Vida

“El arte es mi adicción”

De hacer las calles un escenario, pasando por la ayuda comunitaria y el desarrollo de programas sociales, hasta encarnar la realidad de miles de migrantes que buscan el sueño americano, la polifacética carrera artística de Karen Martínez, la llevó a ser premiada en la reciente edición del Festival de Cine de Cannes, en Francia.

Karen Martínez, Brandon López y Rodolfo Domínguez, durante la premiación en Cannes, el  25 de mayo último.

Karen Martínez, Brandon López y Rodolfo Domínguez, durante la premiación en Cannes, el 25 de mayo último.

Camina con una mirada tímida por las calles de la Ciudad de Guatemala. Sube los escalones del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias y dice: “Este es el recorrido que hago a diario”. Martínez es una joven dedicada al arte en diferentes facetas. Le apasiona la danza, la fotografía, la poesía y las teorías creacionistas.

“Me inicié en este mundo extraño, raro y bonito del arte cuando tenía 13 años, en Ciudad Quetzal. Desde entonces no me he apartado de él. Siempre pienso en la lógica y el sentido del proceso artístico; necesito ser dinámica, no funciono si no lo estoy”, explica la joven de 17 años.

Pero su incursión en este campo no fue en la línea convencional. Estudió en Eproded, un instituto privado de Ciudad Quetzal que tiene un modelo de educación “popular” y que tiene alianzas con Caja Lúdica. “Las clases no son comunes, todo el tiempo se desarrollan procesos artísticos”, comenta Karen. Así hizo de la calle su primer escenario y su primer papel protagónico fueron las zancoacrobacias. También adopta una consciencia social y política a través de las expresiones artísticas.

“Me inspiran mucho los movimientos populares porque tienen un nivel profundo y amplio de ver el mundo”, explica. Por eso, se ha involucrado en el trabajo comunitario de organizaciones que laboran por el beneficio común como Casas Interculturales o el Movimiento Comunitario por la Vida y la Paz.

“Creo que el arte es una forma de expresar lo que pasa en el mundo. Por eso decidí estudiar teatro porque plantea, trae y escenifica cualquier problema; lo descompone y lo vuelve a armar, pero con soluciones”, comenta.

Fue precisamente en el 2011, mientras participaba en un taller de política pública y juventud, cuando llegó una oportunidad de esas que no llegan todos los días. “Me dijeron que si quería hacer un casting y yo dije que no. Siempre daba todo por el arte y esa vez desconfié, porque no sabía de qué era el proyecto. Pero luego mi profesor Pablo Silva me aconsejó hacerlo. Desde el principio me dijeron que sí estaban interesados en mí”, recuerda.

En el 2012, con el guatemalteco Brandon López y el mexicano Rodolfo Domínguez iniciaron el rodaje del drama La jaula de oro, del director Diego Quemada-Diez, con la cual llamaron la atención de productores internacionales. Su actuación les permitió ganar el Premio del mejor ensamble actoral, en la sección Una cierta mirada.

Después de romper con el glamur del cine convencional en Cannes, de cuestionar por qué la alfombra de la ceremonia era roja y no de otro color, de emocionar y hacer llorar a los jueces con su actuación, Karen describe esta experiencia como “un orgullo” como guatemalteca.

“Cuando me dijeron ‘espero ver tu próxima película’, me sentí feliz, pero también responsable como mujer, ya que estaba representando un papel que refleja la situación de los migrantes latinoamericanos”, dice.

Intercambiar palabras con Karen es como platicar con alguien que ha recorrido toda una vida. Su espíritu curioso de conocer todo lo referente al arte le ha abierto los ojos hacia nuevas perspectivas. “En este campo artístico me quedo y continuaré hasta que se me acaben las energías”, dice.

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