EDITORIAL

Promesas falsas irrespetan a la niñez

“Guatemala ocupa el sexto lugar en desnutrición crónica a nivel mundial y presenta la mayor prevalencia en América Latina. De acuerdo con información de las Naciones Unidas, los niveles de desnutrición en niños menores de 5 años alcanzan el 48%, provocado en gran parte por madres en estado de desnutrición y enfermas… La desnutrición es la causa subyacente de hasta el 45% de las muertes de niños en nuestro país. Los niños con malnutrición tienen más probabilidades de padecer y morir por enfermedades prevalentes de la infancia como diarrea y neumonía…”

Esa situación persiste: la desnutrición infantil mantiene sus altos niveles y hasta agosto último habían muerto 26 niños por desnutrición aguda en Guatemala. En 2021 fueron 51. Sin embargo, el Ejecutivo ha recortado fondos a programas destinados directamente a atender la nutrición de la niñez. Los ha desviado a otros programas evidentemente clientelares, onerosos y electoreros como los comedores públicos en la capital y cabeceras departamentales, los cuales poco coadyuvan a solucionar el problema de fondo, ya que se localizan lejos de las áreas con mayores precariedades. Los partidos de gobierno que insisten en estas publicitadas dádivas solo buscan cortejar votos.

Ya se aproximan de nuevo los días de campaña electoral, y con ello, entre otras promesas, la infaltable invocación al futuro de los niños guatemaltecos, la mejora de su educación, de su seguridad alimentaria y de la atención de salud preventiva, entre diversos mantras reciclados. Sin embargo, solo suelen ser enunciados promocionales, porque una vez en el gobierno pasan a la gaveta de las excusas, de las evasivas y de los recortes de presupuesto.

En efecto, el párrafo que da inicio a este texto es una muestra de tal elocuencia de ocasión, porque figura dentro del denominado “Plan de Innovación y Desarrollo del doctor Alejandro Giammattei”, publicitado en la campaña pasada y todavía puede hallarse en el sitio digital del partido de gobierno. Pero de esa exposición a las acciones hay un abismo, pues se priorizan otros rubros. Y lo mismo vale decir sobre la mejora de la infraestructura educativa, el equipamiento tecnológico de escuelas y la exigencia de mejor calidad de desempeño docente.

Si acaso existiera un mínimo de contrición, un resquicio de coherencia, un brote de responsabilidad histórica, las organizaciones políticas y sus dirigentes deberían ir pensando en la conformación de una única agenda nacional de consensos básicos para impulsar el desarrollo: un compromiso de áreas comunes a trabajar desde el Ejecutivo y el Congreso. Existe tal atomización en el espectro partidario que este sería un gesto mínimo pero significativo de conciencia. Si el partido oficial o sus adláteres no se suman al mismo, se confirmará la vacuidad de sus ofertas; y si se unen, deberán empezar a rectificar su rumbo desde ya.

La niñez no necesita de abrazos o sonrisas pasajeras de extraños personajes que arriban en helicóptero o en caravanas que nunca vuelven. La niñez no necesita de personajes agotados que ansían irse a su casa a descansar. La niñez guatemalteca necesita de una sociedad dispuesta a luchar por esos grandes sueños de plenitud. La niñez guatemalteca necesita de una confluencia de esfuerzos en favor de la provisión de nutrientes necesarios para crecer física y cognitivamente, sobre todo ese 50% que hoy no ingirió los alimentos mínimos requeridos.

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