CATALEJO

Artículo dedicado a don Julio Cintrón

|

No conozco a don Julio Cintrón. Pero a causa de haberme enviado un mensaje por la vía del Facebook, creo adecuado tomar un poco de mi tiempo para darle algunas explicaciones. Según él, yo escribí una columna “contra los que escriben u opinan en las redes sociales”. No es así, don Julio. Estoy en contra del anonimato con el cual están envueltas prácticamente la totalidad de los mensajes enviados por esa vía, pero como él firma, no debe sentirse aludido. Tampoco los he calificado de “estúpidos, ignorantes, peligrosos, irresponsables”, como él afirma. Los he llamado, eso sí, cobardes, porque quien envía un mensaje con cualquier motivo, pero no lo firma, demuestra cobardía, es decir “falta de valor y de ánimo”.

Debo admitir: el mensaje está bien escrito, no sé si porque escribe bien o porque quien lo escribió sea escritor. La única realidad es esta: lo firmó. Aunque a causa de haberlo enviado por vía electrónica, tal vez alguien más lo hizo, y por esa causa resulta ser víctima inocente de otro tipo de cobardía, es decir, la de escribir algo y colocarle la firma de alguien más. Pero en fin, el objetivo de esta columna es contribuir a aclararle ideas equivocadas, si desea hacerlo, y al mismo tiempo solicitarle el envío por esa misma vía del Facebook a fin de contribuir a lo mismo con las personas a quienes los argumentos presentados les parecen correctos. No lo son. Antes de continuar, debo recordarle: el Diccionario, no los hablantes, deciden el signi ficado de las palabras.

Según don Julio, la prensa guatemalteca y yo somos arrogantes y debo explicarle el significado del término. Un significado es “altanero y soberbio”, pero además significa valiente, alentado, (sinónimo de la anterior) gallardo, (airoso, galán, grande, excelente). Y yo, según él, tengo “treinta años de creerme dueño de la verdad”. Es evidente: no tengo el honor de tenerlo entre mis lectores y seguramente no me hace falta, “esa verdad suya lo hizo ponerse en el lado equivocado”. Pero su ignorancia no termina, “usted y ustedes en la prensa se beneficiaron de la pauta de gobiernos corruptos a cambio de silencio”. El gobierno de Guatemala, cualquiera, no ha sido cliente importante de los medios, en general. Ahora, si él quiere creer eso, puede también considerar cuadrado al sol.

Pero esta frase además tiene una ruptura a la Ley de Emisión del Pensamiento. Su “opinión” incluye una acusación por la cual puede haber cárcel. Además, afirma “las redes son el cuarto poder”. “Quedarnos sin prensa independiente sería un desastre”. “Espero surgirán nuevas empresas que reemplacen a las existentes”. Según él, la opinión (“dictamen o juicio que se forma sobre algo cuestionable”), es decir, es escribir como él lo hace, en uso de un derecho humano y también legal de la Constitución de Guatemala. Confundir los verbos opinar y actuar con arrogancia, es un error imposible de arreglar, y no se diga si se tiene la decisión de hacerlo, a lo mejor por motivos numismáticos.

Carta de Fernando Linares Beltranena
En su parte conducente dice: Al criticar el proyecto de Ley de Oración en su columna debía haber leído que el proyecto señala el primer sábado de noviembre de cada año como Día Nacional de la Oración, lo que es totalmente válido dentro de las funciones del Congreso. En cuanto a apoyar la obligación de orar, el Gobierno o específicamente el Ejército, debe apoyar según las leyes aplicables, a las organizaciones e instituciones que realicen caminatas y conmemoren el Día Nacional de la Oración, en los espacios públicos correspondientes. Manifestarse con la oración es una manifestación como cualquier otra, protegida por la libertad de religión y libertad Emisión del Pensamiento. El proyecto no obliga a orar, pero obliga a pedir que se manifieste la oración. Si hubiera investigado se daría cuenta que no soy el ponente de la Ley, aunque la comisión que presido le dio dictamen favorable.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.