Lo primero que se debe hacer si se está en una discusión acalorada es tranquilizarse y pensar las respuestas. No decir lo primero que pase por la mente, y pensar con cuidado sobre lo que desea decir. Al mismo tiempo, escuchar con atención lo que está diciendo la otra persona y tomarse su tiempo antes de responder.
Escuchar también al trasfondo de la ira. Por ejemplo, cuando a la persona le agrada tener cierto grado de libertad y espacio personal y su pareja desea tener una mayor comunicación y una relación más estrecha. Si él o ella comienza a quejarse sobre sus actividades, no atacar a la pareja al describirla como un carcelero, un guardián o un estorbo, explica la Asociación Americana de Psicología.
Es natural ponerse a la defensiva ante las críticas, pero conviene defenderse; escuchar el trasfondo de las palabras. Tal vez el mensaje es que la persona se siente abandonada y no querida. Mantenerse tranquilo puede evitar que la situación se vuelva desastrosa.
Relajación
Simples técnicas de relajación como respirar profundamente pueden ayudar a calmar sentimientos de enojo, según el profesor Charles Spielberger, de la Universidad del Sur de la Florida, y Jerry Deffenbacher, psicólogo especialista en el manejo de la ira, de la Universidad Estatal de Colorado.
Si ambos en la pareja son irascibles, sería una buena idea que aprendieran estas técnicas:
Respirar profundamente, desde el diafragma y no desde el pecho. Imaginar que la respiración sube desde el estómago.
Lentamente repitir una palabra o frase tranquilizadora como “relájate” o “tómalo con calma”, mientras se respira profundamente.
Recurrir a la imaginación; visualizar una experiencia relajante que le haya pasado antes o imaginativa.
Los ejercicios lentos y no extenuantes como el yoga pueden relajar los músculos y ayudar a calmarse.
Practicar estas técnicas a diario. Aprender a usarlas automáticamente cuando se encuentre en una situación de tensión.
Algunos consejos para tranquilizarse son:
Elegir el momento oportuno. Si usted y su cónyuge tienden a pelear cuando discuten asuntos por la noche, tal vez están cansados, o distraídos, o tal vez es simplemente es un hábito. Intentar cambiar los momentos en que hablan sobre temas importantes de modo que esas conversaciones no se conviertan en discusiones.
Evasión. Si se enfurece cada vez que pasa por la habitación caótica de su hijo, cerrar la puerta. No ver lo que enfurece. No decir “bien, mi hijo debe limpiar su habitación para que yo no tenga que enojarme”. El punto es mantenerse calmado.
Buscar alternativas. Si su recorrido diario al trabajo en medio del tránsito lo deja en un estado de furia y frustración, cambiar de plan. Tal vez podría buscar una ruta diferente, que esté menos congestionada o sea más atractiva.