Salud y Familia

Más allá del diagnóstico hay esperanza de vida

Siete de cada 10 niños sobreviven al cáncer.

El 29 de octubre de 2014, Beatriz Ávila Castillo celebraba junto a su familia en Huehuetenango  la culminación de la primaria y el paso al ciclo básico; sin embargo, el cansancio, el dolor de estómago y los vómitos días después de la clausura alarmaron a su madre, Carmen,  y la llevó al médico.

“El ultrasonido que le tomaron mostró que tenía un tumor. El 3 de noviembre  se le practicó una cirugía urgente en aquel departamento, pero mientras estaba en la sala el médico dijo que no se podía hacer nada más, y la trasladamos a la Unidad Nacional de Oncología Pediátrica (Unop), en la capital”, relata Castillo.

El médico Tomás Letona, de la Unop, comenta que en esta institución se diagnostica un promedio de 40 pacientes nuevos cada mes que incluye los  diferentes tipos de cáncer pediátricos. “El más común es la leucemia linfoblástica aguda —cáncer de la sangre y la médula ósea—, que se diagnostica en  aproximadamente 120 pacientes nuevos cada año”, añade.

Esperanza

El diagnóstico para Beatriz fue de un  linfoma,  un cáncer del sistema linfático   que afecta al 15 por ciento de los pacientes pediátricos atendidos en la Unop.

“Recibir la noticia  no fue fácil; pero lucha es lucha y aquí estamos, entre quimioterapias y el tratamiento que durará 7 meses”, comenta   Castillo.

El médico Letona añade que tener cáncer no es sinónimo de una sentencia de muerte. “Se puede tratar, y más importante aún, se cura. Pero la biología,  comportamiento y tipos de  cáncer más comunes son distintos al de un adulto. Esto hace que en pediatría no se pueda prevenir y desafortunadamente no existen pruebas de diagnóstico temprano”, subraya.

Luisa  Ávila, de Fundación Ayúdame a Vivir (Ayuvi), comenta que el apoyo familiar es indispensable para el paciente y por esa razón los niños que son ingresados deben tener al padre o madre con ellos durante el proceso.

“Aquí se les provee un tratamiento integral,  y está comprobado que el paciente que tiene a un familiar cerca durante el proceso, tiene una recuperación es más  rápida”, agrega.

Beatriz  y Carmen llevan casi tres meses  en la Unop, y aún esperan ganar la carrera de la vida, aunque   la madre asegura que  ha visto lo bien que se ha  recuperado su hija durante los tres meses que lleva.

“Estas situaciones hacen que se descubra la fuerza de querer vivir, pero también el apoyo de toda la familia que se une para sobrellevar un diagnóstico como este”, concluye Carmen.

Futuro  por delante

La queja frecuente de un dolor de piernas de  Magda Valeria Recinos Ajanel, de 6 años y medio, fue la primera señal de que el cáncer había llegado. “Pensé que se había lastimado y el pediatra le recetó  medicamentos, pero Magda ya no salía a jugar, vomitaba, no comía y el dolor persistía”, explica Berta de Recinos, su madre.

Los exámenes de rigor en mayo del  2014 no mostraban nada, pero el resultado de una tomografía  reveló una desviación en la columna. “El  diagnóstico fue un Schwannoma maligno, que es una acumulación de tejido canceroso  conocido como tumor. Lo tenía alojado cerca del riñón”, explica  de Recinos.

Magda fue sometida a radioterapia y quimioterapia.  Debido al tamaño del tumor no podía ser intervenida hasta que este se redujera.  El 5 de diciembre tuvo una cirugía en la que le retiraron el tumor,  junto con un riñón.

“La cirugía de Magda fue un éxito.  Ella está bien; a las horas  de salir de la operación ya no quería el oxígeno. Ahora seguimos a la espera de cómo reaccionará su cuerpo”, añade la madre.

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