Con las torres del Congreso de fondo, la muñeca de 12 metros de alto se levantó al lado del inflabble del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) vestido de presidiario, recientemente convertido en símbolo del movimiento de derecha que pide la caída del gobierno.
El fuerte viento descosió los muñecos e impidió que duraran mucho tiempo en pie, a pesar del esfuerzo de los manifestantes por arreglar sus desperfectos, destacó la prensa local.
Finalizado el desfile, hubo algunos intercambios de insultos entre militantes del gobierno y estos opositores –uno incluso lanzó un coco hacia donde estaban los militantes oficialistas — , pero no llegó a haber violencia, indicó la prensa.
Como en protestas anteriores, en algunas pancartas se pidió la “intervención militar” y el impeachment (juicio político) de Rousseff.
Sin pronunciar un discurso en el desfile, Rousseff publicó este lunes un video en Internet en el que habló de la “fase de dificultades” que enfrenta ese país, con una severa crisis política y económica.
“Si cometimos errores, y eso es posible, vamos a superarlos y seguir adelante. Quiero decirles que algunos remedios para esta situación son en verdad amargos, pero indispensables” , siguió.
Brasil entró en una recesión en el segundo trimestre que, según analistas, durará al menos dos años. El gobierno presentó al Congreso un inédito presupuesto deficitario y busca ahora apoyos para realizar reformas legislativas que le permitan reducir gastos públicos obligatorios.
En paralelo a esta crisis, Rousseff busca evitar ser salpicada por las revelaciones del escándalo de corrupción en la estatal Petrobras, por el que ya fueron acusados miembros de su Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) por supuestamente haber recibido sobornos de empresas a cambio de contratos con la petrolera.
El muñeco de Lula, que ya se vende por casi 3 dólares en versión miniatura, se hizo famoso en las masivas protestas del 16 de agosto en Sao Paulo, donde este lunes también hubo una pequeña manifestación opositora.