Salud y Familia

|

Suscriptores

Cómo identificar las excusas en el camino hacia un sueño

Lograr metas depende de un esfuerzo sincero; no obstante, estas pueden ralentizarse o impedirse debido a las excusas que aparecen en el camino.

La vida se complementa de decisiones que se toman a diario; unas más grandes que otras. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

La vida se complementa de decisiones que se toman a diario; unas más grandes que otras. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

A los 19 años, Andrea tenía claro que a los 20, se iría a vivir sola. Era su meta más anhelada en aquel entonces. “Siempre quise tener un espacio propio, dónde pudiera ser yo misma y no dependiente”, cuenta la joven.

Los meses transcurrieron y llegaron los 20, pero aún seguía en casa de su madre. El deseo de mostrarse a sí misma la capacidad de supervivencia no había dado fruto. No lo lograba, ya que estaba bloqueada por pensar que lastimaría a su familia. “Pero no tuvieron que haber sido la excusa; era mi decisión”, expresa.

El bloqueo de Andrea venía de su miedo a fracasar. Relata que en ese tiempo solo tenía una idea vaga de lo que quería. No tomaba una acción concreta; anhelaba en momentos reactivos.

Las cosas dieron un giro cuando se topó con un frasco en el que guardaba notas. Al abrirlo, redescubrió un papel en el que había escrito “Voy a vivir sola cuando tenga 20”.

Reaccionó y decidió tomar dos trabajos para ahorrar. Su meta a mediano plazo era recaudar Q 8 mil para así concretar el sueño de independencia. “Sentía que debía replanteármelo y que no iba a ser de un día a otro. Tenía que esperar”, narra.

A la decisión le sucedió el momento de hablar con su mamá. Cuando lo hizo, la madre reaccionó sorprendida y comenzó a llorar. Andrea cuenta que después de las lágrimas, su mamá le respondió que, aunque no lo esperaba, entendía la decisión, y la secundaba. Ese mismo día fueron a ver el apartamento. Un mes después, Andrea estaba viviendo en él.

Aunque confiesa se sintió sola al principio, la joven se acopló con los meses. Agrega: “Al inicio no lo había internalizado, pero la soledad fue el reflejo del miedo que tenía y decidí dejarlo ahí para empezar a disfrutar mi espacio”.

Hoy suma dos años en el apartamento que (conscientemente) decidió rentar a los 21. Aquella experiencia fue aprendizaje. Asegura que su decisión tardó en llegar porque buscaba reflejar sus excusas en los demás para evitarse trabajar. “Por lo tanto, decidí liberarme”, relata desde su cuarto.

Planificar y tropezar

La historia de Andrea es como la de muchas otras personas. Su narración es sinónimo de las tantas ilusiones que se plantean a diario y a lo largo de la vida. El camino está basado en decisiones.

Jorge Paz, coach en liderazgo y autor del libro Forjando tu destino: Un camino para iniciar tu desarrollo personal, explica que una meta es un deseo o “el final de toda una serie de actividades que tenemos que realizar”.

Paz, quien además ha supervisado distintos proyectos de liderazgo en Latinoamérica, explica que hay varios tipos de metas, como las personales, donde, por ejemplo, un hombre decide ser mejor padre o esposo. También las puede haber espirituales -alguien que busca “más allá”- o las profesionales que pueden consistir en la escalada de competencias laborales.

El especialista aclara que las metas van a depender de cada persona, “y de lo que buscan”. Independientemente de la personalidad y el anhelo, es necesario entender la importancia de los objetivos que están adscritos a periodos, para luego alcanzar el fin.

Los objetivos pueden establecerse en un corto, mediano y largo plazo. El coach explica que esa medición del tiempo se plantea para trazar un camino hasta las metas finales.

Durante el proceso, Jorge recomienda tomar en cuenta la preparación y las herramientas con las que se pretende alcanzar el sueño. Además, se debe valorar el sistema de creencias, ya que muchas veces estas se relacionan a condiciones que limitan y pueden convertirse en bloqueos hacia la meta.

Es común que las personas planteen excusas a lo largo de una decisión, para justificar nuestra falta de acción y compromiso. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

La motivación es importante, pero esta puede existir tanto como las excusas en la ruta. Estas últimas se caracterizan por ser un posible bloqueo en el proceso.

