EDITORIAL

Retrato en cifras de un país puesto a prueba

Dicen que las adversidades siempre revelan lo mejor de las personas, así como también pueden exponer los puntos vulnerables, las debilidades y temores que, al fin y al cabo, como humanos, todos tenemos. A nivel colectivo, también es posible inferir rasgos de comportamiento, prácticas, actitudes y expectativas, pero a menudo es necesario un esfuerzo profesional perseverante para poder contar con elementos de juicio, estadísticamente válidos y técnicamente analizados, a fin de lograr conclusiones confiables.

Eso es precisamente lo que aportan al país los siete estudios de Actitudes de los guatemaltecos frente al coronavirus, desarrollado por la firma ProDatos, cuyo último sondeo se da a conocer esta semana en Prensa Libre y Guatevisión. Las mediciones se efectuaron a través de un cuestionario dividido en áreas de interés nacional: percepción del riesgo y la prevención, movilidad, impacto económico, optimismo hacia el futuro y la calificación de la gestión gubernamental de la pandemia: todos evaluados sobre muestras de población de entre 15 y 70 años.

Por tratarse de una situación cuyo precedente más cercano ocurrió hace un siglo, se convertía en un episodio difícil, relevante y revelador, debido que la vida moderna, hiperconectada a escala global, con grandes avances científicos y desarrollo tecnológico, se vio sacudida por el impacto del covid-19, que lleva ya un millón 120 mil fallecidos en el mundo; de ellos, tres mil 530 en Guatemala, hasta ayer.

La secuencia de estudios de ProDatos ha permitido apreciar la persistencia de cierto escepticismo acerca de la gravedad de la amenaza, desde un 58% que consideraba de alto riesgo el coronavirus, el cual se elevó hasta un 70% en julio y agosto, para descender a un 55% en octubre, lo cual, si bien refleja una actitud relativamente positiva, también puede dar lugar a un exceso de confianza y a un relajamiento de las prácticas de prevención que, pese a todo, han mostrado su efectividad.

En el primer estudio, solo un 51% de los entrevistados utilizaba la mascarilla. Conforme se multiplicaron los casos severos, se saturaron hospitales y se ordenó su uso obligatorio en las calles, llegó a ser utilizada por el 100% en mayo y junio. Lentamente, baja la cifra, y actualmente una de cada 10 personas dice que no la usa o que la usa poco. Esto contrasta con la creciente movilidad, por trabajo, compras o incluso paseos, que se ha producido desde agosto y que al implicar mayor interacción social debe también traer una actitud de responsabilidad hacia sí mismo y a los demás. De hecho, existe un dato revelador: crece la asistencia a supermercados y comercios, pero al preguntar a las personas si siente total seguridad para su salud, la mayoría confiesa sus aprensiones.

Agradecemos a ProDatos la disposición de trabajar en alianza para dar a conocer la evolución de una ciudadanía esperanzada en un mejor porvenir y en una recuperación económica sostenida; sigue creciendo la cantidad de quienes declaran haberse reincorporado a la actividad laboral, formal o informal, aunque no todos han logrado tener de vuelta los ingresos que poseían en marzo. Existe incertidumbre, cierta angustia y la confianza colectiva tiene sus vaivenes. En esto pesaron las contradicciones del Gobierno, deficiencias en la provisión de datos, cambios súbitos y las crisis de suministros que se dieron en momentos álgidos. Aun así, los números reflejan el optimismo vital, tan propio de los guatemaltecos.

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