EDITORIAL

Un tiempo de comida menos

La reactivación económica anima, genera expectativas, se proyecta como un horizonte de recuperación de ingresos, de mejor venta de productos, de retorno de servicios como el transporte, urbano, extraurbano y también internacional. Varios sectores que mantienen monitoreos de la actividad económica detectan una notable mejora en la percepción del futuro próximo, en un entorno en el cual prevalecen las medidas de restricción sanitaria para frenar los contagios de covid-19.

Pero así como no se puede bajar la guardia frente a esta amenaza viral, tampoco se puede pasar por alto que en ciertas regiones del país, sobre todo aquellas distantes de centros urbanos, la situación se mantiene complicada para los pobladores. La pérdida de empleos, dificultades con las cosechas o con la recuperación de inversiones agrícolas, el costo de vida y las limitaciones económicas que imperan desde antes de la pandemia colocan a muchas familias en un escenario dramático.

Cuando finalice este día, un 25 por ciento de familias -es decir, una de cada cuatro- se habrá ido a dormir con un tiempo de comida menos, según lo revela un reciente estudio de Unicef. En otros casos pesa la abnegación de uno o ambos padres y como resultado de ello, en un 30% de casos, un miembro de la familia está comiendo menos para que los demás puedan alimentarse, pero el dato en verdad revelador está en que la mitad de los entrevistados ha dejado de comprar un producto alimenticio que antes consumía, debido a la caída de sus ingresos.

El hecho de que ya salga a la calle a trabajar un 80% de guatemaltecos, según el estudio de opinión efectuado por ProDatos, no necesariamente implica una normalización económica para todos esos hogares. De hecho, según Unicef, la pandemia agravó precariedades que ya enfrentaba la población infantil, sobre todo aquella en situaciones de desnutrición crónica y aguda, una epidemia de hambre contra la cual siguen siendo pocas las acciones.

Esta situación ha conducido a la desesperación a pobladores e incluso a menores que optan por migrar hacia el norte, hacia lo incierto, pues aunque enfilan con ruta a Estados Unidos, se topan con el muro fronterizo, los intensos patrullajes y los constantes operativos migratorios. De esa cuenta, entre marzo y agosto, la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos detuvo a 2 mil 307 niños y adolescentes guatemaltecos no acompañados en su frontera sur, un dato que sorprende, pues abarca el período de cierre sanitario total. En el caso de los adultos la proporción de viajeros indocumentados también se disparó. Según autoridades estadounidenses, en agosto aumentaron un 70% las detenciones de guatemaltecos, en comparación con el mes de julio.

En otras palabras, el optimismo es bueno y necesario a 45 días de la reactivación económica, pero el Gobierno no debe perder de vista que además de la emergencia debe atender la calamidad alimentaria mediante acciones ágiles, transparentes y programáticas. En enero de este año, el tema no solo figuró en el discurso de toma de posesión sino que a los pocos días ya se lanzaba la Cruzada Nacional por la Nutrición. Si bien el covid-19 pudo frenarla por asunto de recursos económicos o humanos, ya es tiempo de volver a ponerla dentro de las prioridades. Y si surgen excusas, justificaciones, explicaciones burocráticas para la demora, sería bueno presentarlas, pero no en una conferencia de prensa, sino expuestas viendo a la cara a esa familia que hoy tuvo un tiempo de comida menos.

ESCRITO POR:

ARCHIVADO EN: