EDITORIAL

Incipiente retorno a la actividad productiva

La reapertura paulatina de actividades productivas y comerciales después de meses de confinamiento parcial generan emociones encontradas: esperanza de recuperar el deteriorado ingreso familiar, contra el temor de un posible contagio debido a un mayor número de guatemaltecos en la calle. Es como volver a aprender a vivir en libertad. La primera semana de este retorno fue el marco para el quinto estudio de la empresa ProDatos sobre las actitudes de los guatemaltecos frente a la pandemia del coronavirus.

Al menos tres de cada cuatro personas (un 76%) dijeron estar saliendo a trabajar, un notable incremento respecto del 66% que afirmaba lo mismo hace un mes, y un contraste abismal con el 41% que se registró en abril durante la primera medición. Estas cifras no solo evidencian el espíritu laborioso de los guatemaltecos, sino también la fuerte presión que representan las necesidades de subsistencia familiar, sobre todo de cara a los rezagos del programa Bono Familia, que no solo no completó subsiguientes pagos, sino que alcanzó a una proporción muy pequeña de la población, sobre todo en áreas urbanas.

A pesar de las dificultades vividas en los cinco meses previos, un 51% de los entrevistados declaró sentirse optimista ante las perspectivas de los próximos seis meses. Ciertamente si se toma en cuenta el margen de error estadístico, bien puede equipararse esta mitad de animosos ciudadanos con otra proporción similar (49%) que aún tiene sus reservas, por no decir perspectivas poco promisorias, una percepción que se marca sobre todo en el nivel económico alto. En los sectores populares, el optimismo es mucho más acentuado, ya sea por convicción, necesidad o anhelo.

No es el único contraste de datos. Existen otras cifras que reflejan posturas encontradas, pero puede deberse a las mismas precauciones ampliamente promocionadas. Un ejemplo es la aprobación expresada por el 70% acerca del retorno a los centros de trabajo, obviamente bajo controles estrictos y medidas de distanciamiento. Sin embargo, un 77% de los encuestados considera que no es prudente el regreso del transporte urbano. Así también un 80% se manifiesta en contra de la reapertura de centros comerciales y restaurantes, pese a que son importantes espacios de generación de empleos.

La contradicción no debe analizarse como un choque polarizante, sino como la normal reacción de una población que ha estado sometida a múltiples presiones: la conservación de la salud personal y familiar, la reducción de ingresos económicos, la búsqueda de alternativas para agenciarse de fondos, la incertidumbre sobre el alcance del deterioro macroeconómico y la capacidad de respuesta hospitalaria, que siguen siendo verdaderas incógnitas.

A estas alturas de la pandemia es innegable el efecto económico adverso, pero así de evidente resulta también la voluntad de la población por salir adelante: ya se trate de estudiantes, docentes, operarios industriales, intelectuales, trabajadores de la comunicación, vendedores, personal de salud, obreros de la construcción y tantos otros rubros productivos. La progresión aún es frágil y depende del mantenimiento de las cifras de contagios dentro de rangos manejables. Las lecciones aprendidas han sido duras y aún no terminan, pero una de las más importantes es que el miedo no ayuda en nada, pero sí lo hacen la precaución, la responsabilidad y la empatía para cuidar del prójimo como a sí mismo.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: