El Tribunal le dio valor a las pruebas presentadas por el Ministerio Público (MP) y la SAT, cuyos agentes lograron demostrar que Fischer Torres, para evadir impuestos, presentó 99 facturas con el valor de lo defraudado, que no tenían ningún respaldo contable.

El sentenciado montó una estructura para defraudar al Estado, lo cual consistía en presentar facturas con las que intentaba demostrar que había tenido gastos elevados.

Con esos documentos intentó engañar a la SAT, de que había gastado Q280 millones al comprar varios productos.

Fischer era el representante legal de la empresa Servicios Múltiples, Sociedad Anónima, dedicada a vender café.

Sin embargo, el MP demostró que esa compañía no existe y que la dirección registrada correspondía al apartamento en el que el acusado vivía, en la zona 1.

Para tratar de demostrar sus movimientos contables y la compra de productos, inventó cinco empresas fantasmas como sus supuestas proveedoras.

“No existían físicamente ni comercialmente las empresas”, aseguró Carlos Valladares, de la SAT, quien fue parte del proceso.

Este no es el único proceso que enfrenta Fischer Torres. En otros tribunales tiene pendientes dos juicios: uno del 2005 y otro del 2006.

En esos años pudo haber evadido impuestos por más de Q168 millones, por lo que en los próximos meses deberá resolver su situación legal.