Salud y Familia

Un corazón sin envidia

Liberar las emociones tóxicas nos permite abrirnos a la vida.

Un corazón sin envidia

Las emociones no son tóxicas por naturaleza, evitarlas, negarlas y reprimirlas las hace tóxicas para nuestro sistema. Foto Prensa Libre: André Santana AndreMS en Pixabay

Envidia, resentimiento o frustración, son de esas emociones que todos hemos experimentado y podemos identificar muy bien el malestar que generan. El riesgo está precisamente en sentirlas constantemente. Podemos acostumbrarnos a cualquier sensación que tenemos de forma continua, es así como las volvemos invisibles.

Primero aclaremos, que no hay emociones buenas ni malas. Todas las emociones tienen una función. Me dan información para decirme a qué le tengo que poner atención y me dan la energía para tomar acción. La incomodidad nos mueve, ella nos da el sentido de urgencia para actuar sin perder el tiempo. En pocas palabras, las emociones incómodas nos ayudan a movernos por el mundo y hacerlo pronto.

El problema es que hemos aprendido a entender la incomodidad como castigo y por eso lo evitamos.  Es como el estado de cuenta de la tarjeta de crédito, a veces sabemos que “nos portamos mal” y que va a doler abrir ese sobre, pero es importante que lo veamos. La información de ese sobre nos dice qué tenemos que hacer, y la urgencia nos dice cuándo tenemos que hacerlo.

Si elegimos no escucharlas vamos a empezar a acumularlas y también se acumularán las consecuencias negativas. Tal cual como cuando no vemos el estado de cuenta, simplemente el mes entrante vendrá el saldo más grande y ahora con moras y multas agregadas. Mientras antes escuchemos el mensaje, más rápido podemos corregir rumbo.

Las emociones no son tóxicas por naturaleza, evitarlas, negarlas y reprimirlas las hace tóxicas para nuestro sistema. Y lo que pasa es que eso es precisamente lo que hemos aprendido a hacer con el malestar: silenciarlo, hacer como que no existe y querer seguir como que si no estuviera. La principal consecuencia es que no sabemos escuchar ni interpretar el mensaje que nos traen.

Así que resolvamos eso, ¿Qué nos dice la envidia y qué hacemos con ella?

La envidia nos avisa que estamos comparando nuestra vida con la de alguien más. El problema es que cuando hacemos eso aplica el dicho, la grama del vecino siempre se ve más verde que la nuestra.

La envidia es el resultado de compararnos con alguien y sentir que esa persona está mejor que nosotros.  Pero lo que debemos tener claro es que la comparación siempre tiene una trampa. Nos dice: “Tienes que ser como todos los demás, solo que mejor”.

La invitación de la envidia es a dejar de compararnos y a dejar de juzgar nuestra vida como que fuera menos que la de los demás. En pocas palabras, es una invitación a ver lo que he estado criticando de mi realidad y empezar a reconocer el valor que tiene en mi vida.

Hay una frase que me encanta y es: “Hubo un momento en el que orabas por la vida que tienes hoy” Escuchar la envidia es el despertador perfecto para recordar esto y agradecer todo lo que está en mi vida hoy.

Julita Alonso @julita_alonsom

Vida

Julita Alonso @julita_alonsom

Hubo un momento en el que orabas por la vida que tienes hoy