prensa Libre: Univisión).

Mucha fe

Gran parte de la fortaleza de Maty y su hijo para seguir adelante la obtienen de su fe cristina. Ambos asisten a una iglesia evangélica, la Iglesia Pentecostal de Dios.

“Yo solo encuentro paz cuando voy a la iglesia. Dios me fortalece. Dios me ayuda para que al otro día yo despierte y siga luchando”, dice Maty.

En la iglesia, ella lídera los cánticos. Van tres o cuatro veces a la semana y han recibido mucho apoyo por parte de la congregación.

Maty y Jimmy en la iglesia donde acuden con regularidad. (Foto Prensa Libre: Univisión).

Batalla legal

Jimmy también lucha contra la deportación de sus padres. Publicó una petición en internet a los senadores de Florida, Bill Nelson y Marco Rubio para evitar la separación de su familia. Además, se las envió físicamente a los funcionarios y otros representantes locales.

La solicitud ya supera las 1 mil 200 firmas. “Vi que hasta los niños más malos de la escuela que siempre andan haciendo problemas pusieron que yo estudié con ellos y que es es algo que deberían hacer porque quieren que yo esté aquí”, afirma.

Por su parte, Héctor Díaz, el abogado de Víctor, trata de reabrir el caso de migración más antiguo, la orden de deportación en ausencia que le puso un juez de Ohio en 1996, alegando que en ese entonces Víctor era un adolescente de 16 años que no hablaba inglés ni español, solo el idioma maya quiché, y que nunca se enteró de su proceso de migración porque no fue notificado.

De conseguirlo, tratará de transferir también la segunda orden de deportación al Centro Transicional de Broward, donde está detenido Víctor, pero reconoce que es un caso difícil porque el guatemalteco nunca apeló esos fallos judiciales. “Ni el trabajo, ni el negocio, ni su aporte en la comunidad cuentan en términos legales”, explicó el abogado a Univisión.

En tanto, Maty está segura que de ser deportada ella o su esposo, la familia completa se regresaría a Guatemala. “Tendríamos que irnos todos para estar juntos y con mucho dolor para Jimmy, que siempre dice que no quiere irse porque él quiere estudiar en la universidad de aquí”.

Maty se ha puesto al frente al frente del negocio familiar, ante la ausencia de Víctor. (Foto Prensa Libre: Univisión).

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