EDITORIAL

Nuevos horizontes por construir

Una proyección de crecimiento de 4% y quizá hasta un poco más se visualizaba en el sector de construcción de vivienda apenas hace cinco meses, pero la emergencia por el covid-19 cambió prioridades, trastornó presupuestos, segó empleos, impidió o suspendió contratos y ocasionó un dramático descenso en las ventas de casas propias y apartamentos, además de dejar en vilo varias inversiones en promisorios proyectos.

Sin duda se trató de un fuerte golpe a uno de los sectores más boyantes y dinámicos de la actividad productiva, generador de miles de empleos directos e indirectos: desde los albañiles hasta los contratistas que aportan diversidad de bienes y servicios complementarios como instalaciones eléctricas, venta de equipo y accesorios, decoradores, muebles y más. Además tiene un efecto directo en el sector financiero, que tuvo una drástica reducción en las solicitudes de créditos, que a su vez dinamizan el mercado y crean plazas de trabajo.

Más preocupantes aún son los cálculos de las consecuencias en el mediano plazo sobre proyectos habitacionales que estaban por arrancar en el momento en que se decretó la suspensión de actividades, una medida dolorosa pero necesaria para contener el avance del coronavirus. Ahora el país se encuentra en su primera semana de retorno a la actividad y la expectativa es de que antes de octubre se registre una recuperación leve del sector, obviamente bajo los nuevos parámetros de prevención y normalidad sanitaria.

La innovación y el cambio de paradigmas en el proceso de venta constituyen dos de los grandes desafíos para el sector inmobiliario en general. Al igual que en otros ámbitos de la actividad productiva nacional, la situación de encierro y trabajo a distancia ha propiciado toda una nueva dinámica de canales de comunicación, presentaciones virtuales, uso de plataformas no presenciales e incluso evaluación de créditos a distancia, prácticas que no se habrían puesto tan decididamente a prueba de no darse una situación tan desafiante.

Asimismo, el desarrollo de actividades laborales y estudiantiles desde casa brindó una nueva visualización de los espacios hogareños, con requerimientos concretos de instalación eléctrica, funcionalidad de redes inalámbricas o zonas de trabajo individual o colaborativo, que ya se venían implementando en algunos proyectos pero que en la etapa prepandemia parecían más un detalle de lujo, en tanto que ahora constituyen un argumento más sólido de venta.

Finalmente cabe agregar que la demanda de vivienda popular no ha desaparecido y, por el contrario, la crisis pudo haber convencido a muchas familias de emprender planes para tener su propio espacio de desarrollo. El auge de proyectos verticales accesibles mediante subsidios estatales o quizá con algunos incentivos fiscales podrían ser medidas que posibiliten un retorno a las promisorias metas de inicios de año. Claro está, se deben depurar instituciones encargadas, tales como el Fondo para la Vivienda, a fin de asegurar la eficiencia y la transparencia.

A la vez se hace necesario acelerar el avance de proyectos largamente rezagados como el Anillo Regional, que no solo desfogaría todo el transporte que actualmente cruza forzosamente por la capital, sino que crearía nuevos polos de desarrollo suburbano, con ordenamiento territorial planificado y visión sostenible.

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