EDITORIAL
Lo que no refleja el léxico diplomático
Será cuestión de días para que una vez más se pueda tener mayor información sobre lo que el gobierno estadounidense le pidió al presidente Jimmy Morales durante su visita a Washington, no acerca de lo ocurrido en el desayuno de oración y ni siquiera a los breves minutos de haberse reunido con el presidente Donald Trump. Lo importante, sin duda, es lo que le haya sido comunicado en el Departamento de Estado por la tarde.
Los comunicados oficiales, tanto del gobierno guatemalteco como de la Casa Blanca coinciden en los temas relativos a la seguridad y a la prosperidad, pero no así en el combate de la corrupción. El boletín de la oficina de comunicación guatemalteca difiere al agregar que Morales habría sido felicitado por encabezar esos esfuerzos, lo cual parece difícil porque retrataría a una administración estadounidense desinformada de lo que acá ocurre.
Desde las más altas esferas gubernamentales nacionales y otros reductos de poder se hacen incesantes esfuerzos por descabezar a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, una de las instancias que más satisfacción han dado a los países donantes, uno de ellos Estados Unidos, que ha encontrado un aliado ideal en la implementación de algunas de sus políticas.
De hecho, esas acciones, que ya son muy notorias, como la pintoresca fotografía que publicó el miércoles el alcalde Álvaro Arzú en su cuenta de Twitter, de “Yo amo a Guatemala”, inequívocamente era una respuesta al gesto promocionado la tarde del día anterior por el embajador Luis Arreaga durante su visita a la sede de la Cicig y al comisionado Iván Velásquez mostrando una calcomanía con la frase “Yo amo a la Cicig”.
La inmediata aparición del diplomático estadounidense en esa oficina de la ONU es la muestra más evidente de la urgencia de enviar ese mensaje, ante las nuevas evidencias de los esfuerzos de las autoridades guatemaltecas por separar al actual comisionado de esa oficina.
A ello se han sumado el pronunciamiento enfático sobre las prioridades de Estados Unidos, como lo hizo el pasado jueves el secretario de Estado en Texas y luego muchas otras organizaciones y congresistas estadounidenses, por lo que se complementa un panorama que le da sentido a lo expresado por la ONU de que en Guatemala la Cicig incomoda pero solo a las autoridades, porque han recibido mayores muestras de respaldo sobre su trabajo.
Es muy probable que para el presidente Morales su mayor mérito en este viaje a Washington sea la felicitación del presidente Donald Trump por su decisión de trasladar la Embajada de Guatemala de Tel Aviv a Jerusalén en los próximos meses, porque seguramente el resto de mensajes recibidos habrán estado orientados a recordarle las prioridades de la diplomacia estadounidense.
Como suele ocurrir en el mundo de la diplomacia, las apariencias reflejan los momentos más gratos para los funcionarios, y los temas de fondo suelen guardarse con hermetismo, aunque tampoco es difícil imaginar lo abordado por el presidente guatemalteco con los diplomáticos estadounidenses respecto de la importancia de contar con aliados confiables, honestos y respetuosos de la institucionalidad.