IDEAS
Las maravillosas bolsas plásticas
Las bolsas plásticas llevan la principal carga de “culpa” en las discusiones actuales sobre la contaminación por desechos sólidos, al grado que en muchos lugares se ha prohibido su uso. Sostengo que es un error típico de ver el árbol y perder de vista el bosque, y su supresión ocasiona más daños y costos no sólo a las personas, sino también al ambiente. Y aunque parece ser un tema que desata más pasiones que la política y el futbol, espero contribuir con un grano de arena para regresar a la cordura.
El empaque plástico revolucionó el estilo de vida de la humanidad. Sus beneficios son incalculables pero a la vez pasan tan desapercibidos que son poco apreciados. ¿Sabía usted, por ejemplo, que gracias al empaque plástico se logró aumentar el “tiempo de vida” de muchos alimentos, con lo que se logró una reducción considerable en los que se echan a perder y, como consecuencia, precios más bajos de lo que podrían ser? Los beneficios para el ambiente de este solo factor son inmensos, pero imperceptibles para la mayoría.
La cosa no termina allí. Una de las principales ventajas de los empaques de plástico es su increíble capacidad de contener pesos mucho mayores al propio. Ello hace que sea el producto de empaque más liviano que existe. Una consecuencia directa es el ahorro de combustible y de emisiones de CO2 que se obtiene en el transporte de productos. El beneficio al ambiente frente a cualquier otra alternativa de empaque es incalculable.
Y entonces llegamos a las bolsas de plástico. Estas son una maravilla de la ingeniería ya que pueden cargar más de mil veces su peso. Esa misma característica hace que se les transfieran también los beneficios que mencioné en el párrafo anterior.
El argumento en cuanto a su impacto sobre el ambiente se centra principalmente en dos factores; que son de “un solo uso”, y que no son degradables y por tanto estarán contaminando por cientos o miles de años. Se argumenta que es más amigable al ambiente que las personas utilicen alternativas, entre las que se citan bolsas de papel, de tela o de plástico “reutilizables”. Sin embargo, esta argumentación no toma en cuenta todos los factores necesarios para hacer un correcto análisis.
Para tener más claro el panorama, especialmente en cuanto a los efectos ambientales, lo adecuado es tomar en cuenta todo el “ciclo de vida” de los productos, es decir desde que son producidos hasta su “muerte”. En varios estudios el resultado ha sido que las bolsas de plástico tienen una “huella de carbono” mucho menor que la de sus alternativas, llegando al grado que algunas deberían de utilizarse más de 300 veces para compensar la “huella de carbono” de las bolsas de plástico que reemplazarían. Y esto considerando en el estudio que las bolsas de plástico que dan en las ventas al detalle sean en efecto de “un solo uso”, lo cual casi nunca es cierto ya que la mayor parte de personas las reutiliza para algún otra tarea como por ejemplo en los botes de basura de los baños o para recoger los excrementos de sus mascotas en la calle.
Cuando se prohíbe las bolsas en las ventas al detalle el efecto es todavía peor ya que los otros “usos” que la gente le da a las bolsas de todos modos se necesitan hacer, con lo que la gente para comprando bolsas “de basura” que en algunos casos son de un plástico más denso —es decir, con más “huella de carbono”— y al final, el efecto sobre el ambiente es todavía mayor al que se tenía antes.
Regresamos nuevamente a que el problema no está en el uso del plástico, sino en cómo se desecha, que es donde está la clave para reducir su impacto final sobre el ambiente. Pero de eso, por razones de espacio, hablaré en otro artículo.
Fb/jjliber