Salud y Familia

Autolimitarse: una prisión mental

Pensar de manera cerrada y limitante, reduciendo nuestras opciones y dejándonos paralizar por el miedo, nos encorseta y condiciona.

Autolimitarse: una prisión mental

Los pensamientos como "no puedo" suelen estar causados por el miedo, la comodidad, la falta de experiencia, la inseguridad, la rigidez cognitiva y las creencias limitantes (Foto Prensa Libre: Andrea Piacquadio / Pexels)

Sacar conclusiones y tomar decisiones cuando no nos encontramos bien; generalizar; pensar muy rápido; razonar de manera superficial; no confiar en nosotros mismos ni en nuestras posibilidades; dar importancia a lo que es irrelevante; y creernos todo aquello que pensamos, son algunos de los principales errores de pensamiento en los que incurrimos con más frecuencia, según el psicólogo Tomás Navarro.

Sin embargo, si tuviera que elegir cuál es el error de pensamiento que está más generalizado y afecta a más personas en los países occidentales, Navarro señala que este error consiste “en autolimitar mentalmente nuestras alternativas en la vida”.

Los errores de pensamientos son modos de pensar erróneos o sesgados, que nos llevan a interpretar la realidad de modo distorsionado, y pueden causarnos problemas, generar conflictos y limitar nuestra vida, explica Navarro, psicólogo, consultor, formador, conferenciante, terapeuta, escritor y fundador de un centro de bienestar emocional.

Para liberar nuestra mente y lograr aquello que deseamos necesitamos “aprender a distinguir los pensamientos racionales de aquellos que nos perjudican e impiden crecer”, dado que “nuestra forma de pensar rige nuestra relación con nosotros mismos y los demás, y puede ayudarnos a expandir nuestra vida o a limitarla”, advierte Navarro en su libro Piensa Bonito.

El error de pensamiento más frecuente

Navarro considera que el error de pensamiento de limitar nuestras alternativas está muy generalizado en la población, porque “a pesar que hoy en día tenemos a nuestra disposición innumerables fuentes de información, estamos inmersos en una corriente o tendencia mayoritaria de pensamiento y preferencias, de la cual ni siquiera nos planteamos salir” .

Por ejemplo, “todos nos vamos de vacaciones a los mismos sitios y hacemos lo que se supone que hay que hacer en cada momento, según los dictados de ese modelo mainstream o corriente principal de pensamiento, con lo cual nuestros comportamientos e ideas suelen estar muy dirigidos”, según Navarro.

Esta adhesión a la corriente mayoritaria no solo hace que descartemos algunas alternativas y posibilidades, sino que incurrir en comportamientos y situaciones que siguen una secuencia similar tienen unas consecuencia previsibles, y suelen repetirse en quienes siguen el modelo ‘mainstream’, añade.

Navarro pone un ejemplo: “acabas la carrera en la universidad, te pones a trabajar, compras un piso por medio de un crédito hipotecario a muchos años, adquieres un vehículo, te casas y tienes hijos. Después puede suceder que pierdas el trabajo y te encuentres con un piso hipotecado que no puedes pagar pero tampoco venderlo porque lo pagaste muy caro”.

Otro ejemplo: “conoces a una persona en una discoteca, te enamoras apasionadamente de esa persona que te atrae y de modo precipitado se van a vivir juntos. Al cabo de un tiempo, cuando se acaba la atracción inicial, te das cuenta de que no compartes nada con esa persona, tienen muy poco en común, apenas la conoces y terminas separándote o divorciándote”.

Ante esas y otras situaciones podríamos adoptar distintas alternativas al comportamiento “mainstream”, pero las dejamos fuera de manera inconsciente, debido a nuestro enfoque mental cerrado y limitante, para terminar “haciendo lo que hace la mayoría”, según este psicólogo.

La clave para salir de nuestra jaula o ‘corsé’ mental es aplicar la técnica del "¿Y si…?" (Foto Prensa Libre: Christopher Windus-Unsplash)

Eliminar nuestros barrotes mentales

Para descubrir y gestionar esas alternativas, Navarro recomienda aplicar una técnica psicológica muy sencilla, que se podría denominar “¿Y si…?”.

“Por ejemplo, podría ocurrir que después de comprarte una casa o un apartamento muy bonito y bien ubicado, que en su momento te gustaba y convenía, te des cuenta al cabo de un tiempo, de que presenta inconvenientes que desconocías o ya no se adapta a tus nuevos intereses o necesidades personales, por lo que analizas la posibilidad de venderlo y mudarte a otro lugar”, explica Navarro.

Señala que la técnica del ¿Y si…? consistiría en preguntarte: “¿Y si puedo estar mejor viviendo en otro lugar…?” o “¿Y si me voy a un lugar con más servicios…?”, en el caso de que desees vivir en un lugar que te ofrezca mayores posibilidades deportivas, educativas, recreativas o culturales que tu residencia actual.

Navarro cuenta su propio caso, cuando siendo joven y con un puesto fijo en un hospital, se planteó algo que le gusta mucho, viajar, pero que a priori parecía complicado debido a su situación y a que eso lo obligaría a renunciar a sus ingresos económicos.

Entonces se planteó “Y si pudiera ganar dinero viajando?, lo que le condujo a explorar esa opción e incorporarse a una empresa que imparte formaciones educativas por todo el mundo, según relata.

A menudo “no nos planteamos opciones que son válidas, pero que están fuera de la corriente principal”, puntualiza.

“Plantearnos esas alternativas parece estar penalizado”, dado que cuando comentamos con quienes nos rodean nuestra opción de cambiar, suelen considerarla como una locura, una temeridad, un desacierto o una decisión equivocada, según este experto.

¿Y si pudiera ser más feliz…?

“Navarro considera que no plantearnos la pregunta “¿Y si?”, cuando sea necesario, puede conducirnos a la insatisfacción.

Señala que algunas personas viven amargadas en pareja, tienen un trabajo que no las motiva o una vida personal insatisfactoria, pero no se abren a la alternativa de cambiar esas situaciones ni se plantean preguntas, como “¿Y si terminamos esta relación que nos hace daño…?, ¿Y si busco un trabajo que pueda disfrutar…?, ¿Y si le doy un giro a mi vida para mejorarla…?”

Otra clave para escapar del corsé o jaula mental de los pensamientos limitantes, según Navarro, consiste en enfocarnos en la solución en lugar de centrarnos en el problema.

“Cuando tenemos que solucionar un problema y nos focalizamos en dicho problema, nuestro pensamiento es limitante y nos ofusca; nos quedamos anclados en todo lo que no podemos hacer”, explica.

En cambio, “cuando nos centramos en la solución, nuestro pensamiento se torna más positivo y abierto. Somos capaces de despertar nuestro lado más creativo para poder explorar posibles alternativas que nos ayuden a solucionar el problema” concluye.

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