¿A qué realidad se enfrentó?
A los centroamericanos se les ve como criminales o vagabundos; sin embargo, conocí a muchos profesionales que habían salido de su país para buscar trabajo. Quise con todo esto hacer un poema épico de la travesía de los migrantes.
¿Y lo logra?
Es muy bello ver a un colombiano, a un español, a un ruso, a un japonés, a un latino engancharse con esta película. La historia cuenta lo que se desconoce. Muchos migrantes me detuvieron y me dijeron: “Cuenta mi historia”, y eso me hizo comprometerme. Hablé con más de 600 personas para escribir este documental, que quise que llegara al corazón de las personas. Logré plasmar la historia que deseaba.
¿El sueño americano es la jaula de oro latinoamericana?
Sí, es una historia dramática que trata de revelar lo que está oculto en las fronteras de estos países. Revela que somos humanos con las mismas necesidades, muestra que estamos interconectados.
¿Por qué escogió a jóvenes guatemaltecos y chiapanecos para el filme?
Por la relación que deseaba entre los protagonistas. Quería demostrar ese choque cultural que existe entre los pueblos mayas y el mundo de occidente. En Chiapas existen pueblos que no tienen acceso al mundo moderno, muchos ni documentos de identificación portan. El conflicto entre Juan —Brandon López—y Chauk —Rodolfo Domínguez— es esa lucha entre el mundo moderno y el maya, pero Sara —Karen Martínez— logra conciliarlos.
A Guatemala me une la relación que este país tuvo con mi madre. Ella vivió aquí 10 años en la década de 1970.