PLUMA INVITADA

¿Futbol, deporte nacional?

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A cualquier ciudadano que se le pregunte dirá que el deporte nacional en Guatemala es el futbol; yo no estoy de acuerdo. Si bien es cierto que aquí o somos del Real Madrid o del Barsa, y en lo posible no nos perdemos sus juegos. Para los chapines adultos el futbol no es lo que más se practica, ni lo es la marcha que tantas satisfacciones nos ha dado, tampoco las regatas, la natación, ni la gimnasia olímpica, mucho menos es nuestro deporte favorito el beisbol o el basquetbol, ni la lucha o el karate. Con preocupación, pero reconociendo que lo que voy a exponer es verdad, me permito decir estimados lectores que nuestro deporte nacional, el deporte por excelencia es la descalificación, el descalificar a quien por alguna razón se atreve insensatamente a querer sobresalir. Esto se da particularmente cuando se propone un nombre para un cargo público, ya sea de elección popular o por nombramiento. Aquí al escuchar el nombre de un candidato a un empleo de responsabilidad lo primero que se hace es desacreditar a la persona que se menciona, se desautoriza su posible nombramiento o elección. Se censura, se murmura con reprobación cualquier nombre. Los Chapines somos campeones en vituperar la vida y conducta de cualquiera, salvo el que nosotros proponemos.

' Nuestro deporte nacional, el deporte por excelencia es la descalificación.

Danilo Parrinello

A pesar del conocido mito que Gabriel García Márquez escribió “Así es el guatemalteco”, fantasía de algún nacionalista, documento en el que nos pinta como bondadosos, caritativos, honrados, buenos y llenos de todas las virtudes, debo informar a quienes me lean que hay un documento igual que se titula “Así son los salvadoreños” y que el original fue dedicado a los cubanos. Digo esto porque aunque tuviéramos, y espero que así sea, las virtudes que tal escrito dice que tenemos, no nos podemos engañar y debemos reconocer que los Chapines lo que nos gusta es criticar, censurar y sobre todo descalificar al prójimo. La virtud de la justicia no es lo nuestro.

Este “deporte” lo practicamos desde siempre. Ya le escribía José Martí a un amigo en Cuba que Guatemala era un paraíso, un lugar como para vivir en una finquita pero que no se le podía a uno ocurrir querer sacar la cabeza porque inmediatamente se la cortaban. Hace algunos años, sobre todo en período electoral cuando aparecía el nombre de alguien con ambiciones políticas, se le buscaba algún defecto y el chismorreo se refería a sus vicios o preferencias, que si era borracho, ignorante, ambicioso, o un shumo desconocido. No señalaban virtudes. Poco a poco los defectos, reales o imaginarios, han cambiado. Ahora la descalificación, para hombres o mujeres, tiene connotaciones peligrosas ya que las acusaciones más frecuentes son que el que se mete a político es ladrón, narcotraficante, o corrupto; lo más triste es que se le buscan parientes no muy recomendables y si no los hay he oído que se sentencia “algo turbio ha de tener”.

Cuando el proceso electoral avanza y ya se han señalado todos los defectos reales o inventados, para no dejar de practicar el “deporte” nacional, se acosa a los candidatos, sobre todo a los con mayores visos de victoria, insistiendo que muestre públicamente su declaración de probidad, que dé a conocer su equipo con el que gobernará, sus ministros, sus secretarios, etcétera…, pero no para conocer la capacidad, las virtudes y conocimiento de quienes gobernarán, sino para buscar, con lupa, las faltas o defectos de los susodichos y allí se señala: ah! ese que ya hizo gobierno no conviene o aquel otro es un “chafarote”, ahora se agrega como defecto ser “chairo” o “facho”. Y así hasta el infinito, allá los candidatos si caen en la trampa.

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