El llamado trastorno de personalidad paranoide afecta a un porcentaje de la población y uno de sus rasgos es una extrema desconfianza injustificada porque la persona sospecha de los demás, tiene celos y todo el tiempo piensa en cómo los otros podrían estar planeando o actuando maliciosamente.
En el diario vivir es común encontrarse con personas y en situaciones en las que no todo sale como se planeaba. También experimentaremos que alguien nos engañe alguna vez o incluso que nosotros defraudemos la confianza de otra persona.
Pero, existen personas que pasan todo el tiempo pensando que nadie es confiable y mantienen esa sensación. Quien lo padece sostiene pensamientos de lo perjudicial que quieren actuar los otros hacia su persona y esto crea dificultad para establecer vínculos, dice La magister Virna Zamora, académica docente de psicología en la Universidad Rafael Landívar.
La desconfianza patológica también hace que se desarrolle inseguridad en relación hacia uno mismo y hacia los otros, afecta directamente el desarrollo social y emocional.
Para ellos es difícil mantener un trabajo, conseguir una pareja, así como recuperar relaciones. El médico psiquiatra Ivan Arango, explica que en ocasiones las personas no son conscientes y viven en creencias y convicciones como que el mundo es peligroso y malo y esto influye en la conducta.
Bertrand Regader, psicólogo, fundador y director de Psicología y Mente, explica que además se tiene una tendencia a mantener ciertos recuerdos, palabras o gestos de otros que resultaron ofensivos y se viven con regularidad de manera exagerada. Sin olvidar que la persona podría llegar a ensimismarse y se muestran fríos y exigentes para evitar que les dañen.
Se manejan niveles altos de ansiedad y la persona se mantendrá esperando que sus pensamientos se vuelvan realidades y el monstruo de la traición se haga real.
Además se sospecha sin base ni fundamento y el rencor es una constante en su vida.
¿Cómo aprendemos la confianza?
La psicóloga clínica Rebeca Gaytán comenta que la confianza es como una esperanza firme que tiene una persona en que algo suceda. Nacemos con ella y se forma de la manera en que se convive con los padres o en el círculo familiar, donde nacen los primeros cimientos de ella.
No existe una causa establecida para que se desarrolle la desconfianza a nivel de trastorno. En general es por una mezcla de factores biológicos, genéticos y también se ha dicho que podría deberse a ciertas experiencias durante la infancia, así como a otras cuestiones vinculadas con la personalidad, temperamento y carácter de la persona.
Este trastorno se ha relacionado con experiencias negativas en el hogar en el que existen antecedentes de abuso o negligencia, niños sin que exista quién los cuide, así como aquellos que son víctimas de bullying o que han pasado por otros traumas.
Desde el hogar y las experiencias se fomenta la confianza. En niños y jóvenes es importante como prevención que tanto padres como encargados establezcan normas de convivencia claras en familia, así como límites. De igual manera en las instituciones educativas, lo cual permitirá que las nuevas generaciones tengan una zona confiable.
En la niñez también es necesario enseñarles a los niños con el ejemplo y ser coherente entre aquello que se dice y las acciones para crear relaciones estables. Además es preciso el aprendizaje de la comunicación asertiva, dicen los expertos.
¿Es posible confiar de nuevo?
Una persona diagnosticada con este trastorno por lo regular es vista como alguien aislado, huraño, solitario e indiferente con los demás.
Por lo regular viven solos y su actividades sociales son pocas. Al momento de reconocer que existe un problema se requiere de un acompañamiento de terapia y en ocasiones al llegar a nivel psiquiátrico podría necesitarse de fármacos para disminuir el nivel de ansiedad o la intensidad de los síntomas.
En general, buscar ayuda lo llevará a conocerse a sí mismo, tanto en sus capacidades como en todo aquello que desea mejorar y encontrar estrategias para alcanzar un nivel de confianza tanto en sí mismo como en los demás.
Se necesita orientar a la persona para que se plantee otras alternativas sobre el actuar de los demás y poder comunicar su opinión con más tranquilidad. Así podrá tener una conducta más controlada para tener menos repercusiones negativas.