Salud y Familia

¿Cuándo vale la pena luchar por una amistad?

Las amistades pueden tensarse a causa de diversas disputas. Para evitar una ruptura, se requiere sensibilidad. Aunque, en algunos casos, es mejor dejar que los amigos se alejen.

¿Cuándo vale la pena luchar por una amistad?

Las peleas entre amigos pueden lastrar a largo plazo la relación. En cierto punto es preferible continuar por caminos separados. Foto Prensa Libre: Christin Klose/dpa

Para que las amistades sean duraderas, requieren del ejercicio de una cierta dosis de tolerancia y humor.

“Siempre uno se puede enojar con alguien en cierto momento”, comenta el psicoterapeuta Wolfgang Krüger. En una entrevista con dpa, explica cuál es la mejor manera de proceder ante las diferencias y el distanciamiento, y también cuando llegó tal vez el momento de soltar y dejar ir.

dpa: En un círculo de amigos ha habido diferencias. ¿Es posible de todas maneras reunirlos a todos para un festejo y pasar bien ese momento juntos?

Wolfgang Krüger: Eso dependerá de la amistad. Si tenemos constantemente conflictos duraderos que no podemos aclarar, esto es una señal de distanciamiento y de que en parte ya no hay una base en común.

Y reaccionamos ante esto en la medida que nos replegamos por completo del otro o lo rebajamos en nuestra consideración. Amigos que fueron realmente importantes para nosotros, y que se ubicaban interiormente en el sexto lugar en nuestra escala de amistades, los reclasificamos solamente en el sitio 13, por ejemplo.

Eso lo notaremos a más tardar cuando ya no los invitemos a nuestro cumpleaños. Cuando nos hayamos distanciado más, y ya no tengamos tantas expectativas, podremos proceder nuevamente de forma mucho más soberana con el otro.

Esto es posible porque aceptamos de alguna manera el hecho de que los amigos, a veces, son difíciles y ya no luchamos siquiera por algún tipo de cambio. Entonces puedo hablar sobre algo trivial con la otra persona en una invitación en caso debido.

dpa: Los conflictos pueden ser una prueba determinante para las amistades. ¿Es posible superar los puntos conflictivos o evitarlos?

Krüger: Existen algunos caminos alternativos cuando uno se da cuenta de que no se puede hablar de temas conflictivos. Por ejemplo, sobre la guerra de Ucrania: ¿se deben o no suministrar armas? O sobre la catástrofe climática o el coronavirus.

Entonces tengo la posibilidad de salir del nivel de conflicto y cambiar a un terreno más personal. Se puede así preguntar: ¿cómo han manejado hasta ahora las crisis en sus vidas? De esta manera, uno puede apartarse de la problemática en sí y llegar a cuestiones existenciales de la vida.

Puede suceder así que con amigos con los que, por ejemplo, no se podía conversar sobre el coronavirus, de repente se pueda hablar de otras cuestiones humanas.

Si, en cambio, el conflicto se refiere a valores de vida, sobre los que se tienen opiniones completamente distintas, uno reacciona desde atónito hasta un poco escéptico.

Y cuando esto ocurre en varios aspectos, la amistad se resiente y uno nota que el otro tiene un mundo de valores distinto. Entonces puede suceder que se lo degrade en la consideración, porque se percibe cuán ajena se volvió esa persona por su forma de ver la vida.

Básicamente, existen dos posibilidades: pelear en los conflictos o resignarse y replegarse. Solamente podemos dejar de lado ciertos temas conflictivos si no juegan un rol demasiado grande en la cotidianidad y no tienen significación en la vida práctica. O sea, temas como deportes, fumar o también opiniones religiosas.

dpa: ¿A partir de qué punto se recomienda mejor desistir de ese vínculo?

Krüger: No hay criterios claros para ello, porque en cada amistad debemos aceptar que hay un hueso en el que roemos. Siempre uno se puede enojar con alguien en cierto momento. En las amistades también necesitamos ejercer una cierta tolerancia y humor.

Pero si durante meses uno se indigna una y otra vez, entonces llegan las dudas. Por ejemplo, si una amiga solamente llama para hablar de sus cosas y problemas. Entonces ella posteriormente se siente mejor, pero yo estoy peor.

A veces, existe un punto en las amistades en el que notamos que no estamos bien en ella. Entonces se comienza a revisarlas y a observarlas con mayor detenimiento. Y si esto ocurre dos o tres veces, llega el momento en que uno ya no tiene ganas. Es siempre un balance.