Escenario

Música de esperanza

La fundación internacional Visión Mundial promueve desde hace seis años la creación de una orquesta sinfónica juvenil en San Juan Sacatepéquez, territorio Kaqchikel.

El trabajo ha sido amoroso y paciente. Fue una buena idea plantada en tierra fértil que ahora produce ricos frutos musicales y notables avances sociales. El maestro Martín Corleto ha sido el corazón del proyecto.

El 15 y 16 de diciembre últimos se presentaron en concierto en el salón de convenciones Ilumina, zona 10. Orquesta, coro, ensamble de guitarras y de pequeños violinistas causaron admiración y orgullo con su actuación. Guitarras, notas cristalinas, timbres bien diferenciados, ritmo que anda con agradable calma, entradas a su tiempo, faltó quizá una proyección más audaz.

La orquesta: adolescentes y jóvenes universitarios. Predominan en número las mujeres. Ellas usan güipil con bordados de serpientes —kumatz’in—, flores, kotz’ij y aves sobre un fondo rayado vertical, tejido en telar de cintura. Faja, corte azul tirando a celeste. Aretes de fantasía, zapatos de cuero, unas con calcetas, otras con generoso tacón. Hombres con camisa blanca, pantalón oscuro y zapatos negros. Comenzaron con el Danzón de Márquez, prosiguieron con Noche de luna entre ruinas. La orquesta suena bien, tiene sus muy comprensibles resbalones, pero suena bien. Corleto la conduce con cariño de padre y mano de maestro.

También se presentaron en el escenario los niños del proyecto Suzuki, acompañados de su maestra Rubidia Boror. Interpretaron Venid pequeños niños y Navidad, Navidad. Estos chicos empiezan su aprendizaje musical a los 3 años de edad. Casi coincide con la asimilación del lenguaje materno, haciéndolo más fácil. Ese es el método Suzuki (1950).

Entonces, siguiendo el toque de un redonblante, las jovencitas del coro entraron cantando El niño del tambor .

Voces que sin esfuerzo alcanzan brillantes tonos altos. Interpretaron piezas navideñas. Comenzaron a despedirse con Luna de Xelajú y terminaron de hacerlo con el emotivo Aleluya, de Haendel. El concierto duró un poco más de dos horas. Pasaronvolando.

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