EDITORIAL

Economía global no perdona ineficiencias

Ya sea por desconocimiento, incompetencia o simple subestimación, existen vacíos en la estrategia de comercio internacional de Guatemala que cuestan dinero, cuestan empleos y cuestan competitividad frente a países con una capacidad productiva quizá mucho menor que la de nuestro país pero que han sabido aprovechar las oportunidades de negociación bilateral o regional, pero sobre todo las omisiones de las autoridades encargadas de representar los intereses nacionales.

El ejemplo más reciente de esta pérdida de espacios de participación comercial se encuentra en la relación con Corea del Sur, nación que está entre las 20 mayores economías del mundo y que tiene alta demanda de productos de agroexportación. Prueba de ello fueron las exportaciones por US$320 millones hacia ese país en 2014, momento en que alcanzaron un pico histórico y que cayeron paulatinamente hasta US$78 millones en el 2020.

Esta merma se debe, sobre todo, a las posturas divididas sobre la negociación de un tratado de libre comercio con Corea del Sur, un acuerdo que el resto de países de Centroamérica ya ratificó, lo cual le ha abierto las puertas de ese mercado, en detrimento de productos guatemaltecos como el café y el azúcar. Panamá puso en vigencia su propio tratado con esa nación el 1 de marzo último, lo cual deja a Guatemala sola, excluida y sin alternativas para suplir esta desventaja. La parsimonia de sucesivos gobiernos y legislaturas es la principal causante de esta brecha, que continúa creciendo y cuyo efecto es claro al evaluar que todos los países tuvieron un incremento en sus exportaciones a dicha potencia asiática. Nicaragua aumentó en 250% su venta de productos, mientras que Guatemala apenas avanzó poco más del 20%.

El panorama es desolador, pues las conversaciones están suspendidas desde el 2017 y no hay indicios de una efectiva ofensiva diplomática para reactivarlas. Literalmente hay todo un mundo de oportunidades que están desperdiciadas o, en todo caso, atrapadas en un limbo de burocracia, indolencia legislativa, falta de liderazgo o al menos de voces que vuelvan a poner sobre la mesa tales ventanas de oportunidad que por ahora están simplemente cerradas. El caso surcoreano no es el único, también hay un acuerdo comercial con Trinidad y Tobago que podría abrir más negocios en el Caribe, pero está entrampado en el Congreso. Algo similar sucede con el Tratado de Libre Comercio con Perú, una de las economías con mejor desempeño en Sudamérica, el cual sigue estancado a causa de diferencias respecto del azúcar.

Otra potencia económica con la cual Guatemala ya tiene avanzadas conversaciones pero aún no se traducen en un acuerdo funcional es Canadá. Al igual que con Corea, se comenzó la negociación como bloque centroamericano, pero nos quedamos rezagados a causa de algunos aspectos específicos por productos y también detalles puntuales del área laboral: una temática que no debería representar un lastre, sino, por el contrario, una modernización legal.

Marruecos, Kuwait e Israel son otras posibilidades que podrían explorarse a nivel regional o nacional. En una economía global tan competitiva no hay tiempo para rencillas internas o descoordinaciones estatales. Tales negociaciones necesitan no solo de profesionales capaces, sino empoderados para tomar decisiones con visión estratégica, a fin de no entramparlas por minucias que otros aprovechan para arrebatar mercados en los cuales el país posee potencial de expansión.

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