No puedo dejar en el olvido una sentencia pronunciada por una de las heroínas de Sófocles —el gran trágico griego—: Muchas cosas hay admirables, pero ninguna es más admirable que el hombre. —La palabra “hombre” abarca el género humano—. Esta tragedia se llama Antígona, la más alta heroína del drama griego. Otro lado que admiro del mundo heleno es su postura frente a la muerte. Aunque en el mundo del más allá solo se es una sombra, la personalidad del fallecido sigue siendo la misma. Donde yacen las almas de los muertos se llama Hades, que equivale a Infierno, aunque no es igual al de Virgilio y Dante.
Veamos cómo concibe la muerte Homero a través de las palabras que Aquileo le dirige a Odiseo: ¡Laertíada, del linaje de Zeus! ¡Odiseo, fecundo en ardides! ¡Desdichado! ¿Qué otra empresa mayor que las pasadas revuelves en tu pecho? ¿Cómo te atreves a bajar a la mansión de Hades, donde residen los muertos que están privados de sentido y son imágenes de los hombres que ya fallecieron?
De acuerdo al psicoanálisis freudiano, ningún hombre puede concebir su propia muerte. Sin embargo, los helenos homéricos y trágicos tuvieron la temeridad de enfrentarse a ella.
Dos eran los campos en donde se desenvolvían las capacidades del humano: la acción y la creación. Esto es, por sus acciones se conocía la calidad del hombre; asimismo por sus creaciones artísticas: poesía, música, danza, artes plásticas. Pero en todo momento, la figura central, la figura ideal, era la figura humana, tanto del varón como de la mujer. Aunque esta última es considerada inferior. Se le ubica únicamente dentro de la casa, hilando, vigilando el trabajo de las y los esclavos. Su mayor virtud es la fidelidad al esposo.
La fe en el hombre es manifestada en la poesía. El ensayo, aunque al principio es escrito en poesía, con el tiempo se desprendió del arte poético y es escrito en prosa, como lo demuestran Sócrates, Platón y Aristóteles. Aunque las palabras de Sócrates son escritas por Platón.
Por ello no es extraño que Octavio Paz diga que “La prosa es un género tardío, hijo de la desconfianza del pensamiento ante las tendencias naturales del idioma. En el inicio del hombre, no solamente fue el verbo lo primero, también fue el verso, el ritmo. No hay pueblos sin poesía, los hay sin prosa”.
La prosa refleja más el intelecto, por ello es fundamental en el ensayo. La poesía, en cambio, expresa más las pasiones, los sentimientos, da a conocer nuestras creencias, nuestra filosofía.
Los mejores escritores demuestran su maestría al manejar poesía y ensayo. Es el reto al que se enfrentan aquellos(as) al escoger el oficio de escritor (a). Además que el lenguaje en prosa o en verso nos desnuda y nos muestra tal como somos.