EDITORIAL
Guatemaltecos con ganas de triunfar
Prácticamente ningún guatemalteco puede evitar emocionarse al observar el aguerrido espíritu con el cual el badmintonista zacapaneco Kevin Cordón consiguió pasar a las semifinales olímpicas de tan exigente disciplina, con una combinación perfecta de concentración, fortaleza física y agilidad creativa. Tiene opción de medalla, y de mantenerse en ese enfoque indubitable de triunfo seguro la conseguirá.
También es histórico el nivel de desempeño alcanzado por el nadador Luis Carlos Martínez, en la especialidad de 100 metros estilo mariposa, final en la cual quedó como el séptimo mejor del mundo. Deportistas de toda la región han reconocido el logro de Martínez, cuya carrera continúa de cara a los próximos olímpicos de París y cuya trayectoria es inspiración para nuevas vocaciones de la natación en todas las especialidades.
El esfuerzo de todos los seleccionados guatemaltecos es meritorio, y el solo hecho de haber clasificado es una muestra del nivel que se ha logrado alcanzar. Pero el reto continúa y para ello es necesario que toda la estructura de apoyo al deporte tenga una exhaustiva revisión de procesos, recursos, apoyos y remuneraciones, a fin de priorizar lo verdaderamente importante: el cultivo de talentos deportivos, el soporte técnico para su formación y la búsqueda de nuevas vocaciones que hasta ahora tienen vedado el acceso a desarrollarse en alguna disciplina. La transparencia en el manejo de los fondos disponibles es imprescindible, así como la proporcionalidad adecuada en los gastos de representación, pagos de dietas y viáticos. El deporte guatemalteco puede convertirse en referente de probidad e inversión productiva, o también de despilfarro y descontrol.
Se hacen esas aseveraciones a causa de los frecuentes y abundantes señalamientos acerca de ciertas federaciones deportivas en las cuales hay dispendios, discrecionalidades e incluso fuertes gastos en viajes de directivos, lo que contrasta con los recursos destinados a la mejora de instalaciones, extensión de cobertura o apoyo a posibles seleccionados nacionales.
De hecho, la Federación de Natación fue señalada por la exseleccionada olímpica Gisela Morales de brindar poco apoyo a un grupo de atletas que tuvieron que sufragar su participación en un torneo internacional con fondos propios. En el año de pandemia, cuando tantas actividades se redujeron, directivos de esa federación cobraron onerosos viáticos por actividades e incluso se han recibido reparos de la Contraloría por deficiente documentación de soporte sobre varios egresos. No es la única entidad con señalamientos de este tipo, pero en una época en que la lucha contra la corrupción es una consigna de alto alcance, la depuración de los cuerpos deportivos es imprescindible.
Guatemala es tierra de campeones que históricamente se han erigido por encima de limitaciones y carencias. El gran Doroteo Guamuch corrió y ganó la maratón de Boston con zapatos de vestir porque no tenía deportivos. Teodoro Palacios se enlistó en el Ejército para tener un mejor porvenir y allí se descubrió su talento para el atletismo. El medallista olímpico Érick Barrondo enfrentó, en sus inicios y pese a su gran potencial, serias limitaciones para poder asistir a competencias. El gran desafío es que esas estrellas no se apaguen sin ser descubiertas. Existen jóvenes con deseos de triunfar, pero precisan de adecuadas instalaciones, de instrucción constante y recursos para poder brillar ante el mundo entero.