EDITORIAL
Tradición marcada por la gastronomía
Aunque la esencia de un día como hoy es el anclaje en la espiritualidad y la convivencia con los familiares, sobre todo por los ausentes, la gastronomía ha cobrado carta de presentación con uno de sus platillos más icónicos, el fiambre, que es además el ansiado aliento a la dinámica económica, tan necesitada de fechas propicias.
En Latinoamérica son pocos los países donde no se celebra el día de los muertos, día de las ánimas o conmemoración de los fieles difuntos, nombres con los que se denomina al 1 de noviembre, aunque ninguna supera los festejos ceremoniales del sureste de México, donde la tradición se pierde en la historia.
En Guatemala ha derivado en un derroche de esfuerzos por hacer de la comida típica de la época, el fiambre, el plato en torno al cual se unen las familias, y el éxito de ese platillo ha cobrado un marcado auge en los últimos años y su comercialización empieza muchos días antes en los negocios especializados en su preparación, mientras que en los núcleos familiares es una de las épocas propicias para compartir.
La mayoría de guatemaltecos aprovecha la ocasión para abandonar el bullicio citadino y compartir con los parientes cuando el feriado se prolonga, como en esta ocasión, cuando los miles de empleados públicos dispondrán de descanso para hacer puente y extender las minivacaciones por cuatro días para dirigirse a los departamentos.
Si bien el fiambre, cuyo significado de comida guatemalteca está en el Diccionario de la Lengua Española, se ha convertido en platillo de referencia para esta fecha, Guatemala aún conserva muchas otras tradiciones culinarias, como la elaboración de postres a base de ayote, chilacayote o jocotes cocidos con panela, que data de la época colonial y que empezó a modificarse con el uso del azúcar extraído de la caña, cuando también empiezan a consumirse postres de influencia española.
Uno de los términos que surge de estas tradiciones es comida de cabecera, que según el experto en gastronomía nacional Luis Villar Anleu surge por la costumbre de dejar alimentos y bebidas en las tumbas, en pequeñas alfombras de pino y las llamadas flores de muerto en la cabecera de estas.
Guatemala y quienes se interesan por la comida tradicional están imbuidos desde hace días de una constante actividad culinaria para agrupar hoy a la mayor cantidad posible de amistades y parientes, para conmemorar una de las tradiciones más antiguas en la historia nacional. El fiambre se cree tuvo sus orígenes hacia mediados del siglo XVIII y aparece en los memorables Cuadros de Costumbres, de José Milla (1822-1882).
La fecha también se vuelve especial porque miles se movilizan para visitar los 650 cementerios, 69 de ellos en la capital, el área geográfica de mayor movimiento.
Aunque los días de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos, como se les conoce en el mundo católico, aún mantienen vigorosas tradiciones, sobre todo en lo gastronómico, también se observa una creciente penetración de influencia extranjera con la celebración, el día anterior, de la noche de brujas, una festividad pagana de origen nórdico, muy ajena a la guatemalidad.