EDITORIAL

Se abre una puerta al cambio

En lo que podría ser un nuevo parteaguas en la historia guatemalteca, un grupo de ciudadanos, estudiantes, empresarios, intelectuales y diversos representantes de la sociedad civil del país lanzaron ayer el Frente Ciudadano contra la Corrupción (FCCC), cuyo primer acto consistió en manifestar de manera abierta y pública apoyo a la fiscal general, Thelma Aldana, y al comisionado Iván Velásquez, por su meritorio trabajo.

El emotivo discurso de introducción lo ofreció el empresario Peter Lamport, quien empezó sus palabras ofreciendo disculpas a los jóvenes, por considerar que no son las mejores condiciones en las que reciben el país, crucificado por una clase política corrupta, incapaz de refrenarse o de alzar la voz contra los abusos que se han venido acrecentando con cada administración.

Reconoció que en los esfuerzos del Ministerio Público y la Cicig se empezó a vislumbrar la posibilidad del rescate y la consolidación de un estado de Derecho bajo el imperio de la ley y en el cual se le cierren las puertas a la impunidad y al latrocinio como signos distintivos del modelo político imperante.

Por la representatividad de quienes participan en dicho foro se abren grandes posibilidades de que la lucha contra la corrupción encuentre aliados convencidos de la imposibilidad de continuar por la misma vía, que ha dado suficientes muestras de su agotamiento y por lo cual la diplomacia internacional ha debido pronunciarse reiteradamente en el mismo sentido.

Desde otra perspectiva, el sector oficial sigue enviando signos preocupantes de su gravitar, como ocurrió antenoche con el anuncio intempestivo de la remoción de la cúpula de la Policía Nacional Civil, sustituida por gente de la vieja escuela policial, como también ocurrió con las más altas autoridades de Gobernación, donde también se vio claramente un retroceso en la lucha contra la criminalidad.

En alusión a ese relevo, Lamport también se pronunció y dijo que podríamos estar a las puertas de un nuevo retorno a la represión, lo cual no solo sería lamentable, si así ocurriese, sino que sería una muestra tardía de la debilidad de un gobierno que está en pleno declive y que cada vez se queda más aislado, apoyado por sectores recalcitrantes o por políticos que también tienen cuentas pendientes con la justicia.

El surgimiento de este nuevo grupo y la heterogeneidad de sus integrantes abre una puerta a grandes posibilidades de cambio y a tener interlocutores válidos ante un grupo de políticos irresponsables y abusivos, de lo cual han dado muestras suficientes desde el Ejecutivo hasta el Legislativo, sin olvidar lo que ocurre en el Organismo Judicial, donde se acrecientan las muestras de una descomposición producto de la actitud venal de jueces y magistrados.

Es loable que también en este esfuerzo se haya unido el grupo de empresarios aglutinados en el Cacif, pero de su parte también deben dar muestras de mayor coherencia. El hecho de convertir en protagonista de primer orden al tirano Daniel Ortega, quien está a las puertas de recibir uno de los mayores castigos de los congresistas estadounidenses, obligará a ciertos empresarios a definir el papel que desean ocupar en la historia y esclarecer su anunciada participación en el FCCC.

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