EDITORIAL

Responsabilidad ciudadana a prueba

Brenda Cetino

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Si bien el Gobierno ha dispuesto un estado de Calamidad para agilizar la prevención y facilitar la acción en caso de reportarse casos de covid-19, se necesita remarcar que es cada ciudadano quien mejor puede disponerse a una actitud de cautela y responsabilidad compartida, puesto que algunas de las características del virus causante de este síndrome respiratorio representan también una oportunidad para prevenir su expansión.

Por ejemplo, una de las prácticas más rutinarias de la higiene personal toma un lugar protagónico: lavarse bien las manos con jabón, un consejo de nivel escolar que tiene un efecto positivo en contra de este y otros males, pero que requiere de una renovada atención. Tampoco se trata de exagerar o de intentar buscar un beneficio económico inescrupuloso, y por ello es loable la medida tomada por varios supermercados del país de limitar el número de productos desinfectantes y de limpieza, para que el mayor número de usuarios tenga acceso a los mismos

En estos días también se ha acuñado una expresión que en otros tiempos podría sonar extraña, pero que constituye no solo un deber de elemental urbanidad, sino, y sobre todo, un imperativo de salud: la ética al toser o estornudar. Estas dos son acciones reflejas, casi involuntarias que suceden a causa de un cuadro de alergia o resfrío. Por respeto a los demás se sugiere cubrirse la boca y nariz, pero en vista de la expansión del covid-19 se ha vuelto prácticamente una obligación moral el cubrirse con el codo para que las microgotas no se impregnen en las manos y así evitar la contaminación de objetos con los cuales tengan contacto otras personas. Más aún, al existir sospecha de un caso se debe usar mascarilla y buscar diagnóstico.

Lamentablemente, los impactos económicos de la epidemia aún no pueden estimarse con certeza, pero sí prever que pueden llegar a ser fuertes, sobre todo a causa de los efectos sobre el turismo y el comercio global, rubros fundamentales para las expectativas nacionales y regionales de crecimiento. En todo caso, es de esperar que se logren enfrentar los brotes detectados en varios países, el más grave de los cuales se registra en Italia y ha llevado a una declaratoria de alerta roja en todo su territorio.

Es muy importante, en favor de mantener la serenidad y atajar cualquier exageración alarmista, destacar que hasta ayer, según el contador mundial organizado por el centro Johns Hopkins, de los 113 mil 582 casos de pacientes confirmados hasta ayer, había 65 mil 512 recuperados aunque también, lamentablemente, la cauda de fallecidos llegaba ya a 4 mil, lo cual constituye sin duda alguna el daño más dramático e inconmensurable, puesto que se trata de familias enlutadas por un factor virulento.

Es importante que la ciudadanía siga las indicaciones de las autoridades de Salud en favor de toda precaución. Es acertada, por ejemplo, la restricción de visitantes a los pacientes recluidos por diversas afecciones o accidentes en hospitales nacionales. Los sanatorios privados debe emular este tipo de protocolos a fin de velar por la seguridad de sus pacientes y su personal en una coyuntura tan desafiante. Finalmente, pero no menos importante, es la instrucción y puesta en práctica de medidas de higiene en escuelas, colegios y universidades. Los niños son a menudo los mejores receptores de este tipo de mensajes y quienes sirven de multiplicadores de la prudencia en sus hogares. Este es un momento para hacer patria a través de sentido de responsabilidad personal y colectiva.

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