EDITORIAL

La indignación impulsa el reclamo

Conmovedoras fueron las escenas observadas antenoche frente al Palacio Nacional de la Cultura y la Casa Presidencial, donde cientos de guatemaltecos acudieron para manifestar su repudio, criticar la actitud gubernamental y exigir investigaciones exhaustivas sobre las causas de la tragedia ocurrida en el Hogar Virgen de la Asunción y castigo a los responsables.

Esta es la primera protesta masiva ante un lamentable suceso en el cual todo apunta a una generalizada irresponsabilidad gubernamental, y es alentador escuchar el clamor popular en demanda de justicia, lo que puede ser otro paso importante para reducir la generalizada cultura de la impunidad, pero también para estremecer la indolencia en el aparato público.

Estas voces que se alzan contra la injusticia de un sistema fallido hacen recordar las masivas manifestaciones de repudio registradas en el 2015, en contra de uno de los gobiernos más corruptos, sobre todo porque detrás de lo ocurrido ahora también afloran la corrupción, inmoralidad e incapacidad de personas que no eran idóneas para ocupar esos cargos.

En la más alta magistratura del país también se produjo un largo silencio ante la catástrofe, y no fue hasta que la misma población alertó a los medios sobre esas muestras de indiferencia que surgieron las primeras versiones oficiales, aunque lamentablemente tampoco se percibieron como convincentes ante la magnitud de una tragedia que desnudaba la precariedad estatal.

La protesta ciudadana sigue siendo hasta ahora la vía más efectiva para lograr alguna reacción de las autoridades, lo cual es lamentable porque con ello se ratifica la falta de liderazgo y de asesores capaces para asistir a quienes al final deben dar la cara y buscar aplacar la indignación por hechos dolorosos que pudieron evitarse y que ahora solo acrecientan la percepción de negligencia en varias instituciones.

Esto hace ineludible la pregunta sobre quiénes y con qué criterios deciden el reparto de cargos en entidades para las que quizá se requiere una preparación específica, y no como ahora, que se siguen repartiendo posiciones con criterios poco profesionales o, peor aún, por el clientelismo politiquero característico de gobiernos pusilánimes

El quehacer burocrático ha estado marcado por la inmoralidad, y si eso no se corrige se corre el riesgo de asistir a un desfile de personas sin cualidades para ocupar cargos importantes, con lo cual se ratificaría que son otros los objetivos buscados con algunas de esas designaciones. En el caso del Hogar Seguro Virgen de la Asunción será cuestión de tiempo determinar quiénes, cómo y en qué se gastaban los recursos asignados al cuidado de los jóvenes.

Ante una realidad adversa, en buena medida creada por la clase política y hasta por quienes decían no serlo, es imperativo que el espíritu reivindicativo prevalezca y aumenten las exigencias por una administración pública responsable y honesta, alejada de la demagogia, capaz de asumir el enorme reto de conducir una nación sumida en los mayores rezagos, en la cual es común la irresponsabilidad y el abuso en entidades que ni siquiera cumplen con sus obligaciones.

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