Jorge explica que una excusa es el resultado de no llevar a cabo un objetivo. “Las usamos para no confrontar la verdad de por qué no se logró”, indica. Esto sucede por una razón sencilla: cuando no conseguimos un anhelo, tenemos la necesidad de justificarnos.

Es normal que ante estas situaciones haya justificación en distintos escenarios, como la falta de suerte, o que -en muchos casos- no hay dinero suficiente para mover la idea hacia un plano real. Incluso, amplía Paz, tendemos a culpar a otras personas por nuestra falta de compromiso.

Pero en realidad, las excusas resultan ser efecto de una causa. Estas surgen de un miedo tan común como el del fracaso. Además, juega un papel importante el hecho que las metas suelen vislumbrarse como espacios nuevos a los que llegaremos, y que nos generan ansiedad o incertidumbre. El temor nos reafirma que no quisiéramos sufrir si algo resulta mal.

Por instinto, amplía el coach, ponemos excusas para no llegar a ese punto. Paz explica que muchas veces pensamos que las cosas serán fáciles, pero también nos podemos dar cuenta que no es así, pues nada es perfecto.

Esto también tiene un significado desde un plano mental y sensible. Para la psicóloga y terapista Mireya de Arroyave, las excusas son una forma de cubrir situaciones que nos hacen sentir incómodos. “Si se quiere realizar una meta, y no se ha logrado, las excusas son un alivio temporal”, explica.

Según de Arroyave, estas justificaciones sirven para aplacar la ansiedad entre el punto en el que alguien se encuentra y el otro en el que se debería (o quisiera) estar. Esto válida por qué aún no se está ahí.

Las justificaciones constantes pueden llevar hasta un punto de traición propia, pues no hay honestidad con el deseo planteado. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

La psicóloga reconoce que todas las personas, en algún momento, hemos utilizado excusas. En ocasiones se dan para evadir responsabilidades, y en otras, para negar razones verdaderas. Mireya infiere que esto puede llevarnos hasta un autosabotaje que impide avanzar en las cosas que nos proponemos.

Incluso, dice la especialista, las personas se ponen en un plano de víctima que se justifica, y a la vez, no permite aprender de los errores. Esto atentaría contra la soberanía de nuestras decisiones, expresa.

“Perdemos el poder de hacer cambios”, dice la psicóloga, quien, además, cita una vieja frase oriental: “Quien quiere hacer algo encuentra un medio; quien quiere evitar algo, encuentra una excusa”.

Ante esta situación, la especialista indica que las personas deben ser sinceras consigo mismas, y estar dispuestas a realizar cambios. Eso, si verdaderamente se desea alcanzar la meta. De Arroyave sugiere preguntarse si el objetivo vale la pena constantemente. De lo contrario, será evidente encontrar excusas durante el camino.

Seguir la ruta

Jorge Paz coincide con las posturas de la psicóloga. Indica que, para lograr objetivos, las personas deben responsabilizarse al tomar el control de las acciones. Complementa: “Debemos empoderarnos y mejorar cada vez la actividad”.

  • Tome en cuenta que los fracasos existen: piense que es una opción que trae consigo una oportunidad de cambio y mejora. “Esto hará que veamos las cosas de otra manera”, expresa.
  • Trabaje desde la constancia: es necesario tener un compromiso serio que se evidencia en la disciplina forjada desde los hábitos. Aunque la motivación puede llevarnos a accionar, el especialista explica que esta no es suficiente. No siempre el camino es fácil, ya que hay factores que modifican el escenario.
  • Cambie rutinas: batallar con las excusas se basa en gran medida sobre la zona de confort y cómo salimos de ella. Tanto la psicóloga como el coach enfatizan en esto, ya que, al permanecer en un espacio cómodo, no arriesgamos. Comience con cambios sencillos, como sentarse en un lugar distinto a la hora de comer, así como tomar rutas alternas para llegar a casa o al trabajo.

“El objetivo es que, conforme vayamos aprendiendo a cambiar de actividad, nos acostumbremos a salir de la zona de confort. Así, cuando debamos hacer un cambio drástico, no será tan difícil”, explica Paz.

El especialista concluye al decir que todo está amarrado: desde el sueño, la planificación, los objetivos, replantear la meta, así como estar conscientes de las dificultades y ser disciplinados. Esto tendrá un beneficio que al final llegará para completar esa necesidad que tanto anhelamos, infiere el coach.

ESCRITO POR:

Alejandro Ortiz

Periodista de Prensa Libre especializado en temas sobre cultura y bienestar, con 5 años de experiencia.