Escenario

Supersticiones de origen guatemalteco

Caminar debajo de la escalera, abrir un paraguas dentro de interiores, romper un espejo o derramar la sal son acciones fortuitas que forman parte de las supersticiones occidentales a las que se les atribuye mal augurio.

En el pensamiento guatemalteco hay ejemplos de supersticiones que han sido heredadas desde la tradición oral, transmitidas de generación en generación, explica Érick  Fernando García, investigador del Centro de Estudios Folclóricos.

Se tiene la convicción de que al no realizar determinadas prácticas, muchas de ellas de carácter ritual, podrían traer como consecuencias situaciones de mala suerte o fortuna,  conocidas popularmente como “mal agüero”, agrega García.
Para algunos pueden ser cosas incomprensibles, pero dependerá  mucho de las creencias inculcadas por la  familia y de la percepción de cada persona, concluye.

Otras supersticiones:

  • Colocar un manojo de ajos, mejor si son frescos, sobre la puerta de entrada o una cruz de madera resinosa, que tenga ocote, ahuyenta a las personas chismosas que llegan a perturbar la paz.
  • Cuando un niño se cae, los padres van al lugar donde sucedió el accidente y con palos, preferiblemente de árbol de guayaba, lo fustigan, para que el dolor y hematomas se desvenazcan.
  • Si en una casa vuela una palomilla por todos lados, quiere decir que el espíritu de un niño que falleció ha retornado a ver el mundo que perdió.
  • Cuando sopla muy fuerte el viento y los tallos del maíz se doblan, nadie debe tocarlos, porque el viento ha escogido a las plantas enfermas de lo contrario, el individuo tendrá fiebre.
  • Cuando un niño es llevado en un tejido con iguras de un animal, quiere decir que este representa al nahual que lo protegerá del mal.
  • Se dice que el árbol del amate lorece solo una vez al año, a medianoche, en Luna Nueva. Si un individuo tiene el privilegio de ver la lor de este árbol, tendrá suerte toda su vida.
  • Se quemaba cada semana ramas de romero, puesto que el diablo no soporta este aroma y sale de forma precipitada de la casa.
  • Cuando había relámpagos y truenos, la mujer se enrollaba el pelo en la cabeza y se lo cubría, al creer que el pelo es conductor del rayo.
  • Para alejar el “mal de ojo” al niño, se le coloca una pulsera o collar rojo o se le amarra un amuleto de la Virgen del Carmen en el ombligo.
  • También en algunas áreas mestizas, se tiene la superstición de que si a una persona se le rompe una cadena de oro, signiica que le están tratando de hacer un daño o brujería. Es por eso que siempre se debe tener una cadena de oro, como repelente de la maldad.
  • En el pasado se tenía la superstición de que se le quitaba el miedo a un niño, si este comía tortilla quemada. Esto se relaciona con la antigua costumbre de que cuando una persona se asustaba se le debía dar en el momento agua de cenizas o de brasas.
  • En algunas poblaciones se cuenta que es de mal agüero, prestar o regalar agujas, porque atraen enemistades con la persona que recibe el objeto.
  • En Samayac, Suchitepéquez, cuentan las mujeres, que la pedida de mano puede llegar hasta nueve veces, hasta que los padres den permiso, porque, de lo contrario, la joven puede enfermar y morir.
  • En regiones del país cuentan que cuando hay Luna Llena o eclipse, las mujeres embarazadas tienen que hacer una cruz en su delantal o falda con ganchos de ropa, para evitar el mal agüero y que el niño nazca con alguna enfermedad.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.