“El ultrasonido que le tomaron mostró que tenía un tumor. El 3 de noviembre se le practicó una cirugía urgente en aquel departamento, pero mientras estaba en la sala el médico dijo que no se podía hacer nada más, y la trasladamos a la Unidad Nacional de Oncología Pediátrica (Unop), en la capital”, relata Castillo.
El médico Tomás Letona, de la Unop, comenta que en esta institución se diagnostica un promedio de 40 pacientes nuevos cada mes que incluye los diferentes tipos de cáncer pediátricos. “El más común es la leucemia linfoblástica aguda —cáncer de la sangre y la médula ósea—, que se diagnostica en aproximadamente 120 pacientes nuevos cada año”, añade.
Esperanza
El diagnóstico para Beatriz fue de un linfoma, un cáncer del sistema linfático que afecta al 15 por ciento de los pacientes pediátricos atendidos en la Unop.
“Recibir la noticia no fue fácil; pero lucha es lucha y aquí estamos, entre quimioterapias y el tratamiento que durará 7 meses”, comenta Castillo.
El médico Letona añade que tener cáncer no es sinónimo de una sentencia de muerte. “Se puede tratar, y más importante aún, se cura. Pero la biología, comportamiento y tipos de cáncer más comunes son distintos al de un adulto. Esto hace que en pediatría no se pueda prevenir y desafortunadamente no existen pruebas de diagnóstico temprano”, subraya.
Luisa Ávila, de Fundación Ayúdame a Vivir (Ayuvi), comenta que el apoyo familiar es indispensable para el paciente y por esa razón los niños que son ingresados deben tener al padre o madre con ellos durante el proceso.
“Aquí se les provee un tratamiento integral, y está comprobado que el paciente que tiene a un familiar cerca durante el proceso, tiene una recuperación es más rápida”, agrega.
Beatriz y Carmen llevan casi tres meses en la Unop, y aún esperan ganar la carrera de la vida, aunque la madre asegura que ha visto lo bien que se ha recuperado su hija durante los tres meses que lleva.
“Estas situaciones hacen que se descubra la fuerza de querer vivir, pero también el apoyo de toda la familia que se une para sobrellevar un diagnóstico como este”, concluye Carmen.
Futuro por delante
La queja frecuente de un dolor de piernas de Magda Valeria Recinos Ajanel, de 6 años y medio, fue la primera señal de que el cáncer había llegado. “Pensé que se había lastimado y el pediatra le recetó medicamentos, pero Magda ya no salía a jugar, vomitaba, no comía y el dolor persistía”, explica Berta de Recinos, su madre.
Los exámenes de rigor en mayo del 2014 no mostraban nada, pero el resultado de una tomografía reveló una desviación en la columna. “El diagnóstico fue un Schwannoma maligno, que es una acumulación de tejido canceroso conocido como tumor. Lo tenía alojado cerca del riñón”, explica de Recinos.
Magda fue sometida a radioterapia y quimioterapia. Debido al tamaño del tumor no podía ser intervenida hasta que este se redujera. El 5 de diciembre tuvo una cirugía en la que le retiraron el tumor, junto con un riñón.
“La cirugía de Magda fue un éxito. Ella está bien; a las horas de salir de la operación ya no quería el oxígeno. Ahora seguimos a la espera de cómo reaccionará su cuerpo”, añade la madre.