PANÓPTICA

Testimonios populares

FRANCO MARTÍNEZ-MONT *

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Los recientes murales políticos de la Usac titulados El Legado e Ideal, sacrificio y justicia se constituyen en expresiones simbólicas de lucha política, de resistencia ideológico-cultural, de reivindicación histórica, y de una lectura crítica sobre la realidad guatemalteca contemporánea.

Dichas obras nos hacen reflexionar sobre las arenas de disputa entre la ideología, el conocimiento, el arte y la política, este es uno de los valores agregados de los murales dirigidos por el maestro Maugdo Vásquez y ejecutados por la Escuela Superior de Arte de la Usac, una contribución excepcional al patrimonio cultural material de la nación. Por ello, mi reconocimiento y felicitación extensiva a todo el equipo de artistas visuales.

Ambos murales grafican el entramado de relaciones de conflicto entre clases sociales, el resquebrajamiento del sistema político, y los procesos de evolución/revolución implícitos en el Estado.

En este sentido, el arte permite interpretar los significados sociales del pasado maya, la reproducción de patrones de violencia, racismo y dominación cultural que han cohabitado históricamente en el inframundo del Estado, en las trincheras económicas y en el corazón de la sociedad.

Para Benjamin, el “arte entonces, debe ser objeto de conocimiento para la política” (Benjamin, 1973), esto significa darle una importancia de peso a aquellos fenómenos subjetivos que se constituyen en dispositivos de dominación: las leyes, las políticas públicas, la religión, el arte y las ideologías, ya que la comprensión integral de esta superestructura permitiría las posibilidades de transformación de nuestra sociedad. En concreto, luchar por una nueva hegemonía que desvele los lenguajes de poder subyacentes en la cultura dominante.

Empero, los murales políticos de la tricentenaria nos conducen inevitablemente a deliberar sobre las siguientes cuestiones: ¿cómo opera la hegemonía en los grupos subalternos en la actual turbulencia del sistema político, puesto que la existencia de una “crisis” del Estado debe someterse a debate académico? ¿Cuáles son los reductos culturales de los dominados en Guatemala para ejercer contrapoder ante las élites económicas e intelectuales? ¿Hasta dónde es posible, construir autonomía del arte respecto de la política, la religión, el derecho y la filosofía? ¿Cómo medimos la contribución de los murales políticos de la Usac hacia los procesos de memoria histórica, justicia y verdad?

Finalmente, el arte plasmado en la Usac recupera el carácter combativo de los pueblos indígenas (el genocidio de los ixiles), encarna los ideales revolucionarios de los mártires universitarios (Víctor Rodríguez Jaramillo, Silvia Azurdia Utrera, Aarón Ochoa Ramírez, Hugo Gramajo López, Carlos Contreras Conde, Jorge Romero Imery, Manuel Colom Argueta y Oliverio Castañeda), pone de manifiesto la violencia estatal contrainsurgente, realza la quimérica/aspiracional fraternidad entre las naciones, recupera el valor de la madre tierra y evidencia la compleja tarea de aplicar la justicia en un país golpeado, pero donde la esperanza del cambio democrático continúa viva, hoy más que nunca.

framont@gmail.com

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