REGISTRO AKÁSICO
La república con democracia
Los neoconservadores o neocons, están azorados. Prometían que las concesiones, los servicios privatizados y la disminución de servidores públicos crearían un gobierno eficiente. Todo resultó en negocios sucios para apoderarse de los bienes del Estado, encarecer los servicios de primera necesidad y altísimos salarios a personas sin calificación.
Ahora reclaman que los conceptos de república y democracia son opuestos, en consonancia con las tesis del fundamentalista cristiano David Barton ligado a Ted Cruz, en la última campaña electoral. Este pastor tejano graduado en la universidad Oral Roberts tergiversa los escritos de los fundadores de EE. UU., tales como Madison, John Adams, John Quincy Adams y otros signatarios de la constitución norteamericana. Según estos “padres fundadores”, la política europea consistía en democracias carentes de principios, mientras EE. UU. era una república que operaba bajo el predominio de principios cristianos. En consonancia, los neocons locales afirman que debe abandonarse la democracia, la separación de las iglesias y el Estado, para fundar una república basada en las leyes, definida como expresión del derecho natural y la verdad revelada, obviamente bajo su dirección conocedora de los misterios divinos.
En contra del pensamiento político latinoamericano, donde libertadores y los próceres afirman que la república es sinónimo de ciudadanía. Los inspiradores de las repúblicas latinoamericanas, entre los que había varios curas, se alzaron contra la justificación religiosa de la organización política. Participaban de sociedades patrióticas que promovían la separación de la iglesia y el Estado. Lucharon por la libertad de conciencia frente a las imposiciones dogmáticas del derecho natural y autoridad basada en la revelación religiosa.
Proclamaban la imposibilidad de establecer leyes inspiradas por la divinidad; al contrario, se reconocía que el ordenamiento legal procedía del conocimiento comprobado o experimental, la racionalidad pragmática y el bienestar de la nación. No era lícito sostener una autoridad sustentada en los designios divinos o naturales para imponer puntos de vista inaceptables por la mayoría ciudadana.
En las repúblicas no hay nobleza, el servicio público define una forma de gobierno. Puede organizarse reconociendo la dirección de las élites como en Venecia, o languidecer bajo las órdenes de un dictador como las repúblicas latinoamericanas en determinados períodos históricos. Pero, el régimen político que conviene a la república es la democracia porque garantiza no sólo el respeto a la ley, sino un gobierno con circulación de funcionarios.
Ahora, los neoliberales dan la vuelta de gato y son partidarios del gobierno por la gracia de Dios contrario a la democracia. Un nuevo Carrera, que presida un Estado policíaco que instaure una legalidad opresiva, fruto de dictados en lenguas extranjeras, legisladores designados pero igual de corruptos y jueces vitalicios con la misma vileza observada en ciertas etapas de nuestra historia. Los ciudadanos libres son partidarios de cargos sujetos a un período, pues garantiza el control de la corrupción.
Lo dijo Mariano Gálvez cuando requería la modernización del país: “Todo nuevo, todo republicano: nada de sistema colonial y monárquico. Este es mi sentir. Debemos ser novadores, porque de lo contrario, por la Independencia no habremos hecho más que mudar los nombres de las cosas”. Julio Pinto Soria, a quien se debe la cita, explica que reclamaba la reorganización total del Estado con separación de la religión y de todos sus fueros.
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